Capítulo 83.

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—¡¿Qué ha pasado?! —Preguntó Tara saliendo de la habitación una vez vestida.

Lucas y Anna también acababan de salir de su habitación y se miraban entre ellos.

—Mamá acaba de llamar. Le ha pasado algo.

—¿Qué? —Tara frunció el ceño—Son casi las dos. ¿Por qué te ha llamado a estas horas?

—¿Y eso que importa? ¡Tenemos que ir a casa, Tara!

Zayn salió detrás de Tara y le lanzó su chaqueta al vuelo. Luego, el chico cogió en brazos a Hayley, que tan solo iba vestida con un body azul de manga larga con un estampado de nubes blancas y el abrigo. Los cuatro jóvenes y la pequeña salieron del hotel en plena oscuridad. Se despidieron del recepcionista que se encargaba del turno de noche y abandonaron el edificio.

—¿Qué es lo que ha pasado exactamente? —Preguntó Tara pegada a Lucas.

—No lo sé—Contestó él con un tono de voz que denotaba su exasperación—. Mamá llamó hace quince minutos para explicarme porque está ocurriendo todo esto y...—Se pasó una mano por el cabello— ¡Dios! ¡No sé qué ha ocurrido! He oído golpes, gritos y se ha cortado la llamada.

—¿Y papá? ¿Estaba con ella?

—Sí, supongo que sí, pero... Joder, vámonos. No podemos perder un segundo más.

Se zambulleron todos en el coche y Lucas introdujo la llave en el contacto tan rápido como sus dedos se lo permitieron. Puso el vehículo en marcha y pisó el acelerador.

Lucas condujo hasta su casa a una velocidad alucinante. A pesar de que las ventanillas estaban todas cerradas, Tara podía sentir el viento chocando contra su cara.

Era normal que Lucas estuviese preocupado por su madre y también por su padre. A pesar de que había pasado dos años separado de sus seres queridos y ellos se negaban a salvar su vida sólo por mantener un secreto oculto en sus corazones, Lucas no podía sentir odio ni rencor hacia ellos. Era imposible que no se quedara sin aliento al saber que sus padres estaban sufriendo, que les había pasado algo malo...

Quince minutos después, con el corazón en la garganta, Lucas apagó el motor y salió del coche.

—¡Lucas! —Hayley gritó detrás de su hermano y cuando él la miró, la pequeña corrió hasta él en busca de refugio y protección.

Lucas la cogió en brazos y la apretó contra su cuerpo, besándole el suave cabello.

—Tara, ¿tienes las llaves de casa? —Preguntó entonces.

—Sí.

—Bien. Zayn—Dirigió su mirada hacia el chico—, no te separes en ningún momento de mi hermana, por favor. Anna, ven aquí—La chica se acercó y lo agarró de la mano—. Si las cosas se ponen feas, salid corriendo, ¿de acuerdo?

Todos asintieron con la cabeza, incluso Hayley.

Tara se colocó primera y abrió la puerta con sus llaves, aquellas que sus padres le habían dado al cumplir los quince años, dándole la responsabilidad de entrar y salir de casa cuando ella quisiera.

El interior de la casa estaba completamente sumido en un silencio muerto y en un aterrador éter de oscuridad.

Con temblor en la voz, dijo:

—¿Mamá? ¿Papá?

Un grito procedente de la segunda planta le respondió.

Lucas y Tara compartieron una mirada de terror, y antes de que Zayn pudiese evitarlo, Tara se soltó de su agarre y salió corriendo en dirección a las escaleras de madera.

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