Heart's Smash

Capítulo 74.

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―Te he dicho que estoy bien―Murmuró Anna, saliendo del baño.

―Ya, ¿y esperas que me lo crea? ―Lucas se acercó a ella, replicándole. Había estado haciendo lo mismo desde que Tara había abandonado la casa el día anterior. Podía creer que Anna estaba en su período, pero allí ocurría algo más y ella no quería contárselo.

―Es tu problema si no me crees―Anna pasó por su lado sin mostrar indiferencia alguna. No tenía ganas de discutir con Lucas. No quería. Odiaba aquellos momentos, odiaba aquella situación.

―¿Así es como solucionas las cosas ahora? ―Lucas se abrió de brazos con exasperación. El corazón le latía a toda velocidad bajo el pecho y el efecto de ello se veía reflejado en su carácter.

Anna se detuvo y lo miró fijamente. Sin poder evitarlo, el labio inferior empezó a temblarle.

―En ningún momento he dicho que me esté comportando así para solucionar algo.

―¿Entonces? ¿Por qué no me dices de una vez lo que te pasa? ¡Quiero ayudarte, Anna! ¡Quiero saber si tengo que hacer algo para que te sientas mejor!

―¿Por qué simplemente no me crees? ―Suplicó ella, frustrada y sintiendo otra vez aquel vacío en su interior, pero contrariamente, allí dentro estaba engendrando vida.

―¡Porque te miro a los ojos y sé que me estás mintiendo! ―Gritó Lucas.

Anna se sobresaltó y se echó hacia atrás. Los ojos se le llenaron de lágrimas. Se odiaba a si misma por ver a Lucas de aquella manera, porque era culpa suya, pero no podía hacer nada más para evitarlo. No iba a contarle la verdad.

Se dio media vuelta y subió corriendo las escaleras hasta encerrarse en la habitación.

―¡Anna! ―Gritó Lucas desde abajo.

El chico la siguió a toda prisa. Se pasó una mano por el pelo y suspiró. Joder. Quería estrecharla entre sus brazos, ayudarla, ofrecerle todo el amor que necesitaba, ¿pero porque ella no le dejaba? ¿Qué le ocurría? ¿Tan grave era?

―Anna―Abrió la puerta que daba a la habitación del ático y al momento escuchó su apagado llanto.

Estaba tendida en la cama, con el vientre contra el colchón y el rostro oculto en una almohada blanca que empezaba a empaparse a causa de sus lágrimas.

―Annie...―Se subió a la cama y gateó hasta ella, pero Anna le dio la espalda. Se encogió en forma fetal y continuó llorando.

Lucas se tumbó a su lado. Le rodeó el vientre con un brazo y notó como la joven se estremecía y se ponía rígida. El chico le besó el cabello.

―Dime qué te pasa, anda...

―No puedo...―Susurró ella.

―¿Porqué, cariño? Siempre nos lo hemos contado todo. ¿Por qué ahora no puedes contarme lo que te ocurre? ¿Estás enferma?

―No es eso...

―¿Entonces?

―Es...―Empezó a decir, pero inmediatamente se retrajo― No, no puedo contártelo, Lucas.

―A ver―Lucas se incorporó en la cama con tranquilidad, mostrándole a Anna que fuera lo que fuera que tenía que decirle, iba a tomarse con calma e iba a sopesar la situación antes de decir nada. Le colocó las manos en la cintura y la obligó a voltearse hacia él. Cuando le vio el rostro lleno de lágrimas, le retiró las pequeñas perlas de agua con los dedos―, Anna, dime que te ocurre. Sabes de sobras que sea lo que sea voy a ofrecerte mi apoyo, voy a ayudarte... Y si nos incumbe a los dos, lo último que voy a hacer es dejarte de lado. Te quiero, ¿recuerdas? Eso incluye ofrecerte mi apoyo, mi amor, mi ayuda y todo lo que necesites. ¿Por qué no me lo dices de una vez?