Capítulo 50.

2K 95 36
                                    

Hayley. Hayley. Hayley.

El nombre retumbaba en su cabeza.

Algo estaba pasando, algo malo. Tenían a alguien y ese alguien había gritado el nombre de Hayley. La voz le sonó familiar, pero en aquel momento no pudo pensar con claridad. Si aquellos bastardos tenían Hayley, acababan de meterse en un buen lío. Se había mantenido al margen durante dos años con tal de que no hiriesen a nadie más. Había tenido sus revuelos y debido a eso había acabado con varias palizas, y al parecer, todo terminaba en la conclusión de que aquellos imbéciles no tenían nunca suficiente y que su palabra no valía más que una piedra en medio del camino.

Aquella mañana había oído muchas voces en el edificio. Todo el mundo andaba de un lado a otro y por primera vez, parecía que se habían olvidado de él. No iba a rendirse otra vez. No podía dejarlos ganar y salirse con la suya.

Salió de su habitación y trató de bajar al bar en busca de una salida, ya que la puerta de emergencia de la primera planta estaba cerrada.

Alguien no tardó en verlo y tuvo que enfrentarse a él cuando trataron de golpearle. Recibió un corte en un brazo y salió corriendo por el edificio antes de que fuera demasiado tarde. Se escondió en otra habitación y se metió en el baño. La manga de la camiseta estaba llena de sangre y la herida le ardía. La carne le quemaba.

Se sacó la sudadera y luego se despojó de la camiseta, quedando frente al espejo con el abdomen desnudo y unos pectorales fibrados, pero no fuertes en exceso. Había otros cortes a lo largo del vientre y cerca de la cintura, mas no eran importantes. Aquello ya era un dolor convertido en recuerdo.

Rebuscó por los cajones del baño una aguja e hilo. Cuando los encontró, tuvo que arreglárselas solito para coserse el corte y evitar que la sangre siguiera brotando. Sintió un leve mareo cuando se limpió la zona herida con un trozo de tela bañada en alcohol. Apretó los dientes y gruñó. Ya estaba acostumbrado al dolor. A todo tipo de dolor, tanto físico como psicológico.

Fue entonces cuando escuchó aquella voz gritando el nombre de su hermana. Había más voces de por medio. Voces masculinas. Obviamente, aquellos hijos de puta habían atrapado a alguien más, pero tenían a la niña, y eso fue lo que captó toda su atención.

Salió del baño, se puso la camiseta y se pasó la sudadera por la cabeza.

Se disponía a salir de la habitación cuando la puerta se abrió de par en par inmediatamente sin dejar ver a nadie al otro lado.

Después de que el corazón le saltara en el pecho, se percató de que si había alguien. Agachó la cabeza y la vio allí parada, mirándolo con ojos abiertos como naranjas.

―¿Hayley?

La pequeña lo miró con los ojos hinchados y húmedos de tanto llorar.

El chico tenía sus mismas facciones, los mismos rasgos en el rostro. Ojos marrones y profundos. Pelo desordenado e informal, rubio. Músculos fibrados, alto y atractivo.

Habían pasado dos años, pero lo reconocería donde fuera.

―...¿Lucas?

______

FIN DE LA PRIMERA PARTE.

Heart's SmashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora