Capítulo 23.

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A la mañana siguiente, Tara se encontraba moviéndose de un lado a otro de su habitación sin cesar, presa de los nervios y de la inseguridad. Su mano envolvía su móvil desde hacía rato y no se decidía a hacer la llamada que debía.

Si seguía así, llegaría el fin del mundo y aún estaría allí, moviéndose como una estúpida. Si continuaba dándole vueltas al tema, acabaría volviéndose una paranoica y la persona con más dudas del mundo.

No podía pasar ni un segundo más del mismo palo.

Se detuvo, encendió el teléfono y marcó el número de Zayn para llevárselo después al oído.

Con los nervios a flor de piel esperó a oír su varonil voz mientras escuchaba con impaciencia la señal de llamada.

«Pi... Pi... Pi...»

Cada pitido la ponía cada vez más nerviosa y la incitaba más a colgar antes de que Zayn respondiese.

Pero no le dio tiempo.

―Eres la última persona de la que esperaba una llamada―La voz del chico filtrándose por su oído la hizo estremecer de pies a cabeza placenteramente.

―Ya...―Murmuró ella―Lástima que no sea una de tus putitas, ¿verdad?

―Cállate. Ya sabes lo que te dije sobre eso―Su tono se había vuelto brusco y por primera vez en su vida Tara se dio cuenta de que Zayn enfadado era aún más atractivo que de por sí. Deseó poder tenerlo en frente para que él la viera mordiéndose el labio de la manera que lo estaba haciendo ahora y para que ella pudiera ver los labios de él apretándose con fuerza―Tenemos que hablar y solucionar esto ya, Tara. No soporto estar así contigo, ¿me oyes?

―No fui yo la que me trató como basura cuando fui a recoger a mi hermana a tu casa―Le recordó con ego.

―Estaba enfadado, y aún debería estarlo―Corroboró―Pero prefiero que arreglemos esto.

―Tenemos que prepararle la fiesta a Hayley―Le soltó, dándole a entender que durante el par de días que les llevaría organizarlo todo tendrían tiempo suficiente para hablar, solucionar sus problemas y quizás, entregarse a la pasión.

―A las cinco paso a recogerte―Contestó él sin pelos en la lengua, yendo directo al grano y consciente de que Tara lo entendía todo.

Harían como habían hecho los tres años anteriores: Irían al centro comercial a comprar los regalos y las serpentinas junto al resto de decoración para la fiesta, gorritos y silbatos para los niños y luego se pasarían por la pastelería para encargar el pastel.

Al día siguiente volverían a verse: sacarían las mesas que hicieran falta al jardín para que todos los amigos de Hayley tuvieran un lugar donde sentarse durante la merienda y luego empezarían a decorar todo el recinto. Zayn se encargaría de contratar a un hombre que se disfrazase de payaso y de llamar a los de la compañía de hinchables para que trajeran varias de sus atracciones mientras que Tara escogería un precioso vestido para Hayley.

El día del cumpleaños, colocarían los cubiertos sobre la mesa y después esperarían a que comenzaran a llegar los invitados.

Toda esa tarea podía llevarles a extremos que no tenían nada que ver con cumpleaños, tartas o payasos.


En cuanto Tara cerró la puerta del coche, Zayn puso la mirada sobre ella y esperó a que sus ojos se encontraran. Cuando lo hicieron, Tara sintió un nudo en el estómago.

―¿Qué?―Preguntó Tara con seriedad y cruzándose de brazos.

―¿No me das ni un beso?

―Más quisieras...―Tara rodó los ojos desviando la vista de él―¿Piensas que he olvidado lo de la foto?

Heart's SmashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora