Las puertas de metal forjado se abrieron y dieron paso al auto de Craig. Aceleró hasta hacer rugir el motor e ingresó a la mansión Melville. Ni los árboles más verdes o las flores de colores veraniegos lograron levantarle el ánimo; fruncía el ceño y así se mantuvo incluso después de estacionarse en el garaje y ser recibido por Ian en los escalones frente a la puerta principal.
Pocos días atrás Ian había estado en el mismo lugar, con una expresión completamente diferente en el rostro al ver a Vinny empapado hasta los huesos, cabizbajo y arrastrando los pies al caminar. Craig había tenido que empujar a Vinny para lograr que avanzara desde el momento en que lo había encontrado deambulando por los alrededores de la escuela. El tutor lo había llamado varias veces, preguntándole por qué diablos no estaba en sus clases, y al no recibir respuesta alguna había tenido que estacionarse al borde de la calle para bajar y lanzarlo dentro del auto antes de que la lluvia lo dejara insensible.
El chico se había negado a hablar durante todo el camino de regreso. Craig había pasado por esa calle casualmente entre una diligencia y otra, pero interrumpió todo para poder interrogar a su pupilo. Sin embargo, Vinny no había dicho una sola palabra, incluso luego de haber sido bombardeado por preguntas por un Ian muy consternado y paciente. El mutismo se había mantenido hasta la tarde del día anterior, y solo recordarlo era suficiente para que la ira bullera de nuevo en la sangre de Craig.
Vinny no hizo preguntas durante la lección. Craig habló hasta el cansancio, mencionando los puntos clave que probablemente aparecerían en los exámenes finales, y al ver al chico todavía desanimado e infinitamente concentrado en las losas del piso fue como si su última gota de paciencia se evaporara. Lanzó el libro que estaba sosteniendo contra la pared y en dos zancadas alcanzó el escritorio de su pupilo, plantando su mano con fuerza sobre la superficie.
—De acuerdo; basta de tus jueguitos —gruñó, inclinándose hacia delante hasta estar cara a cara con Vinny—. Te he dado suficiente tiempo para que te ahogues en tu miseria, pero más te vale que expliques a qué diablos viene todo esto. Habla. Escúpelo, o no me hago responsable de los métodos que utilice para sacártelo.
Vinny subió la mirada tímidamente, como temeroso. —Es problema mío.
—Se vuelve mí problema si no tomas las lecciones en serio por tener esa cara de perro pateado.
Luego de varios minutos de miradas asesinas, Vinny terminó cediendo. —Te vas a enfadar conmigo.
—¿Más de lo que ya has logrado enfadarme?
Vinny no estaba seguro. Parecía intentar evaluar a Craig para medir su reacción pero terminó por rendirse. Dejó caer sus hombros, suspiró profundamente, y habló con incomodidad.
—¿Recuerdas lo que me dijiste hace un tiempo?
—Te digo miles de cosas todo el tiempo, Vinny.
El chico se llevó las manos al cabello. —Lo que me dijiste luego de la pelea con Lester. Acerca de imaginarme las reacciones de la gente a mi favor... —suspiró y cerró los ojos. Intentó seguir pero una risa llena de amargura lo interrumpió—. Acerca de poder pelear contra Scott.
Craig se mantuvo firme mientras lo escuchaba. Había sido inundado por una sensación familiar, un terrible presentimiento que lo hizo aferrarse del borde de madera del escritorio.
Vinny suspiró de nuevo antes de continuar. —No puedo, Craig. No puedo pelear con él. Al demonio todo lo demás; él es la única persona con la que definitivamente no podré pelear nunca.
—Pues deberías estar agradecido de que haya logrado convencerte de dejar esa tu lista —Contestó el tutor, y un suave gruñido proveniente de su pupilo hizo que su tono se endureciera aún más—. ¿Cierto? Porque sí has dejado atrás esa fase, ¿no? No hay razón para que tengas que siquiera considerar pelear con él...
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Escrito en el Asfalto
Teen FictionLa ciudad de Vertfort fue, por muchos años, tierra de nadie. Ahora, luego de generaciones de herederos, bancarrotas, absorciones y traiciones, quedan tres familias: Arkwright, Landvik, y Melville. Vinny Melville, a sus dieciocho años, es el joven h...