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Lauren
Los Ángeles

Los árboles grandes rodearon el camino en la entrada. Aún no estaba segura de seguir conduciendo después de leer el cartel que indicaba que había llegado.
Tal vez venir sola fue una mala idea ¿Que pasaría si nadie hablaba en el momento?
Bien. Suspiré. Mi único objetivo era mirar a Camila, asegurarme de que estaría bien, que lo que hice valía la pena así ya no tendría que preocuparme.
Esperaría la cirugía de mi madre y luego mi iba del país. Mi plan sonaba bastante bueno.
Por fin miré la casa grande que estaba al fondo.
Debía ser agradable vivir en un lugar tan alejado de la ciudad y rodeado de solo naturaleza.
Miles de preguntas llegaban a mi cabeza. Sobre Camila viviendo aquí y sobre su matrimonio, finalmente era algo que no me convenía tocar.
Estacione de frente y sin pasar el tiempo observé a Karen parada en la entrada, esperando a que yo bajara del auto.
Lo hice. Arregle mi chaqueta, ese día había optado por viajar y andar cómoda, nada como solía usar para la empresa. Me aclaré la garganta y subí un par de escalones para quedar frente a ella. Sonrió amable.

-¿Y tu compañía?
Preguntó después de apretar mi mano y mirar hacía mi auto.

-Vine sola. Dije seria.

-No importa, pasa, serviré enseguida y te mostraré un poco el lugar. La seguí por la estancia, donde me hizo dejar mi chaqueta, no me gustaba quitarla, se hacía notar como es que había bajado de peso. El lugar era realmente un hogar, a donde quiera que miraba parecía relatar un montón de historias, ellos vivían en paz en ese lugar. Un par de fotografías aparecieron.
Mi corazón se detuvo al observar a Camila con un vestido de novia.
Con él, de nuevo algo me hizo estremecer. Por dios, debo irme de aquí cuanto antes.
A pesar de querer parar el recorrido, tuve que seguir a Karen hacía una sala grande.

-¿Puedes esperar aquí? Ordenaré que alguien me ayude a servir la mesa y buscaré a Camila.
Asentí y tomé asiento. Revisando mi móvil. Podría intentar mandar algunos emails pendientes o distraer mi mente de mi alrededor.
No quería ponerme de pie y curiosear.
Me asusté al sentir como mi móvil comenzaba a vibrar.

-Chris. Salude a mi hermano en la línea.

-Pensé que vendrías a casa a visitar a mamá. Sonaba un poco enfadado y lo entendía. Yo no debía estar aquí.

-Estaré en un rato más ahí, de verdad.

-¿Dónde estás? Exigió saber.
No quería mentirle del todo. Aunque jamas le contaría que estaba en un rancho a distancia de la ciudad,solo por ver a Camila.

-Quise dar un paseo, a unos 30 minutos de la ciudad, quería...

-Lauren. Se quejó. -¿Estás con alguien?

-No, estoy yo sola ¿Podrías solo confiar en que estaré con ustedes pronto?
Mordí mi labio ansiosa. El gruñó. Era como una respuesta de que aguardaría, igual iba a hacer un interrogatorio en cuanto llegará con ellos.
Colgué. Karen llamó de nuevo mi atención para indicarme el camino al comedor. Camila no estaba con ella y tal vez no lo estaría. Había sido demasiado clara al decirme que distancia debería mantener. Lo respetaba.
Aún con pesar. Prácticamente sería la última vez que la buscaría o la última oportunidad para mirarla.
Tómanos asiento en silencio.

-Camila está indispuesta, no podrá acompañarnos.
Sonreí.

-Es comprensible, deben ser difíciles los últimos meses.
La comida había pasado rápida. Karen tenía muchos temas sobre los cuales hablar. Ahora conocía los negocios que tenían en el rancho, también sobre el platillo que acababa de comer, la otra parte de la conversación no me agrado. En realidad había intentado tocar el tema tan difícil sobre Camila y su hijo, su futuro nieto.

-¿Gustas un poco de vino?
Preguntó al terminar. Mis dedos se tensaron.
Negué de inmediato.

-No gracias, no bebo.
Dije con dificultad. Karen soltó una risita.

-Solo era un poco. Aclaró.
Asentí e intenté parecer menos incómoda.

-Que extraño. Dijo una voz tras de mi. Era ella.
-Solías hacerlo todo el tiempo. Soltó. Aún así negué a Karen cuando quiso servirlo para mi.
Me puse de pie para ayudar a Camila a sentarse del otro lado. Con esfuerzo murmuró un gracias. Yo volví a mi sitio y sentí la mirada de ella.

-¿Ya no bebes?
Preguntó seria. Mientras Karen insistió en conseguir fuera del comedor un plato para Camila.

-No lo hago.
Tomé el vaso de agua que tenía frente a mi. Mi tema favorito para discutir definitivamente no era el alcohol.

-Platícanos sobre ello, pareces un poco asustada.
Karen dijo después de un rato. No quería hablarlo pero la mirada de Camila parecía insistente.
Mi respuesta no era la más corta.

-Lo he dejado hace un tiempo, solo eso.
Intenté cortar el tema de inmediato frente a esos ojos café.
Bien, al menos me iba de ahí después de poder verla. Lucía hermosa. La vida en el campo sentaba bastante bien para ella.
Comía sin entrar en los temas que Karen seguía hablando. Cuando finalmente todas terminamos, me moví ansiosa por salir de ahí.

-A sido deliciosa la comida Karen, tengo que irme, debo visitar a mi madre.
Esta vez fue ella quien se puso de pie, seguida de Camila.

-Solo podrás irte después de recorrido, para que conozcas el lugar. Sonrió amable y con esa mirada segura de que podría convencerme de esperar un rato más. Asentí incomoda. Pero para mi sorpresa fue Camila quien se ofreció.

-Yo le ayudaré un poco a conocer el rancho ¿Te importa? Le preguntó a Karen. Por supuesto ella negó y se excuso al recoger la mesa.
Seguí a Camila para salir del comedor y comenzamos una caminata a su paso a alguna parte de la casa. Se detuvo en medio de una estancia más pequeña.

-No pensé que ibas a atreverte a estar aquí.
Soltó enfadada.

Mientras te tuveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora