Capítulo 43.

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Tara sorbió por la nariz sin molestarse en limpiarse el rostro, empapado en lágrimas. Tenía los ojos hinchados y rojos. Respiraba con dificultad y el peso de su corazón en el pecho le dolía.

Cuando ladeó la cabeza hacia Zayn, se sintió traicionada, perdida y sola.

―¿Cómo...?―Apenas podía hablar. Le dolía la garganta. Estaba seca. Ver las facciones de Zayn contraídas por el dolor que él también sentía la rompían poco a poco, cada vez más. No sabía qué hacer o que decir. Solo lloraba sin cesar.

Zayn abrió la boca, casi inseguro de lo que iba a decir. Solo quería abrazarla y pedirle perdón. Se pasaría el resto de su vida disculpándose por lo que había hecho si era necesario, pero en cuanto un sonido escapó de su boca, Tara tomó el relevo y el dolor que sentía en aquellos momentos se mezcló con la rabia, la frustración y lo destrozada que se sentía por culpa de Zayn.

―Confié en ti...―Sollozó sin dejar de mirarle a los ojos―¡Confié en ti, Zayn! ¡Te lo di todo! ―Zayn quería llorar. Cada palabra que salía de la boca de Tara era como un puñal clavado contra su estómago, y el sentimiento era el peor del mundo. Se negó que las lágrimas salieran de sus ojos. Él era el culpable de aquella situación. El dolor que sentía era lo que se merecía―¡Y tú no fuiste capaz de confiar en mí de la manera en que yo confié en ti!

Tara dio un paso hacia él y antes de que él pudiese reaccionar a cualquier movimiento, la palma de la mano de Tara se estrelló contra su mejilla.

―¡Tara!―Anna, con el rostro en lágrimas también, cogió a la chica de la muñeca y la apartó de Zayn.

Tara se zafó de su agarre y no volvió a mirar a Zayn. Salió corriendo de allí dejando a Anna en un océano de lágrimas y a Zayn con el corazón en un puño. No quería ver a nadie. Necesitaba estar sola. Quería a Lucas, quería a Lucas con ella para que la abrazara, le besara la frente y le prometiera que aunque las cosas no iban a ser perfectas, él jamás iba a dejarla.

Entró en la habitación donde días antes había estado entregándose a Zayn en cuerpo y alma, se tendió en la cama boca abajo tan rápido como pudo, se aferró a una almohada y empezó a llorar desesperadamente.

Mientras tanto, en el salón, todo permanecía en silencio. La pantalla de la televisión negra como el tizón. Anna tenía los ojos clavados en Zayn y él se sentía la peor persona del mundo. Estaba a punto de salir corriendo a cualquier parte y acabar con su vida. No quería sentirse así, pero tampoco quería que Tara se sintiese de aquella manera ni quería que Anna pasase por aquella situación. Ya había tenido bastante, pero todo lo que estaba sucediendo era por su culpa. Solo suya. Culpa de un adolescente de dieciocho años que se había comportado como un niño que acabase de romper un jarrón y tuviese miedo a que sus padres le castigaran sin jugar a la pelota.

Anna se acercó lentamente a él sin dejar de llorar y Zayn se preparó para recibir otra guantazo, sin embargo, antes de darse cuenta, Anna había rodeado su cuerpo con sus brazos y se había echado a llorar en su hombro.

Zayn se sintió más confundido de lo que ya estaba. Los ojos se le llenaron de lágrimas y cuando sintió que Anna se aferraba con más fuerza a su cuerpo, una de ellas escapó por su mejilla y no pudo evitar abrazar a la chica.

―Lo siento, Anna...―Susurró sin tener idea de que más podría decir.

―No fue tu culpa―Murmuró ella contra su pecho sin dejar de llorar―Alguien... Alguien planeó todo esto. Tú no tienes la culpa de nada.

―Pero... Pero debí contarles lo que sabía a ti y a Tara. Ahora ella...―Dios, no podía siquiera pensar en cómo sería su futuro con Tara si aquello continuaba de aquella manera. Apretó a Anna contra su cuerpo y le besó el cabello mientras ambos lloraban.

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