Capítulo 77.

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—¿Cuántos? —Preguntó Lucas con las mejillas llenas de lágrimas y una suave sonrisa cruzándole el rostro.

Anna se mordió el labio y le apretó la mano con fuerza.

—Dos—Contestó—. Un niño y una niña.

Lucas la miró con sorpresa.

—Pues tenemos un problema.

—¿Porqué? —Preguntó ella, confusa.

—Porqué yo quiero tres. Todo niñas.

Anna rió entre lágrimas.

—Quiero tener tantas réplicas tuyas como sea posible.

Anna le golpeó la nariz.

—No eres tú el que tiene que ponerse gordo como una foca y luego pasar por el infierno de traerlas al mundo. Además, yo también quiero a un pequeño Luke haciendo trastadas por casa. ¿Qué pasará si tú te vas con las niñas y me dejas sola?

—Cariño—Le retiró el cabello de la cara—, jamás te dejaré sola.

Su tono de voz se tornó suave y sedoso. Anna dejó de sonreír y agachó la cabeza, empezando a tocarse las manos. Seguía sintiéndose culpable por lo que hizo.

Lucas se puso en pie y se inclinó sobre ella para atrapar sus labios en un tierno beso.

—Jamás—Murmuró sobre su boca—. ¿Me has oído?

Anna no dijo nada. Alzó la cabeza y volvió a besarlo.

En ese momento la puerta de la habitación se abrió y ambos se separaron.

En cuanto Tara puso un pie en el interior de la habitación, Lucas se despidió de Anna con un beso en la frente y pasó por el lado de su hermana, ignorándola como si fuera un fantasma, y salió al exterior. Tara sintió un escalofrío. La puerta se cerró tras ella.

—¿Cómo te encuentras? —Le preguntó a Anna, acercándose a ella.

Anna se encogió de hombros. No dijo nada hasta que se percató de que quizás Tara se encontraba en peor estado que ella. Tenía los ojos hinchados y rojos, como si hubiese estado llorando durante horas. Zayn habría cuidado de ella y la habría consolado, pero en aquel momento lo que necesitaba era el abrazo reconfortante de otra persona: el de su hermano.

No hizo falta que ninguna de las dos dijera nada. Ambas podían comunicarse con la mirada, con aquellos ojos acuosos, llenos de lágrimas.

—Tienes que hablar con él, por favor—Le suplicó Tara, agarrándole la mano—. He estado dos años sin Lucas, dos años separada de él. Ahora no puedo dejar que se aleje de mí de nuevo porque se haya enfadado. No quiero que me trate como si fuera invisible, como si no existiera. No sabes lo que duele eso... En estos momentos necesito a mi hermano más que nunca.

—No te preocupes—La consoló Anna, acariciándole la mejilla—Hablaré con Lucas—Aseguró después—. Siento haber provocado todo esto...

—No fue culpa tuya. Tú solo...—Perdió la mirada en el suelo de la habitación. Luego sacudió la cabeza y volvió a mirarla a los ojos— Mira, es mejor no pensar en el pasado, ¿vale? Imagino lo mucho que debe de doler perder a un hijo, tanto física como emocionalmente. Tanto tú como Lucas estáis sufriendo por igual. Ahora... Es mejor que nos centremos en el presente, en salir sanos y salvos de todo esto. Para empezar, quiero recuperar a mi hermano, quiero que todo vuelva a ser como antes...

—Tú conoces a Lucas igual que yo, Tara. Es tu hermano y sabes cómo es. En su corazón no hay espacio suficiente para albergar más odio y rabia de la necesaria, y mucho menos cuando se trata de las personas a quien más ama. Ahora está enfadado, sí, pero el enfado no le durará mucho. Hablaré con él, como te he dicho, y estoy segura de que antes del anochecer, volverá a tratarte como a la juguetona hermana a la que quiere tanto. Ya lo verás.





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