Jens agradeció mentalmente al ver el semáforo frente a él cambiar a rojo. Haló del freno de mano y soltó el volante, abriendo y cerrando las manos en puños para estirar los dedos. Separó la espalda del asiento y se giró cuanto podía para aliviar el dolor que bajaba desde sus hombros. No solía conducir muy a menudo, mucho menos durante más de dos horas, gracias al tráfico mañanero, para poder llegar a la siguiente ciudad al noroeste: Follnock.
Apenas eran las once de la mañana. Cuando Leif lo había visto duchado y vestido tan temprano, se había sobresaltado. Jens le dijo que tenía un asunto pendiente con uno de sus clientes y necesitaba el auto. Esperó ser bombardeado con preguntas, pero Leif lo dejó ir con tal que prometiera regresar antes de que fuese hora de ir al bar.
Había dicho que lo intentaría, pero incluso Jens no tenía idea de cuánto tardaría. Días antes había recibido en su apartamento un sobre con una nota y una llave dentro; la nota explicaba que para saber cómo usar la llave, tendría que aparecerse en Follnock en un lugar, hora y fecha determinados. Tenía que ir solo, y sin intentar ningún tipo de truco, "por su propio bien". Lo único que Jens había podido inferir era que no se trataba de una de las tres familias de Vertfort. La única otra persona que sabía su dirección, aparte de sus colegas Arkwright, era Elise Yort, la nieta del ex-empleado de Fester.
Jens arrancó de nuevo. Todo el asunto lo había puesto demasiado nervioso. Había creído que Elise le había dado toda la información que tenía al enviarle una carta con algunos relatos, y se había decepcionado, pero no esperó que ella contraatacara con una trampa propia. Pensó en no aparecer, en intentar contactar a Elise de nuevo para preguntarle directamente qué estaba sucediendo, pero el tono de la nota y la actitud de la chica en su reunión pasada lo hicieron cambiar de parecer. Quizá no había en realidad razón para preocuparse. Quizá Jens estaba siendo demasiado paranoico. Quizá. Ojalá.
La ciudad vecina no era totalmente desconocida para él, pero aún así tuvo que reducir la velocidad para ver los nombres de las calles y ubicarse. Se encontraba entonces en una parte más antigua de Follnock, con calles estrechas y negocios de una o dos plantas, todos con fachadas pintorescas que buscaban explotar el encanto de una construcción del siglo pasado. Jens avanzó un poco más hasta dar con un lugar para estacionarse, y luego de salir se quedó de pie en la acera.
El sol era inclemente. Alrededor de Jens caminaban chicas en pantalones cortos y sandalias, tipos en bermudas y camisas desmangadas, y el joven se veía terriblemente fuera de lugar con su camisa formal arremangada y pantalones negros. Era su aspecto de negocios, casi como un uniforme para él, y la nota jamás había mencionado que la reunión secreta sería en un diminuto café con un letrero que databa probablemente de antes del nacimiento de Jens.
Tragó hondo. No tenía con qué defenderse más que sus propias manos y las llaves del auto. Apagó el móvil, para que una llamada entrante no le jugara una mala pasada, y entró al establecimiento.
Una señora con el cabello en una redecilla le dio la bienvenida. Jens asintió, le ofreció una sonrisa cordial, y luego examinó las mesas del lugar. Había una columna al centro del espacio, con varias mesas bajas rodeadas de sillas de madera dispuestas junto a las paredes. En la esquina del fondo había una mesa redonda, con dos sillas con forros de motivos florares dispuestas a cada costado. En una de ellas había un tipo sentado despreocupadamente, con el periódico en su regazo, vestido en vaqueros y una camisa similar a la de Jens. Sus brazos eran mucho más fuertes, y cerca de su codo se veían las líneas de lo que parecía un tatuaje en letras de un alfabeto extranjero.
La mirada del tipo estaba ya sobre él. Jens tragó hondo de nuevo, pero intentó disimularlo. El tipo tenía el cabello peinado hacia un costado, con algunos mechones cayéndole sobre la frente. Su rostro era redondeado, con una nariz fuerte, labios rectos y ojeras que hacían parecer que no había dormido en meses. Había una cicatriz que le cruzaba el grueso cuello y Jens pensó que aún sin poder ver el tatuaje con eso bastaría para enviar el mensaje claro: no era un tipo con el que se pudiera lidiar fácilmente.
ESTÁS LEYENDO
Escrito en el Asfalto
Teen FictionLa ciudad de Vertfort fue, por muchos años, tierra de nadie. Ahora, luego de generaciones de herederos, bancarrotas, absorciones y traiciones, quedan tres familias: Arkwright, Landvik, y Melville. Vinny Melville, a sus dieciocho años, es el joven h...