Capítulo 78.

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El pasillo era ancho y estaba bien iluminado, el suelo estaba cubierto por una fina moqueta de color rojo vivo y a lo largo de las paredes había cuadros con diferentes paisajes grabados en ellos.

Lucas se pasó la mano por la cara. Estaba cansado. Se detuvo frente a la puerta contigua a la habitación que ocupaban él y Anna. Golpeó con el puño varias veces y se mantuvo inmóvil hasta que Zayn abrió la puerta.

—¿Todo bien? —Preguntó el menor.

—Sí, todo bien—Contestó Lucas, esbozando una pequeña sonrisa—¿Puedo hablar un momento con mi hermana?

—Claro. Estaba dándose una ducha, pero creo que ya ha terminado. Espera un momento—Desapareció diez segundos para luego regresar—. Está acabando de secarse el pelo. Pasa—Se hizo a un lado y Lucas entró en la estancia—. Os dejaré a solas. Voy a tomar un café a la cafetería. Me vendrá bien.

Lucas le dio la razón.

Dicho eso, Zayn cerró la puerta y se marchó.

No había pasado ni un minuto cuando Tara salió del baño. Llevaba una sudadera de Zayn y unas mayas negras. Su cabello estaba suelto y caía abiertamente sobre sus hombros y pechos. Sus mejillas estaban rosadas, sus labios húmedos y sus ojos brillaban. Era preciosa y Lucas era consciente de ello. Adoraba a su hermana, tanto por dentro como por fuera, y no podía permitir enfadarse con ella en momentos tan tensos y difíciles como los que estaban viviendo.

—¿Anna está bien? —Preguntó Tara algo tímida, pues sabía que la relación con su hermano no estaba pasando por el mejor momento. Ella también quería volver a estar bien con Lucas. Odiaba enfadarse con él. No quería perderlo. Ya lo había hecho una vez y había sido el peor momento de su vida.

—Sí, Anna está bien. Está descansando—Contestó.

Un silencio absurdo se hizo en la habitación. Tara se mordió el labio y Lucas se rascó la nuca.

Alzó la mirada y sus ojos se clavaron en los de su hermana.

—Tara, me he comportado cómo un....

Tara se llevó las manos a la cara e hizo una mueca de dolor, aguantándose el llanto. Estalló.

—Lo siento, Lucas. Lo siento. Te juro que yo quería decirte que ibas a ser papá, pero con todo lo que estaba sucediendo... No sé qué me pasó. Escuché a Anna. Estaba dolida. Se sentía perdida. Yo creí que...

Lucas acortó la distancia y se colocó frente a ella.

—Tara, olvídalo. No fue culpa tuya—Le dijo—. Soy yo el que siente haberse comportado como un idiota. Estaba impulsado por las hormonas. Acababan de decirme que mi novia había estado cerca de la muerte y que nuestro bebé había muerto—Le agarró el rostro entre las manos y apoyó su frente contra la de ella—. Lo siento. Lo siento. Lo siento.

Tara abrió los brazos y abrazó a Lucas, apretándolo con fuerza contra ella. Ocultó la cabeza en su pecho y lloró. Lloró por él, por Anna, por el bebé que ya no existía, lloró por todo, por el miedo que sentía, por la inseguridad que se apoderaba de ella cada noche. Lloró porque necesitaba llorar.

Lucas le devolvió el gesto. Se aferró a ella como si fuese lo único que necesitaba para vivir.

—Con cada día que pasa siento que no puedo más—Sollozó ella—. Siento que el peso del mundo cae sobre mis hombros y que no puedo hacer nada para evitar hundirme—Se aferró con fuerza a los hombros del chico—. Lo último que necesito ahora es perderte. Me duele lo mucho que te quiero, y eso... Eso es...

—Shhht—Lucas le acunó la cabeza contra su pecho—. Escúchame, cariño...—Se inclinó, aún abrazándola, y colocó los labios en su oído, regalándole una tierna caricia al mínimo roce. Tara se estremeció—. Ama. Ama, Tara—Le susurró—. Si te duele es buena señal.

Heart's SmashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora