Capítulo 89.

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"El  incendio que se produjo de madrugada hace dos noches ha dejado ocho muertos, todos hombres de entre veinticinco y cincuenta años. El resto de sospechosos que se encontraron en el recinto, heridos y no heridos, habrán de presentar declaración ante el juez mañana.

Aún no se sabe con exactitud qué fue lo ocurrido ni la historia que este suceso arrastra tras de sí, pero sí sabemos con seguridad que es algo impactante. Por lo que nos han informado varias fuentes, el grupo de hombres fallecidos y que han sido detenidos eran una secta que secuestraba a personas, atracaba bancos y robaba en casas grandes. Se movían con sigilo y eran expertos en su trabajo.

De la casa que quedó en llamas, algunos de los supervivientes fueron Mary y John Golding y Tricia Malik y su marido. Al parecer, hay algún hecho que los une a los hombres que formaban la secta, pero por el momento, no se sabe nada. Deberán presentar declaración de los hechos pasado mañana."

Zayn apagó el televisor y tiró el mando en un sillón rónico que había junto a una de las paredes de la habitación del motel donde se estaban hospedando.

Tara seguía tendida en la cama, de lado, encogida como un feto. Varias lágrimas le caían por el rostro.

Era de noche, las nueve y media para ser exactos, y aún no había cenado, pero desde que escaparon de aquella maldita casa con uno de los coches de Kendrick, del que encontraron las llaves colgadas tras la puerta de entrada, ninguno de ellos había tenido mucho apetito.

Zayn gateó hasta ella y acopló su pecho a la espalda de Tara. Le acarició el brazo.

—Cielo... Ya ha terminado todo. No debes llorar.

—No ha terminado... Que Kendrick y sus hombres hayan muerto no significa que nuestra vida vaya a volver a ser normal. ¿Qué hay de nuestros padres? Mataron a una chica inocente. Son unos asesinos, y nos lo han estado ocultando durante todo este tiempo. No sabemos qué va a pasar ahora con ellos. Pero pase lo que pase... Todo esto ya ha cambiado nuestras vidas, nos ha cambiado.

Zayn sabía que Tara tenía razón. Los hechos que habían sucedido desde la supuesta muerte de Lucas los habían marcado.

—Es cierto—dijo—, pero solo hay una única cosa que importa ahora.

Tara se movió un poco en la cama para atrapar su mirada y preguntarle con los ojos de qué se trataba.

Zayn le acunó el rostro entre las manos.

—Estamos vivos, y estamos juntos. No importa nada más.

Tara vio como sus ojos brillaban. Alzó el rostro y abrió la boca para encontrarse con los labios de Zayn.

—Deberíamos ir a cenar—dijo Zayn, susurrando sobre sus labios—. Le dije a Lucas que iríamos a por un menú al McDonalds. ¿Te parece bien?

Tara asintió con la cabeza.

—Vamos—Zayn dio un salto en la cama—. En pie. Tenemos que cambiarnos.

Tara se levantó con poco ánimo y se recogió el pelo tras la oreja. La cabeza le daba vueltas. El corazón le pesaba, pero lo sentía vacio. Era todo tan contradictorio...

—¿Crees que... Crees que nuestros padres acabaran en prisión?

Zayn se detuvo y la observó con ojo crítico.

—No lo sé, Tara. Pero ahora solo me importas tú. Ellos me han fallado, me han engañado durante toda mi vida. No sé si podré volver a confiar en ellos. Hemos estado a punto de morir por su culpa, por sus ganas de mantener en secreto una cosa tan grave como la muerte de una adolescente. Necesito tiempo para pensar. Seguramente Lucas y Anna también estarán pensando en esto y... Lo mejor será que lo hablemos mientras cenamos, que discutamos como van a ser las cosas de aquí en adelante y que va a pasar con nuestras familias, con Hayley...

Unos golpes en la puerta los sobresaltaron.

—¡Chicos, abran! —gritó Anna desde el exterior.

Cuando abrieron la puerta, Lucas, Anna y Hayley traían consigo una sonrisa enorme.

Zayn y Tara fruncieron el ceño.

—¿Qué ocurre? ¿Por qué están tan...?

—Tienen que ver lo que acabamos de encontrar en el coche que le robamos a ese desgraciado de Kendrick.

—¿De qué están hablando?

—¡Vamos, vengan! —Anna cogió a Zayn y a Tara de la muñeca y lo arrastró casi literalmente hasta el vehículo.

Hayley dio dos palmadas y se mordió el labio.

Zayn se preguntó qué demonios había visto para estar tan contenta.

Lucas abrió el maletero del coche y dejó a la vista seis maletines enormes, amontonados en dos columnas de tres.

—¿Qué hay dentro? —preguntó Tara, acercándose.

—Ábrelos—respondió Lucas.

Tara hizo lo que su hermano le había dicho.

Abrió uno de los maletines y se llevó una mano a la boca casi al mismo tiempo que soltaba un gritito. Zayn se colocó a su lado con la boca en forma de O y los ojos enormes como platos.

—¿Qué...? ¡No puede ser!

—¿Cuánto dinero hay aquí? —preguntó Tara con el corazón latiéndole desbocado.

—Aproximadamente un millón de libras—Tara miró a su hermano. Estaba a punto de echarse a reír como una loca—, en cada maletín.

—Estamos hablando... de seis millones de libras en total—calculó Zayn, impertérrito. No sabía cómo ponerse. ¿Debía llorar? ¿Gritar? ¿Tirarse por el suelo y rodar como un poseso?

—Y ahora todo es nuestro—concluyó Lucas.

Todos se quedaron en silencio. Hayley se mordía las uñas y miraba a sus cuatro familiares con una mirada traviesa. Cada uno de ellos estaba patidifuso. Le faltaba el aire.

¿Seis millones de libras? ¿Para ellos? ¿Para comprar y hacer lo que les viniera en gana? Obviamente, era dinero negro, pero si no lo metían en el banco nadie tenía porque saber que contaban con aquella gran suma de dinero en los bolsillos.

Hayley pegó un grito de alegría y se puso a saltar alocadamente. Tara fue la siguiente. Se tiró a los brazos de su hermano y empezó a llorar y a reír, todo a la vez. Anna y Zayn se fundieron en otro abrazo, casi ahogándose el uno en el otro.

A Lucas se le llenaron los ojos de lágrimas. Quizá lo que decían era cierto; el dinero no daba la felicidad, pero ese montón de billetes los ayudaría a salir adelante, podrían marcharse de la ciudad y empezar a vivir por su cuenta, alejados de las personas que les habían hecho daño.

Finalmente acabaron los cinco envueltos en un enorme abrazo.

Heart's SmashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora