―No creo que nos hayan seguido. Estamos muy alejados de la ciudad―Dijo Zayn dejando pasar a las chicas al interior de la casa mientras encendía las luces. Habían conseguido llegar sanos y salvos después de que a Hayley se le pasara el mareo. Anna y Tara se habían ocupado de ella mientras que Zayn había estado a punto de perderse por el bosque y esconderse en alguna parte a llorar como un desolado. Era lo que más quería y deseaba, pero no era el momento indicado para hacerlo. Lo que le había dicho Tara era totalmente cierto: la estaba perdiendo, cada día un poco más. La confianza era, probablemente, lo más importante que debía haber en una relación, y él no era capaz de poner su confianza en ella porque el miedo a fallarle se superponía a cualquier otra sensación. Aun así, con aquella actitud, ya le estaba fallando de la peor manera.―Aquí estaremos seguros. ―Concluyó.
―Lo dudo...―Murmuró enseguida Anna con la mirada examinando cada rincón de la casa. Acogedora. Le recordó al verano que pasó con Lucas y sus amigos en una casa de campo también alejada de la ciudad, con un lago pegado al habitáculo y bosques inmensos alrededor.
Tara estaba detrás de ella, cargando a Hayley en brazos como si aún fuera un bebé de un año, quien se había quedado completamente dormida abrazando a su peluche favorito, el señor Orejas, mientras Zayn conducía por los últimos quilómetros que quedaban para llegar hasta la casa.
―Puedes acostarla en la cama de mis padres―Dijo el chico. Zayn miró a Tara a los ojos y supo al instante que los recuerdos de aquella noche tan maravillosa que habían vivido hacía pocos días se habían cruzado en su mente. Él tragó saliva y ella desvió la mirada hacia otra parte. Un simple gesto como ese causó una brecha más en el corazón del moreno.
―Yo me ocuparé de ella―Intervino Anna, acercándose a Tara para coger a Hayley en sus brazos y llevarla donde fuera―Si me dices donde puedo dormir, la dejaré allí―Le dijo a Zayn con ternura.
―Claro―Contestó él, tratando de sonreír. Jamás le había costado tanto hacer algo tan simple como curvar los labios.
Se encargó de mostrarle a Anna las habitaciones que había en la casa y ella decidió alojarse con Hayley en el ático. Era una habitación enorme de forma rectangular con las paredes de madera y el techo algo inclinado. Para entrar había que subir unas escaleras estrechas de caracol también de madera que se encontraban justo al lado de la puerta que daba a la habitación de los padres de Zayn. Había un baño a un lado de la habitación con una ducha. Fuera, cerca de la puerta, había una televisión, un sofá y un escritorio y varios muebles. La cama era doble y con doseles blanquecinos a lado y lado, con un estilo romántico que rodeaba todo el ambiente, y se encontraba en el centro de la habitación, con el cabezal contra la pared. Al fondo había un enorme ventanal desde el que se podía contemplar desde la lejanía el lago que estaba cerca de la casa. Había un pequeño balcón al que se podía acceder con suficiente facilidad. Las cortinas eran blancas y había un peluche enorme en uno de los rincones restantes de la habitación.
Cuando Hayley despertara, Anna estaba segura de que correría a Zayn para pedirle que se lo regalase.
La chica dejó sus maletas sobre una pequeña cómoda y luego acostó a Hayley entre las sabanas. Apagó la luz y volvió a bajar al primer piso con Zayn y con Tara. Justo cuando Zayn iba a sacar el tema de donde iban a dormir ellos dos, el móvil de Anna dio la señal de un nuevo mensaje y desvió a Tara y a Zayn del tema en el que iban a enzarzarse. Miraron a Anna esperando que lo que había recibido no fuera nada malo, pero Anna no se guardó para sí la expresión de confusión a la hora de decirles lo que acababa de recibir.
―Es un video―Dijo casi en un susurro. Normalmente, cuando alguien recibe un video, actúa con normalidad y tranquilidad, pero Anna estaba nerviosa y empezó a imaginarse cosas que le pusieron la piel de gallina.
―¿Un video?―Preguntó Tara, acercándose a ella y colocándose a su lado para verlo.
―Sí, pero no lo puedo ver desde aquí―Informó―El teléfono no acepta ese formato.
