IV (Parte 3) - Sobre Paquetes Con Retraso

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Vinny sentía que el fin de semana había sido un completo desperdicio. Craig apenas había logrado salvarlo de tener que someterse a la crítica de Olivia durante las comidas, y había puesto sus exámenes como excusa para poder desaparecer en el estudio por horas y horas. En lugar de las prácticass había visto unas trece horas de peleas, combates, competencias, técnicas, etcétera; había soportado la voz autoritaria de Craig preguntándole cuál había sido el error de un tipo o el acierto de otro, y no había podido lanzar una sola patada o puñetazo.

En la escuela había tenido que soportar los rostros desilusionados de los Tres John cuando les dijo que no había nuevas técnicas en su arsenal, y en el almuerzo cambió el tema para discutir sobre Bulldozer Buck. John Hill ensombreció su semblante, y Vinny no supo si debía emocionarse o sentirse incómodo.

—No hay muchos detalles —dijo el chico, como recitando notas mentales—; Bulldozer Buck es miembro del equipo de fútbol. El entrenador le dijo que era demasiado corpulento, pero de igual manera fue aceptado como titular. Nadie sabe cómo lo hizo...

—Palizas —interrumpió Vinny—. Es obvio que lo hizo por medio de palizas. De hecho, no me extrañaría que por eso mismo no lo hayan expulsado de la escuela, cuando hace todas sus peleas tan públicas.

John Hill se encogió de hombros. —Escuché algo diferente. Se supone que su padre también jugaba en un equipo, pero de fútbol americano. El señor Crops es aparentemente un fan de ese mismo equipo y... —Vinny hizo una mueca de asco. John Hill esperó un momento para reanudar su relato—. Buck siempre pelea luego de haber propuesto él mismo el reto, y con una semana de anticipación. Se supone que casi nunca pierde, y siempre termina con un movimiento que la gente llama "Bulldozer Finisher".

Rake y Bell entrecerraron los ojos. Vinny estalló en carcajadas —¡No puede ser! ¿El tipo le pone nombres a sus movimientos? ¿Es un deportista o un aficionado de la lucha libre?

—Bueno, siempre tiene a una multitud alrededor, así que el nombre vino de sus fans. Simplemente toma a su oponente por la parte trasera del cuello de la camisa y lo lanza de cara contra el piso.

Los chicos asintieron. Hill no tenía más que decir. Vinny estaba terminando su refresco cuando apareció una chica, su atención totalmente enfocada en Vinny.

—Hey, Vincent—dijo, pero Vinny la ignoró—. Vincent. Mírame. ¿Puedo sentarme?

El chico negó con la cabeza y ella no le hizo caso. Lo empujó más allá de la banca y se acomodó a su lado.

—¿Querías algo?

Ella sonrió con malicia. —Ah, claro que sí —buscó sus ojos con la mirada—. Me impresionó mucho la manera en que peleaste con Lester —se acercó aún más. Los Tres John contenían la respiración.

A este punto media cafetería estaba observando. Vinny odiaba sentirse como un show andante cada vez que algo sucedía; quería que la atención estuviese puesta en sus peleas, no en lo mundano de su día a día. Se apresuró a terminar de comer y se escurrió bajo la mesa; dejó a sus amigos y a la chica atrás y salió por la puerta.

Vinny desapareció por el pasillo, avanzando el edificio hasta sentirse suficientemente solo. Se apoyó contra la pared y se deslizó sobre ella hasta terminar sentado en el suelo, su mente vacía y una pesadez en su pecho que le hizo agradecer que los Tres John no lo hubieran seguido, porque no podría lidiar con sus preguntas en esos momentos. Le dirían que la chica era linda, obtenía calificaciones aceptables, o cualquier otra justificación que lo motivase a darle una oportunidad, y Vinny no tendría argumentos en contra porque la chica en sí no era el problema.

Se pasó el resto del almuerzo pensando en esto. No era la primera vez que algo así sucedía, y meses atrás había aceptado ya una invitación. Sabía que la chica de ese entonces no había querido más que llenarse los oídos con el apellido de peso de Vinny, las cosas que podría heredar en un futuro, la idea de agregarlo a su lista de conquistas. Aún así, en una tarde en la que la mera idea de regresar a la mansión lo asqueaba, él la llevó a comer y luego terminó en su casa, dividiendo su atención entre el vecindario de clase media que de otra manera jamás habría visitado y la terrible sensación de que la tipa tenía más experiencia que él, y ella lo notaría.

Escrito en el AsfaltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora