Capítulo 87.

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—No fue tan difícil averiguar la verdad sobre lo que le ocurrió a mi madre—murmuró Kendrick una vez Lucas estuvo sobre el escenario—. Yo era pequeño, muy pequeño, pero mi abuela fue de gran ayuda. Mientras crecía, yo no podía sacarme a mi madre de la cabeza. La echaba de menos. Mi abuela me habló sobre como la habían tratado en el instituto, me contó que había unos chicos en concreto que le hacían la vida imposible, y que los había visto en el funeral, aterrados, escondiendo algo bajo sus rostros... Cuando crecí me dediqué a averiguar la verdad, y no fue muy difícil descubrirla. Vuestros padres se habían largado de la ciudad, ¿por qué? ¿Qué era lo que les había hecho huir?

—Nosotros no sabíamos nada...—rugió Lucas—Entiendo que quieras vengarte, pero nosotros no tenemos nada que ver. ¡Nunca hemos tenido nada que ver, joder!

El grito distrajo a los presentes. Zayn aprovechó para golpear con una buena táctica a uno de los hombres que se encontraba más cerca de él y lo dejó inconsciente. Le arrebató el arma y disparó a uno de los bidones que había sobre el escenario.

—¡Agáchate! —le gritó a Tara. Ella obedeció como una santa. Y Anna hizo lo mismo.

Zayn corrió hacia el escenario, también inclinado para evitar que las balas que dispararon otros hombres lo alcanzaran. Llegó al escenario y sacó un mechero que llevaba en el bolsillo. Lo encendió y lo dejó caer sobre el enorme charco que se había formado sobre el escenario, el líquido que había escapado de los bidones. Gasolina. Las llamas aparecieron a la vista de todos como por arte de magia y el establecimiento se calentó a la temperatura del sol. Lucas saltó fuera del escenario y se abalanzó para coger a Anna de la mano y salir juntos de allí. Zayn cogió a Hayley y luego corrió a por Tara, quien atestó una patada en los testículos al tipo que intentó detenerlos. Éste se dobló en dos. Llegaron los cinco a la puerta. Cuando estuvieron allí, una bala rozó el brazo de Zayn y el joven cayó con un grito en el hall del edificio.

Lucas cerró la puerta y gritó a Anna para que le acercara una viga que se había desprendido del techo. La colocó contra la puerta y así impidió la salida de cualquiera que se encontrara en el interior. Iban a pudrirse allí dentro por todo lo que habían hecho.

Tara gritaba histérica en el suelo, junto al cuerpo de Zayn.

—¡Zayn! ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Zayn, dime que estas bien! ¡Zayn!

—Sí... ¡Ah! Joder, espera... Es...

—¿Qué ha pasado? —vociferó Anna con las pupilas dilatadas.

—¡Le han disparado!

—Solo me ha rozado la bala—dijo Zayn en voz baja.

—¿Estás bien? —preguntó Hayley.

—Sí, pero escuece...

—¿Seguro que estas bien? —Tara le había ahuecado el rostro entre las manos.

—Sí, sí...

—Levántate. Tenemos que salir de aquí—corroboró Lucas.

—No podemos dejar a mamá y a papá aquí—adujo Tara.

—Después de todo por lo que nos han hecho pasar, ¿vas a perdonarlos?

—Tengo corazón, Lucas—contestó mientras ayudaba a su novio a levantarse.

Lucas rezumó.

—Está bien, pero no nos separaremos. Deberíamos buscar algo con lo que podamos defendernos.

Zayn levantó el brazo que no tenía herido y sacudió el arma que aún sostenía.

—Esto nos servirá—dijo.

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