Intermisión 3: Craig y el Primogénito de Oro (Parte 14)

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El lunes fue pesado para todos. Fester pospuso una reunión de las ocho hasta las diez, Dominic estaría con él casi todo el día, Brett estaba ultimando detalles del plan de estudios. Marvin llevó a Vinny a clases de natación, y Craig y Henry se tomaron la oportunidad de ir a verlo.

Craig recibió de Henry algunos libros básicos de economía. Craig los estudió por un rato y escuchó, en la distancia, a Henry tocando la guitarra.

Dominic llegó tarde con Fester. Fue, afortunadamente, después de que Henry y Craig se besaran, así que no había temor ni tensión en el aire.

Pasó casi otra semana antes de que Brett pudiese tener un momento a solas para ofrecerle a Fester el plan que había formulado. Craig y Henry esperaron afuera del despacho, pendientes de los sonidos que les llegaban desde adentro. Fueron unos largos minutos, pero cuando Brett finalmente emergió del despacho, parecía aliviado. Fester vio a Craig por un instante antes de que la puerta se cerrara.

—Al fin, maldita sea —Brett exhaló—. Tendrán sus tutores el próximo lunes. Solo queda un poco de papeleo por hacer, y luego me voy, me largo, para siempre, maldición.

A pesar de su actitud, Henry y Craig lo tomaron como algo bueno. La nueva rutina estaba a la vuelta de la esquina, pero antes de eso debían sobrevivir a otro fin de semana cargado de eventos, fiestas, obras de beneficencia, cortes de listones. Cada vez que aparecían, las miradas de los presentes estudiaban a Craig con mayor curiosidad.

Llegó el lunes, y llegaron los tutores. Ambos parecían nerviosos por estar allí; uno se tropezaba con las palabras, y el otro, el de Craig, se limpiaba la frente con un pañuelo cada dos minutos. Craig agradeció ese pequeño detalle; una vez a solas con el tutor en el estudio, su cuerpo recordaba sin desearlo otras ocasiones en las que había tratado a solas con hombres en espacios cerrados. Su tutor, en cambio, era tan obviamente inofensivo que entrar en tema resultó un poco más fácil.

Las sesiones se extendieron por la mayor parte de la tarde. Al salir, Craig estaba entusiasmado, mientras que Henry parecía exhausto. Los tutores dieron un suspiro de alivio y, al final de la escalinata, Dominic hizo el anuncio: Fester quería que los tutores se quedasen para la cena.

Craig y Henry se tensaron un poco. Ahora entendían los nervios de los tutores; esta era una prueba para todos, los chicos incluidos. Se arreglaron para la cena, esperaron a Vinny, y luego el magnate descendió junto a su esposa. Era lo más llena que la mesa había estado desde que Craig podía sentarse ante ella.

—Espero que las acomodaciones sean de su agrado —Fester dijo mientras Ian le servía un monstruoso steak—. Si necesitan algo especial, no duden en decírselo a Dominic. Haríamos lo que fuese para nuestros retoños.

—Es una obra de caridad, principalmente —Olivia le dirigió una mirada venenosa a Craig, la cual él ignoró.

—Oh, no, señor Melville —el tutor de Henry rió nerviosamente—. Todo es perfecto. Su hijo es un chico tan brillante como lo dicen los periódicos; en verdad no habrá problema alguno para que complete el currículum que ha sido preparado para él.

—Dime, Henry, ¿no le has pagado para que diga semejantes halagos?

Henry sonrió con cierta tensión.

—Por supuesto que no, papá.

Craig sabía que era el próximo en caer en escrutinio.

—Y usted —Fester tomó un bocado del steak y lo masticó ruidosamente—. ¿Qué opina de Craig?

El tutor de Craig se limpió la frente. Apenas y había tocado la comida.

—Muy listo, muy listo —el tipo tomó un sorbo de agua—. ¿En qué instituto es que estudió?

Escrito en el AsfaltoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora