Capítulo 63.

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El mundo giraba a su alrededor.

Mierda, pensó.

Dejó caer el brazo sobre la barra y trató de recuperar el control. Se sentía mareado y perdido. Empezaba a dolerle la cabeza de una manera horrible.

―Erika...―Murmuró Zayn.

La veía frente a él, pero veía a dos de ellas y todo era demasiado confuso. Cerró los ojos y se los frotó con el puño en un intento por recuperar la totalidad de su vista.

―Apestas, Zayn―Se rió ella―Pero voy a perdonarte lo que acabas de decirme... Si me besas―Esbozó una sonrisa erótica y se inclinó sobre él.

Zayn no pudo distinguir la distancia. Más lejos o más cerca. Todo cambiaba de tamaño y se movía rápidamente en decimas de segundos. Trató de echarse hacia atrás, pero se movió demasiado y notó que perdía el equilibrio. Iba a caerse de la silla e iba a llevarse un porrazo enorme contra el suelo de madera, pero antes de caer y de llevarse un buen golpe en la cabeza y en la espalda, alguien agarró a Erika y la lanzó también contra el suelo.

―¡Aléjate de él, zorra sin cerebro!―Tara le pegó una bofetada y la empujó contra el suelo, haciéndola caer del taburete, luego se colocó sobre ella y le dio un puñetazo.

―¡¿Qué demonios haces tú aquí?! ―Gritó Erika, tratando de agarrarle las muñecas y detenerla.

―¡Cierra la boca, puta!

―Tara...―Murmuró Zayn desde varios metros más atrás, tratando de incorporarse y llevándose la mano a la cabeza. Le dolía de una manera horrible. En cualquier momento explotaría y sería incapaz de hacer cualquier cosa que no fuera perder el conocimiento. ―¡Tara, basta, por favor! ―Quería detenerla y evitar que saliera herida, pero no sentía las piernas, no podía erguirse y separarla de Erika para protegerla.

El montón de hombres y de camareras que había en el local se habían volteado hacia ellos y los miraban con sorpresa. Lucas no tardó en aparecer y ni siquiera se molestó en mirar a su alrededor. Fue directo hacia su hermana y la agarró por la cintura, separándola de Erika mientras esta le arrancaba varios mechones de pelo a Tara y esta gritaba de dolor.

―¡Eh! ―Un hombre alto, gordo y con barba les gritó desde la lejanía. Cuando Lucas se giró para mirarle, dedujo que probablemente era el dueño del bar, vestido con pantalones de cuero, botas, una camiseta negra con el estampado de una Harley Davidson y el cabello largo y grisáceo. Lucas apretó la espalda de Tara contra su pecho para evitar que se zafara de sus brazos.―¡Peleas en mi bar ni de puta madre! ¡Si tienen algo que solucionar, a la puta calle, ¿de acuerdo, mocosos?!

―¡Suéltame, Lucas, maldita sea! ―Gritó Tara.

―Sal de aquí―Le ordenó su hermano. Se dio la vuelta, dándole la espalda a Zayn y a Erika, y empujó a Tara hacia la salida. ―¡Sal ahora mismo!

Tara le lanzó una mirada mordaz e hizo lo que decía, pero sabía que en cuanto Erika pusiera un pie fuera del local, iba a destrozarle la cara por querer arruinarle la vida de todas las maneras posibles. No se merecía sonreír jamás.

Lucas se dio la vuelta y cuando se percató de que Erika estaba a punto de dirigirse hacia la puerta trasera del bar para escapar, la agarró del brazo y la fulminó con la mirada.

―Tú te vienes conmigo.

―Suéltame―Gruñó ella sin dejar a la vista del joven una pizca del miedo que sentía. Lucas no era una chico problemático, había tenido varias peleas en el instituto, pero no era conocido por ser un matón. Aún así, todo el mundo sabía que cuando se trataba de proteger a su familia, podía ser capaz de cualquier cosa, y a Erika le aterraba que pudieran hacerle daño, por más que no dijera una palabra sobre ella ni dejara que los demás se dieran cuenta.

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