Anna se sirvió la leche en una taza de cerámica de color rosa y se sentó en un taburete de madera frente a la isla que había en medio de la cocina. Cogió una de las galletas que se encontraban en un pequeño plato y se la llevó a la boca. Estaba muy cansada. Apenas eran las nueve de la mañana. Se había acostado pasadas las tres por culpa de las incesantes ganas de molestarla que tenía Lucas. Habían estado revolcándose de un lado a otro de la cama durante más de tres horas, y aunque ahora estuviese muerta de sueño, tenía que reconocer que su marido era la persona más divertida que había conocido jamás –sin lugar a dudas-.
—Mmm... Galletas—Murmuró Lucas tras ella.
Cuando Anna se giró, él le arrebató la galleta mordisqueada de la mano y se la llevó a la boca.
—¡Eh!—Se quejó ella.
La pequeña Nana apareció correteando detrás de Lucas, meneando la cola alegremente. La lluvia había cesado.
—Lo siento, cariño. Me estoy muriendo de hambre—Se justificó su hombre mientras abría un armario para sacar una taza donde servirse la leche.
—Yo de sueño —Murmuró Anna.
Lucas rió mientras se volteaba hacia ella. Por el rabillo del ojo visualizó a Nana con la cabeza inclinada sobre sus platitos, comiendo y bebiendo agua.
—Eso te pasa por decir que tu marido no es divertido.
Anna puso los ojos en blanco. Lucas le dedicó una sonrisa sensual y le guiñó un ojo. ¿Acababa de levantarse y ya tenía ganas de empezar con sus jueguecitos?
Anna se levantó y caminó hasta Lucas, quien se servía la leche en la taza de espaldas a ella.
—¿Me acompañarás a sacar a Nana de paseo?—Murmuró la chica a sus espaldas.
—Claro—Contestó Lucas. La perrita alzó la cabeza de su plato de comida y miró a sus amos con los ojos llenos de júbilo. Cada vez que escuchaba la palabra "paseo" se volvía completamente loca—. Dame diez minutos. Desayuno, me pongo algo encima y vamos juntos.
—Bien—Anna se puso en pie con una sonrisa, caminó dando saltitos hacia Lucas y lo besó en la mejilla. Luego le arrebató la galleta—. Esto es mío—Se la llevó a la boca y la devoró.
Lucas sonrió ampliamente y le agarró la nariz entre los dedos.
—Pues muy bien—Se inclinó sobre ella y le besó la punta de la nariz.
—El martes es mi último día de trabajo. Después tengo quince días libres. ¿Te lo había dicho ya?
—No, pero ahora ya lo sé—Lucas le rodeó los hombros con un brazo—. ¿Hay planes para esos catorce días?
—Mmm... Pues había pensado en pasarlos a full con mi marido, ¿qué te parece? Es un buen planning, ¿no?
—Es un planning perfecto. No puedo esperar para tenerte las veinticuatro horas del día para mí solo.
—A lo mejor acabas harta de mí...
—O tú de mí.
—¡Oye!—Anna le dio un golpe en el pecho.
—¿Qué?
—Se supone que deberías haber dicho que jamás te cansarías de mi o algo por el estilo—Hizo pucheros.
—Oh, mi vida...—Lucas entristeció sus facciones también y la detuvo mientras Nana se revolcaba por la hierba verde del parque. Le ahuecó las mejillas en las manos—. Sabes que jamás podría hartarme de ti. Nunca tendré suficiente de la mujer más guapa del mundo.
—Eso está mejor—Se puso de puntillas y lo besó en la boca—. Por cierto, hoy te toca hacer la comida a ti.
—¿Una ensalada y varios trozos de lomo?
—Perfecto, aunque creo que habrá que ir a hacer la compra pronto. Queda poca leche y tampoco hay mucho para variar.
—Mañana he quedado para ir a ver el partido con Zayn. Cenaré en su casa, supongo, y por lo que tengo entendido, Tara tiene turno de noche, si no te habría llamado para que cenarais juntas. Así que si tú no tienes nada que hacer, podemos salir un momento por la mañana a comprar.
—Sí, no hay problema. Pediré comida china para cenar y me pondré a ver alguna peli en el salón.
—Echa el cerrojo y baja las persianas. Ya sabes que no me gusta dejarte sola en casa.
—No haré nada malo, lo prometo.
—Sabes que no lo digo por eso.
Anna sonrió débilmente.
—Ya lo sé—le apretó la mano—, pero no te preocupes. Tu ve y disfruta del partido con Zayn.
—¡Eh, Nana! ¡Deja de comerte las plantas!
La perrita ladró y dio un salto. Luego escupió varias hojas que se había llevado a la boca. Anna rió.
—Es preciosa.
Lucas esperó unos instantes en silencio, observando el paisaje, la perrita sobre la hierba verde y húmeda. Luego miró a Anna afablemente, con un brillo diferente, especial y vivaz en sus ojos marrones.
—¿Cuando vamos a ir por los bebés?
—¿Los bebés?
—No te hagas la tonta—Lucas le dio un tierno apretón en la cintura—. Sabes que me muero por tener a un par de niñas como tú correteando por casa.
—No sé si sabes que soy yo la que tiene que embarazarse, y no tú—Le tocó el pecho con un dedo.
—Ya. Pero sabes perfectamente que quiero tener un bebé. Ya hemos hablado de esto antes, Anna. Sabes que estaré en todo momento a tu lado y que te ayudaré en todo lo que haga falta. Estaré a tu disposición durante un año. ¿No te gusta la idea? ¿Un año entero mandándome?
Anna rió.
—No seas tonto. No voy a aprovecharme de ti.
—¿Entonces? ¿No quieres quedarte embarazada?
—Sabes que sí. Me encanta cuando juegas con niños pequeños. Estoy segura de que serás un padre genial y no puedo esperar para verte con nuestro bebé en brazos...
—...¿pero?
—Pero nada—Corroboró ella.
Lucas la miró con los ojos bien abiertos.
—¿Entonces... Podemos empezar esta noche?—Los ojos le brillaban de júbilo.
Anna empezó a reírse.
—No. Esta noche, no. Ya tuve bastante con el condón fosforescente ayer por la noche.
—Jo...—Lucas hizo pucheros y se separó de Anna para mirarla desde la distancia.
—¿Es que nunca tienes suficiente?
—Nope. De ti nunca tengo suficiente, por eso es imposible que algún día me harte de mi mujer—Sonrió de oreja a oreja y abrió los brazos para estrujar a Anna contra su pecho.
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Heart's Smash
أدب الهواةElla siempre había sido su mejor amiga... Hasta que se dio cuenta de que la deseaba. Escritora: Verónica.