Capítulo 85.

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Mary negó con la cabeza y se aferró al asiento.

—¿Qué hay de ustedes? —el individuo de consistencia fuerte y robusta miró a los padres de Zayn—¿Van a explicarle a sus hijos porque están condenados a ser unos desgraciados?

No contestaron. El silencio era incómodo, tenso, aterrador.

—Bien—Caminó lentamente por el escenario hasta colocarse detrás de John, quien no era más que un cuerpo herido tendido sobre un frío y duro suelo. El sujeto se llevó una mano a la parte baja de la espalda, sacó un arma y le apuntó a la cabeza—. Entonces lo mataré.

—¡¡No!! —Mary se levantó y corrió sobre el escenario. Nadie le impidió que cayera de rodillas y se echara sobre su marido.

—¿Vas a ser tu quien cuente la historia que estos niños se mueren por escuchar? No voy a dar una sola oportunidad más. Habla ahora o calla para siempre.

—Está bien, está bien...—sollozó Mary.

—¡No, no digas nada! —gritó Tricia.

—¡Merecen saberlo! —contestó Mary— Se acabaron los secretos, Tricia... Hay que contar la verdad. Debemos hacerlo... Son nuestros hijos. Ellos no merecen pagar por nuestros errores.

—Error dice...—El individuo que apuntaba con la pistola esbozó una sonrisa sarcástica— Eso no fue un error. ¡Fue un asesinato!

La sala volvió a quedar en silencio. Mary clavó sus ojos llenos de lágrimas en el chico. No debía de llegar a los treinta años, pero sus facciones se veían afectadas por el dolor y una rabia contenida durante muchos años. Ese chico tenía algo...

Se inclinó sobre ella.

—Cuéntales a tus hijos lo que tú, tu marido y los padres de Zayn le hicieron a Avra Williams.

En ese momento, cayó en la cuenta. Hizo un rápido cálculo mental y el corazón le estalló en el pecho. No podía ser...

Las pupilas de Mary se dilataron y la sangre comenzó a correr por sus venas aceleradamente, casi dejándola sin respiración.

—Oh, Dios mío... No es posible. Eres...—Se atragantó con sus propias palabras. Le costaba hablar. Iba a ahogarse con su propio e inminente descubrimiento— Eres su hijo; Kendrick Williams.

—¡Bingo! —El chico casi pegó un salto. Se abrió de brazos y lanzó una mirada al techo, como si fuera el cielo y pudiese ver un hueco entre las nubes desde donde una lluvia de luz celestial caía sobre él— Bingo, bingo, bingo. ¿Quién más se había dado cuenta? ¿Tú, Tricia? ¿O tú? Bueno— le dio una patada a John en el estómago—, tú ya lo sabías porque te lo dije antes, idiota.

—Te estás vengando de nosotros...—murmuró una voz.

Fue difícil distinguir de qué adulto provenía.

Tara se movía en su asiento presa del pánico y de la histeria. Los segundos se le hacían eternos. No hacía más que escuchar cosas sin sentido, conseguía piezas de un puzzle que nunca conseguiría acabar.

—¡Exacto! —volvió a gritar Kendrick—Bien, ahora ya lo saben, aunque tengo que decir que son bastante estúpidos como para haberse dado cuenta a estas alturas. Y ya es el momento de que uno de ustedes hable. Ya. Ahora. O empezaré a cargarme a sus hijos, uno por uno, empezando por la pequeña Hayley, luego a Anna, porque me muero por ver la escena que montará mi buen amigo Lucas—le guiñó un ojo. Aquel tipo estaba loco—. Después me encargaré de Tara y seremos testigos del océano que Zayn creara con sus propias lágrimas cuando tenga a su princesa muerta entre los brazos. Para terminar, los mataré a ustedes, muchachitos—señaló a Zayn y a Lucas con la pistola—. Aunque no piensen que por eso ustedes se librarán —ahora hablaba hacia los adultos—. A ustedes también los mataré, malditos hijos de puta sin sentimientos. ¡Los quiero a todos aquí arriba para que le cuenten la atrocidad que cometieron en el instituto!

Heart's SmashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora