III (Parte 3) - Sobre el Blanco Difuso

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A pesar de los innumerables reproches de Craig, que iban desde ataques verbales hasta golpes, Vinny seguía como caminando sobre nubes. Dominic temía que en verdad le hubieran dado un golpe capaz de robarle hasta la última gota de cordura. Conducía más rápido de lo usual e intentaba calmar a Craig, pero el tutor estaba furioso.

Vinny no logró procesar todo cuánto le decían. Había una sola conversación reproduciéndose una y otra vez en su mente, sin dejar lugar a cualquier otro sonido. ¿Acaso importa? No, no importa. No importará jamás.

No salió de ese estado de estupor hasta que tuvo a Ian frente a él. El segundo mayordomo les abrió la puerta de la entrada principal y casi llama a la policía al notar los golpes profundamente púrpuras que le atravesaban la piel a Vinny, a pesar de que esta no era la primera vez que se había encontrado con semejante escena. Corrió dentro en busca de un botiquín, vendas, compresas, gasas; preparó un baño en sales curativas y se debatió en voz alta qué té sería el más adecuado en esos momentos. Dominic le pedía calma, Craig halaba al chico sin ninguna consideración, y al cabo de unos minutos estaban los cuatro bebiendo té en su habitación mientras escuchaban el relato.

Cuando Vinny terminó de hablar, Craig ya no estaba bebiendo. Estaba sentado del extremo de la cama opuesto a su pupilo; se quitó las gafas, las limpió, se las puso de nuevo. Frunció el ceño y luego sintió el tic nervioso de siempre en la ceja.

—Podría ver una mejor pelea en un bar al sur de la ciudad, entre tipos con más alcohol en la sangre que plaquetas. Con los ojos vendados.

Dominic se aclaró la garganta. —Y este chico... ¿Buck? ¿Te reto él a ti?

—¿Y quiere que lo enfrentes en una semana? —agregó Ian, poniéndose de pie en gesto alarmado. Se acercó más a Vinny y lo tomó de la muñeca con gentileza, observando la serie de moretones a lo largo de su brazo—. En una semana estos apenas habrán desaparecido...

Vinny le ofreció la taza vacía para que lo soltara. Ian dudó unos segundos antes de empezar a recolectar todo y ponerlo de nuevo en la bandeja. El chico los observó uno a uno, la irritación contorsionándole el rostro.

—Saben, todos ustedes no están captando lo verdaderamente crucial aquí —puso la frente en alto y sonrió—; Scott sabe quién soy.

Craig inmediatamente echó a reír. Dominic se dio la vuelta y de manera discreta se puso una mano sobre la boca para no hacer lo mismo. Ian observó al joven amo con una mezcla de diversión y cariño fraternal, aunque Craig supuso que era mucho más de lo primero que de lo segundo.

Vinny los miró, completamente ofendido. —¿Y a qué demonios viene eso?

—Dios, Vinny —Craig apenas tenía aliento para hablar—. Te dejo saber desde ya que no te permitiré abrirle un club de fans.

—Púdrete, Craig —se cruzó de brazos en gesto hosco—; no entiendo por qué lo toman de esa manera. Hace meses que lo mencioné por primera vez y ninguno de ustedes fue tan tonto acerca del asunto.

—Ah —intervino Ian—; pero hace unos meses no sabías quién era exactamente. Cómo decirlo... Es como si ahora que lo has visto, te has vuelto su...

—Si te atreves a decir groupie...

—...Admirador.

—¿Admirador? —Vinny parecía genuinamente confundido. Pensó por un buen rato antes de continuar—. Bueno... Quizá, sí. Admiro a Scott. Digo, es el mejor de la escuela sin necesidad de ser un total idiota. No es engreído, no actúa como un líder egotista de la mafia plantándole el pie en la cara a todo quien se le atraviese y exigiendo que lo alaben...

Escrito en el AsfaltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora