Todo lo que había escuchado era cierto.
Nadie la estaba esperando en casa. Nadie estaba preocupado por ella. Nadie creía que aún pudiera seguir en pie. No le quedaba nada por lo que luchar. No le importaba su vida. Lo había perdido todo. La muerte de Lucas la había afectado de tal manera que su vida había quedado reducida a... ¿A qué? A nada. No había hecho más que llorar noche tras noche durante dos años después de ver una y otra vez los álbumes de fotos que juntos habían rellenado con los recuerdos de sus vacaciones juntos, de las fiestas, de la graduación, de las salidas que habían tenido, cuando habían ido al cine, de compras, a parques acuáticos... Todo se convertía ahora en nada, simples recuerdo que solo le causaban daño.
Y aquel chico le había traído la llave para dejarlo todo atrás.
Aún sostenía la jeringuilla con aquel líquido desconocido en su mano. No había podido dejar de mirarlo. Él le había prometido que sería una muerte rápida y lenta, ¿pero cómo podía ella creerlo? En aquellos momentos no podía confiar en nadie más que en si misma e incluso su mente estaba traicionándola ahora.
Volvió a dejarla sobre la bandeja y posó la mirada sobre las cuchillas plateadas, afiladas como los dientes de un lobo. Con las manos temblorosas y los dedos flaqueándole, cogió una de ellas.
Estiró uno de los brazos, dejó al descubierto la blanquecina piel de su muñeca y buscó con la mirada el tendón marcándose bajo la carne. Sólo tenía que atravesarlo e ir en busca de la yugular.
La cuchilla rozó contra su piel. Anna la arrastró y la sangre empezó a salir a la superficie.
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Lucas empujó a varios de los hombres que se encontraban en la entrada del bar y se abrió paso en busca de Hugh, uno de los hombres con los que había tenido que convivir durante dos años y que sabía que a esas horas de la noche encontraría bebiendo como un desquiciado sentado a la barra.
En cuanto lo localizó, se apresuró en llegar hasta allí y sin dudarlo ni un solo segundo, lo agarró del poco cabello que tenía y le estampó la cabeza contra la barra de bar.
―¡¿Qué demo...?!
―¡¡Maldito hijo de puta!! ¡¡Tienes a mi novia!!
―¿Tú no te habías...?―Hugh lo miró desde la barra, con la mejilla aplastada contra la madera y luego emitió un eructo. Iba totalmente ebrio y de aquella manera Lucas no conseguiría nada, aun así, ya lo tenía allí. No iba a perder la oportunidad de darle su merecido por haber cogido a Anna, por haberlo mantenido a él durante dos años separado de su familia y por haberle causado varias de las marcas que le quedarían para el resto de su vida en el cuerpo. ―¿Para qué vuelves? ¿No habías conseguido escapar? ¿Eres tonto? Ah, perdón. No me acordaba que tenían a tu princesita aquí y qué...
―¡¡Cierra la boca!! ―Lucas volvió a agarrarle de los pelos y le estampó dos veces la cabeza contra la mesa. La nariz de Hugh empezó a sangrar, pero él, sin embargo, reía, lo que provocaba aún más cólera en Lucas―¡¡Cómo esté muerta pienso convertir el resto de días de tu vida en un infierno!! ¡¡¿Me has oído?!! ¡Así que espero que no le hayas puesto un solo dedo encima!―Volvió a golpearle la cabeza contra la mesa con toda la rabia que pudo.
En ese momento le escocieron los ojos. No había llorado desde que tenía ocho años. Ni siquiera se había molestado en hacerlo cuando dos años antes lo habían separado de su familia, y ahora que se había reencontrado con sus hermanas, pensar que podría haber perdido a la mujer de su vida, las ganas de echarse a llorar eran tremendas, y para colmo, aquel desgraciado de Hugh no dejaba de reírse, como incitándole a golpearle más mientras Anna estaba en alguna parte viviendo sus últimos minutos.
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Heart's Smash
FanficElla siempre había sido su mejor amiga... Hasta que se dio cuenta de que la deseaba. Escritora: Verónica.