Capítulo 12.

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El sol brillaba con fuerza en lo más alto del cielo y los potentes rayos se filtraban por las ventanas del ático donde Tara tenía su habitación, su mundo. Sin embargo, aquella mañana, sus ojos no brillaban como aquella bola de fuego que calentaba el mundo. Había estado casi toda la noche llorando y tenía los ojos secos e hinchados.

Alguien repiqueteó varias veces tras la puerta de su habitación.

―¡No quiero ver a nadie!―Gritó Tara, apretando su cabeza contra la almohada y hundiéndose en él.

Estaba aplastada, rota. Todo lo que necesitaba en aquellos momentos era todo lo que la había roto la noche anterior. Se sentía vacía e insignificante, alguien tenía que levantarle el ánimo, pero ese alguien estaba de igual manera, encerrado en su cuarto, culpándose por lo que había hecho, por lo estúpido y gilipollas que había sido.

―Tara...―Murmuró Hayley, temerosa. Abrió la puerta suficiente como para poder entrever a su hermana bocabajo en la cama y llorando.

―Hayley, vete, por favor―Sollozó ella.

―Solo quiero saber que te pasa...―Cerró la puerta con cuidado tras ella y luego se dio la vuelta para dirigirse a la cama de su hermana, esperando a que esta no se levantase furiosa y la echase de la habitación a gritos―Tara... ¿Estás llorando?

―Cariño, no quiero hablar con nadie. Necesito estar sola―Le dio la espalda y se acurrucó entre las sábanas.

―Zayn―Soltó Hayley.

―¿Qué? ―Tara se volteó de inmediato con la esperanza de ver a Zayn allí, de pie, junto a su cama.

A pesar de que le hubiese roto el corazón se tiraría a sus brazos y lo perdonaría. Estaba dispuesta a perdonarlo. Solo necesitaba estar entre sus brazos y saber que a partir de allí todo estaría bien.

Pero allí no había nadie más que Hayley, mirándola con desolación y con los ojos empapados en lágrimas también.

―Lloras por Zayn...―Balbuceó la pequeña, apunto de estallar en llanto.

―Hay, mi vida...―Tara la observó con tristeza y luego se incorporó en la cama, sentándose en el borde para abrir los brazos y dejar que su hermana pequeña se acurrucara entre ella. Al instante Hayley comenzó a echar lágrimas provocando que Tara tampoco pudiese contenerse―Cariño, no llores. Tú no tienes que llorar.

―Pero quiero que Zayn y tú estén bien. Yo no quiero que se enfaden.

A Tara se le rompía el corazón aún más. ¿Cómo podía un ser tan minúsculo tener tan grandiosos sentimientos y ser consciente de todo lo que ocurría a su alrededor?

―Yo también, Hay. Yo también quiero estar bien con él. Quiero estar con él como siempre o incluso...―Si le contaba a Hayley el vuelco que habían dado sus sentimientos hacia Zayn se arriesgaba a que esta corriera a brazos del chico y se lo contara todo, pero su orgullo era demasiado grande y no podía dejar que después de lo que le había echo su mejor amigo este se diera cuenta de que Tara estaba rendida a sus pies.

―Sé que lo quieres, Tara. Y él también te quiere...

Tara tragó saliva y quiso creerla, pero no podía.

―Él no siente nada por mí―La voz se le quebró al decirlo―Quizás antes lo sentía, pero desde hace unos días está... distante, extraño. No hacemos más que pelear y... ayer me di cuenta de lo que le importo―Varias lágrimas rodaron por sus delicadas mejillas―Y ya no quiero hablar más de esto, Hayley. Lo siento. Por favor, déjame sola.

La pequeña la miró desolada, con los ojitos empapados. Se puso de puntillas y le besó la mejilla con amor, queriéndole decir que si alguna vez perdía a Zayn la tendría a ella, aunque fuese su hermana y una niña de casi cuatro años. Seguidamente, abandonó la habitación y Tara volvió a hundirse en la cama convirtiendo aquello en un mar de lágrimas.

Heart's SmashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora