Capítulo 39.

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―Ya está, cielo. Ya está―Anna le agarró el cabello a Hayley mientras vomitaba.

Habían parado en un descampado después de conseguir perder de vista a aquel coche. Los había perseguido durante más de quince minutos. Todos se habían puesto nerviosos, Zayn había perdido el control y el coche había ido dando trompazos de un lado para otro. Habían sufrido varios frenazos brutales y en uno de ellos Tara se había dado un golpe contra el cristal. Un golpe tan fuerte que por poco no la hace perder el conocimiento después de que empezase a sangrarle la frente. Zayn había gritado su nombre, pero no pudo detenerse para asegurarse de que estaba bien. Aquellos tipos les comían el culo. No fue hasta que Zayn decidió salir de la ciudad y adentrarse por los caminos terrenales de un bosque de árboles frondosos donde no había absolutamente luz que los perdieron de vista. Zayn apagó los faros del coche y se mantuvieron en silencio y sumidos en la oscuridad durante cinco minutos, hasta que Hayley pidió que bajaran del coche porque se encontraba horriblemente mareada.

Anna se encargó de ella y le sujetó el cabello mientras vomitaba. Zayn se acercó a para asegurarse de que estaba bien.

―Déjame curarte eso, creo que hay un set de primeros auxilios en el coche.

―Puedo sola―Replicó ella sin mirarlo a la cara―No es tan grave.

―No, pero hay que desinfectarlo. Más vale prevenir que lamentar.

Tara rechinó entre dientes cuando se dio cuenta de que Zayn ignoraba sus palabras e iba al coche directo a por una trapo limpio y un botecito de alcohol. Impregnó el trozo de tela con aquel líquido y luego volvió hasta Tara para ocuparse de ella.

Se colocó frente a ella y con una mano le ahuecó la mejilla para mantener su cabeza firme. Tara se estremeció al tacto y se negó a mirarlo a los ojos. Luego soltó un "au" cuando Zayn colocó el trapo sobre la herida.

―Escuece―Se quejó Tara.

―Lo sé, y lo siento―Zayn dio un paso hacia delante para estar más cerca de ella y en ese momento, Tara pudo oler su aroma. A pesar del calor que habían pasado y del sudor que los había molestado por un rato, Zayn seguía oliendo de maravilla, aquel olor varonil y seductor que tanto le agradaba a Tara. Solo quería abrazarlo e impregnarse también de ese aroma tan sensual. Sin embargo, sus ojos se abrieron y se posaron sobre los de Zayn con un brillo especial que solo él sabía sacarle―Lo siento―Repitió Zayn, más lentamente y mirándola fijamente.

―Ya te he oído―Susurró ella. Se estaba perdiendo en las matices de sus ojos.

―Quiero que me escuches, no que me oigas.

―No vas a decirme la verdad―Replicó ella. Ambos mantenían un tono de voz firme y neutral, pero por dentro estaban enzarzados en una pelea entre dos corazones duros como piedras. ―No tengo porque escucharte.

Zayn suspiró y terminó de limpiarle la herida a Tara. No era algo grave. Era un simple corte de tres centímetros. Podría ocultarlo con varios mechones de pelo.

Antes de que Tara se marchara para comprobar cómo estaba Hayley sin darle las gracias a Zayn por la preocupación que no dejaba de mostrar por ella, él la agarró con ternura de la muñeca.

―Tara, por favor. Odio que me trates así. Sabes que jamás te haría daño. Solo quiero que confíes en mí y...

―¿Y qué? Me estás haciendo daño ocultándome lo que sabes, ¿no te das cuenta de eso? ―Hizo una mueca y apretó las facciones del rostro―No me pidas que confíe en ti si ni siquiera tú pones la confianza suficiente en mí. Somos amigos... Mejor amigos, perdón, desde el día que nacimos, nos lo hemos contado absolutamente todo a lo largo de estos dieciocho años, y ahora sucede esto, y cuando más te necesito, es cuando tu más me hieres―Los ojos se le llenaron de lágrimas y Zayn no pudo resistirse a estrecharla contra su cuerpo y darle un abrazo mientras contenía también las ganas de llorar―No puedes hacerme esto, Zayn―Sollozó Tara.

―Lo sé, lo sé―Gruñó él―Y odio estar así, odio hacer esto, pero no puedo contarte lo que sé. No puedo permitirme perderte.

Tara sorbió por la nariz y se separó de él lentamente, contra su propia voluntad, pues quería quedarse entre sus brazos para siempre. Entonces dijo:

―Ya me estás perdiendo poco a poco, Zayn.

Y el corazón de Zayn se resquebrajó un poco más.

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