―Creo que en el salón hay cables con los que podemos conectar el móvil al televisor. Quizás podamos verlo.―Sugirió Zayn.
Tras dudar de si debían verlo o no, decidieron que lo mejor era aceptar la verdad y descubrir que estaba ocurriendo. Fuese lo que fuese. Debían ser fuertes y seguir adelante. No podían quedarse de brazos cruzados ocultándose por el resto de sus vidas. Eran unos adolescentes de entre dieciocho y veinte años. Tenían toda la vida por delante. Y luego estaba Hayley. Tan solo tenía 4 años. No podía vivir una vida basada en el miedo y en el desconcierto. Tara no iba a permitir que su hermana viviese de aquella manera. Iba a solucionarlo todo, por ella, por Anna, por Lucas, y duro a su pesar, por Zayn, porque en el fondo de su corazón solo quería saber que todo era un sueño y que él y ella eran felices.
Anna le dejó su teléfono móvil a Zayn y él se encargó de conectar y arreglarlo todo en el salón para que funcionase. Las chicas no apartaron la mirada de él.
La tensión empezaba a recorrer las venas de cada uno, por lo que ninguno fue capaz de sentarse y ver el video con tranquilidad, como si de una película se tratase. Fuese lo que fuera lo que estuviesen a punto de ver, algo los incitaba a pensar que no era bueno. El remitente del mensaje era desconocido y el video duraba casi diez minutos. No tenían ni la menor idea de lo que verían, de lo que aparecería en la pantalla. No sabían que pensar... Hasta que vieran el video.
Zayn le dio al play y se apartó varios metros de la pantalla para colocarse junto a Tara sin apartar la vista de lo que parecían ramas, plantas y árboles.
―¿Qué es?―Preguntó Tara enarcando una ceja y sin entender nada.
En la pantalla aparecía solo campo, al menos por el momento. Hojas y ramas verdes y húmedas, lo que dejaba claro que era verano donde fuera que sucedía el video. Alguien se movía entre la maleza como si estuviera espiando a alguien. Justo entonces la cámara se elevó varios centímetros del suelo con temblor, se escucharon varias risas maliciosas y se enfocó lo que había delante, a varios metros del terreno campestre: una carretera y una curva. Nada más. Todo eran bosques y campos en la lejanía. Y en ese momento, el corazón de Anna fue el primero en dar un vuelco.
Los ojos se le llenaron de lágrimas al imaginar lo que estaría a punto de ver y se llevó una mano a la boca para sollozar. Tara sintió como todo su interior empezaba a dar vueltas y Zayn se dio por perdido. Si aquello era lo que parecía ser, iba a perder a Tara y jamás podría volver a recuperarla.
Ninguno quería ver el video, pero los tres se mantenían ignorantes al hecho de acercarse y desconectar el cable.
Las miradas de los tres, ojos verdes y ojos marrones, estaban posadas sobre la pantalla como si hubiera reproduciéndose algún tipo de video con una ilusión óptica en su interior.
Pero todo se basaba simplemente en el hecho de que estaban a punto de presenciar la muerte de Lucas, grabada en video.
El BMW que conducía Lucas aquel verano, aquella noche que volvían de madrugada después de una fiesta a la que solo habían asistido chicos, apareció por el final de la carretera pavimentada. El día anterior había estado con Anna y le había prometido que no se pasaría con la bebida ni haría locuras. Hacía pocos días había cumplido los dieciocho y debía empezar a actuar como un adulto, no obstante, Lucas siempre había sido lo suficiente responsable como para cuidar de sí mismo y a la vez, cuidar de Anna y de sus hermanas menores.
Los recuerdos empezaron a cruzarse por la mente de todos cuando vieron con claridad como el zoom de la cámara aumentaba y se podía apreciar el rostro de todos los que iban en el vehículo. Lucas estaba al volante y hablaba animadamente con Kyle, uno de sus mejores amigos. En el asiento trasero iban Jack, Peter y Alex riendo como unos locos desquiciados, pero al menos parecían no molestar ni distraer a Lucas.
La última vez que Tara había visto a Lucas había sido aquella tarde, mientras él se preparaba en su cuarto para salir de fiesta aquella noche.

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Heart's Smash
Fiksi PenggemarElla siempre había sido su mejor amiga... Hasta que se dio cuenta de que la deseaba. Escritora: Verónica.