Capítulo 68.

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―No parece haber ninguna mejora―Comentó el doctor―Todo sigue igual.

―¿Y no hay nada que puedan hacer? ―Sollozó la madre de Zayn.

El hombre negó con la cabeza mientras anotaba algo en un papel y luego miraba al joven, tendido sobre aquella cama.

―Sólo podemos esperar―Dicho eso, abandonó la habitación.

Tricia se volvió a llevar las manos a la cara.

―No puede ser...

Tara sorbió por la nariz. Le temblaban las manos. Tenía ojeras y se sentía cansada, pero no quería cerrar los ojos. Quería estar despierta todo el tiempo para recibir a Zayn con un fuerte abrazo y un beso apasionado cuando él abriera los ojos. Porque sabía que lo haría, tarde o temprano.

―Tricia...―Murmuró con una voz apenas audible.

―¿Sí? ―Preguntó al mujer, alzando la cabeza hacia ella.

―¿Te importaría... te importaría dejarme un rato a solas con él? Necesito decirle algo y...

―Sí. Sí, claro. No te preocupes, cariño. Habla con él―Contestó, tratando de sonreír―Yo iré a tomar un café para no dormirme. Quédate con él.

Tara sonrió entre lágrimas y se acercó a la cama en la que se encontraba Zayn.

Hasta que la mujer no abandonó la habitación, no se atrevió a cogerle la mano, a inclinarse sobre él y a besarle los labios suavemente. Extrañaba el verdadero tacto; suaves y dulces. Ahora estaban resecos y blancos, cortados. Dios, odiaba verlo de aquella manera y no poder sentirlo en todos los sentidos; en su interior, en su corazón, recostado en su pecho, abrazándole, acariciándole el cabello y enterrando los dedos en aquellos mechones oscuros...

―No me dejes...―Sollozó la joven.

Zayn permaneció quieto como una estatua.

―Te necesito, Zayn. No puedes dejarme...―Entrelazó los dedos de su mano con la suya y apretó con fuerza―Dame una señal. Sólo una señal. Dime que puedes escucharme, que aún me quieres. Hemos... Hemos estado juntos desde el primer día. No puedo perderte, ¿entiendes? Eres todo lo que tengo, lo mejor que me ha pasado jamás. ―Se pasó la mano por los ojos―No puedo vivir sin ti. No puedo ver cómo me dejas... No soy capaz de imaginar un futuro sin ti; mi futuro. Quiero... quiero que despiertes de una vez, ¿de acuerdo? Y cuando lo hagas, huiremos lejos de aquí, juntos. Nos casaremos y tendremos muchos bebés, ¿sí? ―Sonrió, con las lágrimas deslizándose por sus pálidas mejillas, a la espera de que Zayn abriera los ojos y murmurara: "Sí, nos casaremos y tendremos todos los bebés que quieras".

Pero siguió sin ocurrir nada. Todo seguía igual; en silencio. Un silencio muerto.

Tara se llevó una mano a la boca y se echó a llorar, incapaz de controlar sus emociones. Dejó caer la cabeza contra el colchón y gimió de dolor. Se sentía muerta, y ansiaba volver a sentirse viva. El único que podía conseguirlo era Zayn, abriendo los ojos y estrujándola contra sus brazos.

Sólo le dio un apretón en la mano.

El corazón de Tara dejó de latir un par de segundos.

Alzó la cabeza y miró a Zayn con los ojos abiertos de par en par.

―...¿Zayn?... ―Susurró.

Bajó la mirada hasta la mano que mantenía unida a la del chico. No había nada extraño, pero había sentido aquel apretón, estaba segura. Zayn le había apretado la mano. Le había dado una señal; la señal que necesitaba.

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