El calor en el ambiente se filtraba incluso por los rincones más pequeños de la habitación.
Con una sonrisa, Zayn se colocó sobre Tara, cubriéndole los muslos, el vientre y el pecho con su cuerpo antes de acariciarle una mejilla y clavar sus preciosos ojos marrones sobre los de ella.
Las facciones de Tara estaban tensas. Sonreía débilmente. Aquello le importaba demasiado.
―Tara...―Susurró Zayn―¿Tienes miedo?
Ella tragó saliva y respondió con sinceridad.
―No―Contestó en un hilo de voz―Contigo me siento estúpidamente segura.
―Lo estás―Zayn hundió la cara en su cuello y la besó con dulzura, haciéndole estremecer cada fibra de su cuerpo. ―No pienso hacerte daño ni pienso dejar que alguien te hiera.
Las palabras de Zayn se filtraban por los oídos de Tara hasta llegar a su corazón. No podía evitar sentirse segura y querida, protegida y feliz. Sintiéndolo encima de ella, una oleada de calor recorrió sus venas como una droga. Lo abrazó, lo estrechó con fuerza. La ternura de Zayn la vencía, cuando la desplegaba ante ella, conseguía que todo fuera más íntimo que una simple relación de amigos.
Zayn volvió a bajar por su cuerpo. Volvió a besarle los pechos, a aprisionarle los pezones. Le acarició los hombros. Le besó el cuello y la boca una vez más. Le mordisqueó las mejillas con un gruñido y ella rió, justo antes de sentir como él deslizaba las caderas entre sus muslos, colocando el glande justo en la entrada de su estrecha abertura. Hacía meses que ella no mantenía relaciones sexuales y Zayn era considerablemente grande. Probablemente aquello doliera los primeros minutos.
Él la miró a los ojos y le dio un besito en la punta de la nariz.
―Eres preciosa, Tara. Que nadie te haga creer lo contrario.
Y entonces empezó a empujar lenta e inexorablemente, un centímetro de su pene tras otro, sin detenerse ni esperar.
La incomodidad y el daño que esperaba sentir Tara hicieron presencia. Gimió, se retorció bajo él y lo agarró de los bíceps. A pesar de todo, quería sentirse llena y quería saber que en ese momento, Zayn era suyo. Solo suyo. No de Erika ni de ninguna de esas putas redomadas.
Tara arqueó las caderas, envalentonada, y dejó paso a la larga longitud de Zayn en su interior por completo. Soltó un gemido ahogado y él dejó escapar una maldición de entre sus labios.
Los huesos de ambos vibran, unos sobre otros. Estar de aquella manera con Zayn, tan cerca como nunca antes había estado, le hacían entrar ganas de ponerse a llorar por la emoción.
Volvió a alzar las caderas con rítmicos invites mientras él se hundía en ella hasta que la rozó con los testículos. La fricción le hizo contener el aliento. Cada nervio de su cuerpo se estremecía con anticipación.
Zayn continuó embistiendo, gruñendo de vez en cuando y hundiéndose en las mejillas de Tara para besarla. El resto del mundo desapareció para ambos, solo estaban ellos. Para Tara estaba Zayn y para Zayn estaba ella. No había nada más.
Zayn se introdujo hasta el fondo y volvió a salir. Tara gimió más alto. Sintió presión en una de las muñecas. Zayn le apartó la mano y las uñas que estaban clavándose en su espalda y la llevó por encima de su cabeza, donde la retuvo con firmeza. Con la otra, acarició su cuerpo y le amasó las nalgas, alzándolas para sumergirse en su cuerpo más profundamente, con más pasión y excitación. Ella jadeó sin poder evitarlo, una y otra vez. No podía mantener los ojos abiertos. Quería ver las expresiones de Zayn, sus dientes chocando entre sí, sus facciones contrayéndose... Cuando él clavó sus ojos en los de ella, consiguió la voluntad necesaria para quedarse prisionera bajo él. Respondió a todo lo que él le daba.
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Heart's Smash
FanfictionElla siempre había sido su mejor amiga... Hasta que se dio cuenta de que la deseaba. Escritora: Verónica.