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Camila
Los Ángeles

¿Porque retrocedía algo en el tiempo? Sencillo. Por que todo lo que sucedió ese día me llevaba a revivir lo que había pasado hace horas.
Lauren Jauregui había hecho lo que jamás pensé se atrevería.

-¿Estas dejándome? Escupió furiosa esa pregunta. -¿Lo haces? Una simple secretaria esta votando a una de las empresarias más exitosas de la ciudad ¿Te he escuchado bien?
Yo asentí asustada.
Con dificultad moví la cabeza y busqué alguna puerta para huir.

-Te estoy diciendo Lauren que ya no quiero ser tu amante, yo he...encontré a alguien, el me ama como yo lo amo a el, no puedo engañarlo, tenemos mejores planes que los que tengo contigo. Mentí totalmente sobre todo.
Vino lo peor. Lauren usó su mano para golpear mi mejilla con fuerza. Con un sonido sordo, haciéndome tambalear unos pasos hacia atrás. Mis ojos llenos de lágrimas. Casi podía creer la mirada dolida que me daba. Era mentira, ella no me quería. Solo estaba ofendida por que yo la dejaba y no ella a mi.
Sobe mi mejilla con dolor y levante la cara una vez más hacía ella.

-No necesito algo más de ti ahora. Dije con firmeza y mis ojos bañados en lágrimas.
Dejé las llaves del departamento y el auto sobre la mesa en la sala. La miré fijamente por unos segundos y luego emprendí el camino hacia la salida, ya no soportaba mirarla de nuevo.
Mi pecho dolía con fuerza. Dejarla era demasiado doloroso pero era algo que me iba a hacer tanto bien. Por fin podría ver la luz al final del túnel.

Escuché como se movía de un lugar a otro. Con pasos ansioso, ella no vendría tras de mi, lo sabía. Ella podría conseguirse una amante en cualquier parte a cualquier hora, alguien que quisiera complacerla en todo, que recibiera su dinero con más felicidad de la que yo luchaba por aparentar.
Cruce la puerta sin mirarla otra vez.

Al salir sentí que mi mundo caía a pedazos.
Necesitaba los brazos de ese alguien. Quería tirarme a llorar por horas junto a el. Besar sus labios para que pudiera transmitirte algo de seguridad.
Baje por el elevador.

Mi móvil sonó y miré.
~Es tu ultima oportunidad para volver, si no lo haces, deberás olvidarte de mi, por que no voy a rogarte Camila~
Lauren tuvo aún la desfachatez de mandarme ese mensaje amenazante. Antes de salir del edificio busque el primer bote de basura y lancé el móvil.
Ya había tenido suficiente por años.

Lauren

Aquí estaba mi morena. Deseaba quitarle la ropa con desesperación y escuchar sus gemidos altos en mi oído mientras la cogía con fuerza. Ella era tan complaciente y los años juntas habían hecho buenas cosas con ella. Tenía experiencia, ella sabía todo de mi, los gustos que tenía sobre la cama.
Sonreí al verla entrar y quise arrancar ese vestido corto de su cuerpo. Algo me alarmo.
Eran sus mejillas enrojecidas y sus ojos tristes. Últimamente así estaba.

Al llegar a mi lado intenté besar sus labios pero ella se alejó.

-Maldita sea, pensé que ya sabías cuanto odio que me hagas eso, eres mía Camila.
La estruje un poco hacia mis brazos pero ella se resistió hasta el punto de comenzar a llorar e intentar alejarse de mi.

-Necesitamos hablar. Dijo y yo solté una carcajada.

-Vaya, por un minuto pensé que eras Samantha y no mi amante, déjate de tonterías, no estamos hechas para hablar cariño, más bien para desnudarnos y...

-Ya no puedo estar contigo.
Mi rostro era un poema seguramente. Uno lleno de maldiciones.
Sonreí de lado. ¿Que mierda le pasaba ahora a esa pequeña?

-Déjate de estupideces y quítate la ropa antes de que me enfade más, por favor no lo arruines, no jodas más mi día. Dije entre dientes. Ella no soltó su bolso y me exasperó.
La quería pero ya desnuda y montada sobre mi.
Intenté tomar su brazo pero se alejó. No quería provocarme más de la cuenta.
Sus pequeños labios rozados comenzaron a soltar un sin fin de tonterías ¿Amor? Ella hablaba de amor.
Mi respiración se agitó al escucharla mencionar a un hombre ¿Salía con alguien? ¿En serio había sido tan entupida como para salir con alguien a mis espaldas?
Era suficiente. Mi palma ahora ardía. Jamás había sido tan brusca con ella, al menos no fuera de la cama. Miré sus lágrimas bajar por la mejilla y me arrepentí de inmediato.

Me sentía rara, enfadada, deseaba lanzar cosas al aire, romper y destruir aquellos que terminaba de alejar a Camila de mi.
Me resistí a no ir tras de ella. Por dios. Yo era Lauren Jauregui, dueña de una empresa, con miles de empleados a mis pies, con muchas mujeres dispuestas a tener mi atención.
¿Por que mierda me molestaba tanto verla marchar?
¿Porque quería tomar a golpes a quien la alejaba de mis brazos?
No comprendí nada hasta dos meses después, cuando me vi en mi departamento, donde tantas veces me había acostado con ella, con una botella de whisky, contando cada puto minuto de mi vida sin Camila en mi cama. Sus ojos cafés aparecían cada noche en mis sueños.
A veces alucinaba escuchar su tierna voz y anhelaba sentir sus manos tibias en mi espalda. Su aliento en mi mejilla y su simple presencia a mi disposición. Todo estaba de la mierda.
Samantha envuelta en miles de chismes, saliendo a la luz que me engañaba con un modelo dos años menor que yo. La muerte de mi padre hace dos semanas y con Camila fuera de mi vida.
Ya eran dos meses sin verla, sin oler su cabello y...
Limpie con enfado las lágrimas.
Camila se había desaparecido. Como la idiota que era, pensaba que ella iría a buscarme de nuevo suplicando que la tocara, que la aceptara en mi cama otra vez. Una semana después comprendí que no iba a volver y que yo necesitaba saber que estaba bien, que pronto volvería a verla.
Toda la información que había recabado de ella ahora no servía. Ella no estaba en Los Ángeles y tampoco con sus padres en Miami.
Termine de vaciar la botella en mis manos y sentí ese opresivo dolor en mi pecho. No merecía seguir viviendo así.

Mientras te tuveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora