Vinny percibió un sonido constante, como el repicar de un reloj. El sonido se escuchaba lejano, pero con cada repetición Vinny sentía una pulsación sobre su piel, cerca de su pecho, como si un eco emergiese desde su interior. Le tomó a Vinny un segundo darse cuenta que se trataba dell latido de su propio corazón, y un segundo más en percatarse del corazón de Scott, de sus brazos rodeándolo con cuidado, y su voz grave llamándolo suavemente.
—Hey, Vinny. Vamos, despierta.
—Oh —Vinny suspiró, y se escurrió del agarre para desperezarse. Sus ojos se acostumbraron poco a poco a la oscuridad, y buscó los espacios entre la puerta de metal y el resto de la prisión, encontrando la luz tenue que había visto antes de quedarse dormido.
—Será mejor que tengamos cuidado —dijo Scott, mientras se hacía a un lado para estirar los brazos lo más que podía—. Sería terrible si los guardias nos encuentran en una posición así. Contamos con que nos crean dos mocosos ilusos que apenas se conocen.
Scott tenía razón. Vinny asintió, e inmediatamente se rodeó a sí mismo con sus propios brazos. Era extraño, casi triste, encontrarse entre el calor de Scott y luego volver a estar solo, a pesar de que Scott seguía ahí frente a él. Les había tomado tanto tiempo poder confirmar que sus sentimientos eran mutuos, y ahora debían esconderlos de nuevo, contener cada impulso y mantener la mente fría.
Vinny suspiró y observó la silueta de Scott moverse entre el diminuto espacio de la prisión. El chico mayor realizó una rápida inspección de los alrededores, de la línea de luz que rodeaba la puerta, y luego susurró una maldición.
—¿Sucede algo? —preguntó Vinny. Scott negó con la cabeza. Pareció que Scott quería decir algo, pero tenía alguna dificultad para hacerlo. Vinny se acercó más, pensando que quizá el otro chico temía que los guardias pudiesen escucharlo.
—Es solo que... —empezó Scott. Vinny esperó pacientemente—. Hay algo que yo... —dijo, pero no se atrevió a terminar. Luego de otros tres intentos y suspiros frustrados, pareció que Scott reunió todo su coraje para hablar con firmeza—. Tengo algo que decirte, Vinny.
El chico menor se estremeció un poco. Scott se escuchaba preocupado y nervioso. Vinny no sabía muy bien qué decir; Scott usualmente tenía una actitud diferente, con mucha más entereza, aunque en medio de su encierro él no sería capaz de reclamarle por un momento de flaqueza. Vinny se acercó todavía un poco más, hasta que ambos estuvieron sentados lado a lado, sus hombros rozándose, y Vinny volteó hacia Scott, esperando que la cercanía le transmitiera un poco de seguridad.
—Dilo. No puede ser nada que me moleste.
Scott suspiró. Vinny apenas se percató de las manos del otro moviéndose en el aire. Scott exhaló con fuerza sobre ellas y frotó sus dedos contra la tela del interior de su camisa, para luego suspirar de nuevo.
—De acuerdo —dijo Scott, y acto seguido inclinó su cabeza hacia atrás.
Vinny luchó por descifrar la sombra frente a él, y la figura de Scott le pareció inverosimil y preocupante, como si estuviese intentando pellizcarse el rostro. Le tomó un momento encontrar lo que buscaba y halarlo lejos de sus ojos. Scott buscó con su mano libre una de las manos de Vinny y dejó un pequeño disco sobre su palma abierta.
—Esto.
—¿Eh? —preguntó Vinny, levemente confundido. Acercó sus dedos al disco y confirmó que era una especie de lente de contacto. Cuando volteó hacia Scott para preguntar qué diablos significaba, el otro chico ya había sacado el segundo lente, y esta vez su suspiro fue de alivio.
—Por un momento me había olvidado de ellos. Un minuto más y me habría quedado ciego.
—¿Scott?
ESTÁS LEYENDO
Escrito en el Asfalto
Teen FictionLa ciudad de Vertfort fue, por muchos años, tierra de nadie. Ahora, luego de generaciones de herederos, bancarrotas, absorciones y traiciones, quedan tres familias: Arkwright, Landvik, y Melville. Vinny Melville, a sus dieciocho años, es el joven h...