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Lauren
Los Ángeles

Miré por horas la puerta. Tratando de arrancar todo lo que ella me hacía sentir. Debía irme de ahí. Irme lejos, alejarme de ella por que no entendía cuanto podría resistir. Temía convertirme en la antigua Lauren solo por mirarla. Por seguirla, para tenerla conmigo otra vez. Temía dañarla de nuevo. No debía hacerlo. Ella no me pertenecía.
Yo era una clase de mierda a su lado. Había sido una mala persona con ella, me odiaba, lo sentía.
¿A donde debía ir? Negué y enfadada lancé lejos la estatuilla extraña que tenia sobre el escritorio. Solo era decoración. Este lugar estaba vacío.
Cerré mis ojos e intenté contener mi respiración.

-¿Esta usted bien señora Jauregui?
Preguntó la voz de mi secretaria del otro lado de la puerta.

-¡Si! Déjenme en paz. Pedí autoritaria.
Necesitaba contenerme. Por mi madre no podría salir de la ciudad sin más. Debía estar para la intervención quirúrgica.
Carraspee mi garganta. La ansiedad por probar un poco de alcohol volvía a mi.
Tomé mis saco a prisa y salí cómo un rayo.

-Suspende todo, me iré a casa y por favor dile a Chris que tenía un negocio que atender fuera de aquí.
Dije a quien sea que me estuviera escuchando.
Conduje a prisa, con mis manos apretando el volante como nunca.
Al llegar a mi apartamento.
Caminé decidida. Quite mi ropa a prisa y me lancé a la piscina. Necesitaba distraer mi mente.
No necesitaba alcohol. Lo sabía. Nada de eso.
Agoté mis músculos hasta que un calambre me hizo salir del agua. Me dejé caer en el piso exhausta. Hasta sentir el llanto salir de mi cuerpo.
Me sentía entumecida y no podía levantarme. Algo terrible me oprimía. Sabía que era la pena, el arrepentimiento y el amor inmenso que sabía nunca iba a ser correspondido.
La diferencia ahora era que no había nadie que me pudiera ayudar, solo yo.
Todo estaba en mis manos.
El frío comenzó a apoderarse de mi cuerpo. No sabía el tiempo que llevaba tirada en el piso. A un lado de la piscina.
Me abracé a mi misma. Escuché el móvil sonar.
Chris me conocía bien desde hace un tiempo. Sabía que sería el preguntándome por que había abandonado todo en la empresa a una hora temprana.
Gruñí bajo y con esfuerzo tomé la primera toalla. Cubriendo la mitad de mi cuerpo. Sentía calor por fin. Mi piel debía lucir terrible.
Necesitaba hablar con mi terapeuta.

-¿Hola?

-¡Lauren! Habló una voz un poco desconocida. -Perdón por llamar sin avisar, tu secretaria me a proporcionado tu número, espero no te moleste.

-¿Quien...

-Soy Karen Sanders, no me he sentido muy tranquila sin que aceptarás algo por agradecimiento, escucha...el próximo fin de semana haré una comida especial para ti, apuesto a que tienes esos días libres al menos, por favor acepta venir el sábado al rancho Sanders ¿Puedes? Alguien puede venir contigo si quieres, el rancho es un buen lugar para pasear y además distraer a Camila es uno de mis objetivos, tu sabes que últimamente se ha venido un problema tras otro.
Cubrí mi cara preocupada. Por que mi mente ya tenía la respuesta.
Tal vez el lo siento que le había dado al final no era solo por todo el daño que le había hecho antes, sino por lo que iba hacer después.

-Obtener el perdón de las personas es bueno Lauren, puedes enfrentar tu pasado cuando quieras y lo más importante es perdonarte a ti misma, mantener tu mente fuerte-
Recordé los consejos que mi terapeuta me había dado fuera de su papel profesional, como mi amigo.

-Si, aunque no prometo permanecer ahí por mucho tiempo. Dije en voz baja y asustada. Karen rió levemente del otro lado de la línea.
-Te agradezco, nos vemos pronto.
Después de colgar. Miré el móvil por un rato ¿Que diablos estaba haciendo? Segura de que la persona que resultaría realmente afectada seria yo.

Camila

Sostuve de nuevo la mano de Dylan y con dificultad la coloqué en mi vientre.

-Venga cariño, debes despertar por favor. Suplique. A diferencia de días anteriores, no tenía muchas lagrimas por derramar. Apreté su mano con la mía y la sostuve sobre mi ropa. Era tan lamentable tener que hacer todo esto.
-Te necesito, necesito que estes conmigo ahora Dylan, por que yo estoy asustada de mi misma. Admití. Soñar con los ojos de Lauren a diario era suficiente para asustarme.
Dylan era mi esposo el debía estar protegiéndome de esa mujer otra vez.
Cansada. Toque su barba de días y me incline para besar su mejilla.
Karen esperaba por mi afuera de la habitación. Cabizbaja como siempre estaba al venir al hospital.
Al salir la llamé. Sonrió levemente.

-Se hace tarde, debemos ir a casa. La seguí por los largos pasillos del hospital. Justo al subir a la camioneta junto a Louis, me lo dijo.
-Basto insistir un poco más, pero Lauren acepto venir el sábado a comer en el rancho, me sentiré más tranquila al saber que hice algo para agradecer.

-Karen...dios, no debiste....

-¿Porque no? Tu cariño, no te has portado muy amable con ella, nos ha sacado de problemas y merece al menos algo de nuestra parte. Dijo segura. Louis sonrió ante la amabilidad que siempre demostraba. Asintió tontamente.

-Es solo que, no sé, la deuda sigue.

-Pero podremos pagarla por partes, eso nos ayuda demasiado, deja tu orgullo cariño, ante estas situaciones se debe dejar atrás.
Solté un suspiro. Pondría una buena excusa para no estar en casa cuando ella fuera. Había muchas cosas en las que mentir.

Mientras te tuveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora