―¿Qué tal se lo han pasado? ―Les preguntó la madre de Tara cuando entraron al coche, después de dejar las maletas en el maletero.
―Genial―Contestó Tara.
―El agua estaba de maravilla―La siguió Zayn, pasándose por delante el cinturón para atarse.
―¿Sí? Bueno, entonces volveremos muy pronto, si les apetece.
Tara y Zayn se miraron, compartieron una mirada y sonrieron.
―¿Tienen hambre?―Interrumpió el padre de Tara.
―Uff―Zayn sonó exasperado. Se llevó una mano al estómago y se dibujó varios círculos en él, sobre la camiseta―Creo que si paso una hora más sin comer, moriré de hambre.
Los allí presentes soltaron una carcajada.
―Pobrecito...―Murmuró Tara, imitando la voz de un bebé. Llevó una de sus manos a la mejilla de Zayn y colocó el labio inferior sobre el superior, fingiendo pena y tristeza.
Una hora después, el padre de Tara sacaba las maletas del coche para dárselas a su hija y a Zayn. Mary, la madre de Tara, abría la puerta de casa y entraba seguida de los chicos y su marido.
Minutos antes, habían estado sentados en una mesa del McDonald's, tomando una hamburguesa y una Coca-Cola. Eran cerca de las ocho y media cuando habían abandonado la playa y cerca de las diez cuando habían llegado a casa.
Zayn y Tara habían sacado la ropa sucia de las maletas y la habían puesto a lavar. Luego, habían subido a la habitación de la chica, en la que llevaban durmiendo ambos desde hacía dos noches.
Aquellas cuatro paredes eran el cobijo de Tara. Era un cuarto grande, rectangular, que se encontraba en el ático de la casa. Suelo -cubierto por una moqueta-, paredes y techo de madera. Acogedor y reconfortante. Un gran ventanal llevaba a la terraza y tras una puerta de color marrón oscuro estaba el baño de Tara.
En una esquina, a la derecha, había dos camas colocadas en forma de L, contra la pared. A la izquierda había un sofá, donde millones de veces habían estado tumbados ella y Zayn de mala manera, comiendo palomitas y viendo una película en el televisor que había enfrente. Justo al lado había un pequeño escritorio con varios libros y un ordenador. Pegado a él, encontrábamos una estantería llena de peluches de todo tipo; le encantaban, y muchos de ellos se los había regalado Zayn. Y en el único rincón libre había un gran armario empotrado donde se encontraba toda la ropa de Tara, incluidos los zapatos. En los espacios restantes había un aparato de música, varias repisas con recuerdos de lugares a los que había viajado, cuadros con fotos enmarcadas donde aparecía con sus familiares y amigos, algún que otro trofeo que había ganado mientras estuvo en el grupo de porristas del instituto, y otras cosas que eran de menor importancia.
Aquella era la habitación de Tara. Aquel lugar donde se sentía extrañamente bien, mejor que en ningún otro. Allí encontraba lo que necesitaba en cualquier momento, ya fuera algo en concreto o simplemente relajación. Entre aquellas cuatro paredes había pasado momentos inolvidables. Momentos con sus amigos, familiares y con su hermano Lucas, al que nunca olvidaría.
Creo que es importante mencionarlo porque fue una persona muy importante para Tara. No solo porque fuera su hermano si no porque también había sido muchas veces su confidente y su ayuda, aunque no tanto como lo era Zayn, ya que con su hermano tenía bastantes peleas y discusiones tontas, pero desde que falleció años atrás en un accidente de coche, se dio cuenta de que lo necesitaba, y mucho.
Nadie sabe exactamente que ocurrió. La historia contada por sus amigos, -los supervivientes- dice que volvían de una fiesta de madrugada, pero que no habían bebido ni tomado nada que pudiera hacerles perder el control. Sin embargo, un coche venía de frente con las luces encendidas y a toda velocidad. Apenas pudieron ver nada. El choque fue brutal, y Lucas, que iba al volante, falleció por un golpe en la cabeza. Perdió mucha sangre y fue imposible hacer nada para salvarlo.
Tara estuvo destrozada durante meses, empezó a faltar al colegio, dejó de comer, apenas salía y no le apetecía hacer otra cosa que quedarse encerrada en su habitación, llorando, perdida y desconsolada.
Él único que consiguió sacarla de aquel profundo agujero en el que había caído fue Zayn.
Zayn cerró la puerta de la habitación y se descalzó para no manchar la moqueta. Tara ya lo había hecho segundos antes.
―¿Entras tu primero?―Le preguntó, señalando el baño.
Él asintió y se encaminó hacía allí. Entró y cerró la puerta. Se quitó la ropa y la dejó en una banqueta de madera que había en un rincón, luego se metió en la ducha y empezó a quitarse el rastro de sal que había quedado pegado a su cuerpo a causa del agua del mar.
Tara se encargó de coger sus chanclas y las de Zayn y las sacó a la terraza, dejándolas en una esquina. Tuvo el impulso de acercarse al borde y echó un vistazo a las hileras de casas que se veían desde allí. Se estuvo unos minutos admirando el paisaje, viendo la salida de la luna en el horizonte. Apenas había gente por las calles, hacía frío y estaba oscuro. Cuando volvió a cruzar el ventanal para volver de nuevo a la habitación, fue hasta su armario y de allí sacó la ropa que se pondría después de darse la ducha: unos shorts rosas de algodón y una camiseta blanca.
―¡Tara!―Zayn gritó desde el baño.
―Dime―Le contestó ella, cerrando las puertas del armario.
―¡¿Puedes acercarme mi ropa?! ¡Está a los pies de la cama!
Tara se dio la vuelta y lo comprobó. Fue hasta allí y la cogió para llevársela. Dio dos golpes en la puerta y Zayn abrió un poco, lo suficiente como para sacar el brazo y asomar la cabeza.
―Gracias―Le dijo, cogiendo la ropa y regalándole una sonrisa.
Veinte minutos después, era Tara la que salía del baño, con las manos en el cabello, tratando de acomodárselo. Zayn estaba tirado en la moqueta, frente al televisor, buscando un canal en el que dieran algo divertido, pero no parecía tener mucho éxito.
―Vaya basura que dan en la televisión―Se quejó, tirando el mando al sofá. Se levantó y se tiró de mala manera en la cama donde dormía.
―Podemos ver una película―Sugirió Tara―Echa un vistazo―Sacó una caja de cartón enorme de debajo de la cama y se la pasó a Zayn.
En cuanto le dieron al play, Tara se sentó en el sofá y Zayn se tumbó, recostando la cabeza en las piernas de la chica.
En ese preciso momento, la madre de Tara entró en la habitación. Ambos desviaron la mirada de la pantalla hasta Mary.
―Creí que ya estaban durmiendo―Dijo, sonriendo―Pero ya veo que aún les queda energía-Tara esbozó una sonrisa―¿No están cansados después del ajetreado día que pasaron en la playa?
―Bueno...―Empezó a decir Tara, pero Zayn la interrumpió.
―Lo más probable es que dentro de media hora me haya quedado dormido como un lirón.
Tara acompañó a la pequeña risa que su madre dejó escapar.
―No se acuesten tarde, ¿sí?―Les repuso después―Y no hagan mucho ruido. No quiero oír ataques de risa desde la cocina...―Y les lanzó una rápida mirada acechante a la que ellos respondieron con gracia.
Y tal y como Zayn había dicho, treinta y cinco minutos después, estaba durmiendo como un tronco.
Tara había comenzado a jugar lenta y tiernamente con su pelo, entreteniéndose mientras miraba la película. Y el dulce placer que aquello le produjo a Zayn, se mezcló con el cansancio acumulado y terminó llevándolo a caer en los brazos de Morfeo.

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Heart's Smash
FanfictionElla siempre había sido su mejor amiga... Hasta que se dio cuenta de que la deseaba. Escritora: Verónica.