Tumbado sobre su cama, Craig observó el destello dorado de la luz del sol extenderse por el piso de su habitación, hasta llegar a sus pies. Saliendo de su ensimismamiento, el tutor se puso de pie y se dirigió directamente hacia la ducha. Una vez más, la noche había transcurrido sin oportunidad para descansar, inundada por un terrible sentimiento de ansiedad.
El cansanció venció a Craig durante un par de horas, pero igualmente despertó antes del amanecer, y tan pronto abrió sus ojos pudo sentir la rabia consumirlo de nuevo. La ira se arrastraba por su garganta, como un recuerdo del arranque de violencia que apenas logró evitar al enfrentar a Fester.
La tarde anterior, Dominic y Craig habían regresaron de su búsqueda con la nueva información. En un principio Ian se negó a creerlo; había luchado por mantenerse optimista, pero la evidencia era clara. Algo había sucedido, y nadie sabía a ciencia cierta dónde y en qué condiciones estaría Vinny luego del altercado. Fester no estaba en la mansión, y Craig vio frustradamente cómo pasaba el tiempo hasta que se cumplían las veinticuatro horas desde que el chico había desaparecido. Hacia la cena, todos se habían preparado para llamar a la policía y tomar el siguiente paso; sin embargo, el regreso de Fester a la mansión había terminado cortando cualquier plan de raíz.
—Señor —había dicho Craig, acercándose al magnate—. Su hijo sigue sin aparecer. Tengo razones para creer que ha sido secuestrado. Ya han pasado las veinticuatro horas pertinentes, es tiempo de involucrar a las autoridades.
Fester había volteado hacia él con una expresión divertida, como si le hubiese dicho la mayor ridiculez que jamás había escuchado. —¿Las autoridades? Por favor, Craig. ¿Secuestrado? Sí, por supuesto.
Fester había intentado avanzar hasta su estudio, pero Craig lo detuvo sosteniéndolo del brazo, algo que nadie aparte de él jamás se atrevería a hacer.
—Señor, estoy hablando en serio.
—Y yo también. Estás desquiciado si piensas que haremos esto de nuevo. Tuve suficiente de las autoridades cuando Henry decidió hacerme esta mala jugada. Me niego a que otro mocoso intente verme la cara de idiota.
Ian había dado un paso adelante para intervenir.
—Pero Señor, este caso es diferente...
—¿Qué tiene de diferente? ¿Que puede ser un secuestro? No sean tontos. Ese chico perfectamente puede hacerlo parecer de esa manera, solo para humillarme. Nadie en esta mansión llamará a la policía. Y tú —Fester había tomado a Craig por el hombro, apretándolo con fuerza y viéndolo directamente a los ojos, ambos desafiantes, ambos indispuestos a perder—. Si estás tan seguro que el chico ese desapareció, solo hay una cosa que puedes hacer: antes de que alguien más se entere, le harás un comunicado a la prensa. Dirás que Vincent se marchó con alguna anticipación a la universidad esa donde se suponía que iba a estudiar, o alguna en Europa, qué sé yo.
Fue entonces que Craig lo había sentido: una especie de fuego subiendo por su garganta, un ácido carcomiéndole la piel, la mano del magnate como magma sobre su hombro. Los años de experiencia lidiando con él no eran suficiente para contener su furia; quería tomarlo del cuello y sacudirlo hasta que reaccionara, lanzarlo desde el segundo piso, deshacerle el rostro a puñetazos.
—Señor... —había venido entonces la voz de Ian, medio derrotada, débil, pero suficiente para frenar el arranque de Craig. No era solo él quien se jugaba su pellejo; si cometía un error, los otros también terminarían pagando por él. No tenía un plan seguro. No había querido aceptar que Fester actuaría de esa manera, y antes de cualquier estupidez, sería mejor ordenar sus pensamientos para ser el más inteligente de los dos.
—Bien —fue todo lo que se forzó a decir. Se había alejado de Fester y avanzado hasta su habitación, donde había entrado directamente, con todo y ropa, a la ducha, bajo un chorro de agua fría. Le había dado golpes a la pared hasta calmarse, y luego había utilizado el resto del día para investigar.
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Escrito en el Asfalto
Novela JuvenilLa ciudad de Vertfort fue, por muchos años, tierra de nadie. Ahora, luego de generaciones de herederos, bancarrotas, absorciones y traiciones, quedan tres familias: Arkwright, Landvik, y Melville. Vinny Melville, a sus dieciocho años, es el joven h...