Intermisión 3: Craig y el Primogénito de Oro (Parte 11)

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Sin una hora determinada para la visita del abogado, y con Fester disfrutando de un desayuno tardío junto a su esposa en el bungalow junto a la piscina, Craig no pudo hacer más que mantenerse en su cama y pensar en su vida. Pensaba, sobre todo, en el futuro, en qué ocurriría cuando se fuese, en cómo podría despedirse de Henry. Pensaba también en las posibilidades que existían de quedarse a su lado, aunque él no desease que Craig viviera en esa mansión más de lo estrictamente necesario, por temor a su padre.

Había poco movimiento en la residencia anexa. Ian estaba atendiendo a Fester y su esposa, y Dominic se ocupó de hacer una revisión rápida de las alacenas y el refrigerador para que Marvin pudiese hacer las compras necesarias. Brett estaba junto a Henry, impartiendo un refuerzo de francés para una prueba que el chico rendiría en un par de meses. Georgia planeó cómo convertir las sobras de la semana en una comida decente. Craig se sintió como un lastre.

Fue casi al mediodía cuando Brett regresó a la residencia anexa, con cara de pocos amigos, como Craig se empezaba a acostumbrar a verlo. Brett traía un bolso en su hombro, y al alcanzar a Craig lo soltó sobre su regazo.

—¿Qué es...? —Craig dijo.

—Un paquete de Henry —Brett dijo secamente—. Me tomará un par de días más conseguir los paquetes de estudio y tu examen de nivelación. Lo menos que puedes hacer es estudiar.

Craig abrió el bolso y se encontró con algunos cuadernos de notas y libros de cálculo, física, lenguaje, y química. Había un pequeño estuche con bolígrafos, lápices, y demás materiales. Craig recordó su mochila en Cowden, sus apuntes, sus días en la biblioteca.

—Gracias —Craig murmuró. Brett bufó y se dio la vuelta para emprender el camino de regreso a la mansión.

—No debes agradecérmelo a mí. Tan pronto llegue ese examen me aseguraré de que ser tu tutor no sea una pérdida de tiempo.

Craig no dejó que las palabras de Brett lo perturbaran. En cierta manera, su aspereza contrarrestaba con la gentileza de Ian, Dom, y Henry. Recordó entonces a Vinny, de quien no había escuchado hablar ese día, y se aventuró a preguntarle a Georgia.

—Está nadando —Georgia dijo con una sonrisa—. Aunque tiene su clase de natación más tarde, siempre tiene energía de sobra.

Craig observó sus alrededores. Nunca se había dado cuenta de cuánto tiempo empleaba en simplemente sentirse miserable durante su encierro con Ingram y Riff. Atendió las indicaciones de Brett y subió a su habitación, decidido a estudiar tanto como pudiese, pues era en verdad lo único en lo que podía ocuparse.

Su revisión de los materiales de cálculo fue interrumpida por la llamada a almorzar. Fester ya había comido, igual que Henry y Vinny, así que Craig se sentó con el resto de la servidumbre. No hubo mucha plática. Craig se sentía extrañamente nervioso, y también tenía cierto temor de que Dominic saliese con Fester y lo dejase solo con un abogado que Craig nunca había conocido, en una reunión mucho más seria de lo que él podía manejar.

Estaban recogiendo la mesa cuando se escuchó el tono de la puerta principal. Ian corrió a recibir al invitado, reajustándose el traje antes de salir.

—Deberías esconderte —Dominic le dijo a Craig—. Veré de qué se trata y llamaré al abogado cuando sea oportuno.

Craig no tenía derecho a objetar. Regresó a sus apuntes de cálculo, y sufrió una larga espera. Era media tarde cuando Dominic, siempre repentino, tocó a su puerta.

—Este es el plan —Dominic empezó—. Fester y Olivia saldrán por la tarde junto con uno de sus asociados. He convencido a Marvin para que vaya con ellos, creé una excusa cualquiera, y el abogado está en camino.

Escrito en el AsfaltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora