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Lauren
Los Ángeles

Una vez acomodé a Atom en su asiento, ayudé a Camila a entrar.
Mierda. Ese último beso me había sumergido en un montón de emociones.
Hubiera querido permanecer sobre el pasillo besándola pero me negaba a parecer una adolescente emocionada.
Dentro del consultorio un instinto protector había surgido al mirar la inseguridad que Atom tenía al estar ahí dentro. Y me sorprendía la forma en que lo había notado.
Por que me había asustado al entregárselo a Camila en brazos. Era como si pudiera leer sus pensamientos y yo sabía de antemano que Atom se pondría a llorar ¿Era eso normal?
Con manos torpes y entre pensamientos, tomé el cinturón de seguridad para colocárselo a Camila.
Su aliento dulce lo sentía hacia mi cuello. Nuestras caras estaban demasiado cerca.

-¿Te parece si yo lo hago?
Preguntó riendo.
Mierda.
Bien, me rendí y dejé de jugar con el cinturón para dárselo en la mano.
Salí de su lado y caminé hacía mi puerta. Cuando entré ella ya estaba completamente asegurada y me sonreí de forma linda.
Arranqué el auto de inmediato y conduje con demasiada precaución.
Miré por el retrovisor cada cierto tiempo. Atom parecía estar arrullándose con el movimiento del auto.

-¿Lauren?
Su voz me sacó de la concentración que usaba para conducir. Llevábamos mucho tiempo en silencio.

-¿Que pasa? Ella rió.

-Te pregunté sobre tu día.

-O lo siento, estaba muy concentrada. Al detenernos en un semáforo pude fijar mi vista en ella.
Mirarla con esa blusa y jean ajustado enviaba una invitación para acercarme a ella. Su cabello lucía ondulado y sus labios conservaban el color rozado de siempre. Quería sujetar su mejilla ahora mismo.

-Me he escapado de la empresa, estos días he pasado mucho tiempo ahí dentro.
Dije quejándome. ¿Desde cuando el trabajo ya no era mi prioridad?
Nos estábamos acercando al departamento y la verdad era que llevarla ahí me hacía recordar un par de cosas.
Unas demasiado buenas.
Me preguntaba si ella recordaba la forma en que solíamos entrar besándonos al departamento. Dejando la ropa por la estancia, hacia las escaleras y la forma en que sus gemidos inundaban mi dormitorio.
Mierda.
Negué un poco. Era demasiado tonto pensarlo, por que ella entraba ahí por que yo se lo decía, y ese dormitorio también solía ser de mi ex esposa.
Frené un poco brusco al llegar a la calle del edifico donde estaba el departamento. Una torre realmente cara.

-¿Quieres que vayamos a otra parte?
Camila me miró insegura por un momento.

-¿Pasa algo?

-Quiero que tu y Atom se sientan cómodos ¿Quieres entrar al departamento?
Mordió su labio y luego observó por la ventana. Yo era una idiota por hacerla recordar a ella también.

-Será raro estar ahí, pero...
Desabroche mi cinturón y me aseguré de no estar en medio de la calle. Me estacioné perfectamente.
Con suavidad me acerqué para tomar su mejilla y hacerla mirarme.

-Perdón si esto te ha incomodado, en realidad...

-Esta bien Lauren, no es como si estuviéramos en la misma situación. Sus ojos cafés trataron de mostrar seguridad.
Mis manos no habían vacilado en nada. Por que de inmediato estuvieron rodeando sus mejillas para atraerla en un beso.
Algo demasiado profundo. Un suspiró lindo había escapado de entre sus labios.
Sus manos se habían instalado en mis hombros como sujetándose.
Los pensamientos inseguros se habían esfumado al instante ¿No habían pasado esos años en vano? No podía echar a perder el montón de terapias y decisiones que había tomado para lograr perdonar todas las estupideces que había hecho desde que la conocí.
Pegue mi frente con la suya.
-Tu pareces más preocupada.
Admití que era la realidad.
Soltó una risita y luego nos miramos. Pude detallar las pequeñas manchitas que tenía sobre la nariz y sus pestañas largas.

-Lo estoy. Dije en voz baja.

-Yo he aceptado venir contigo, tomemos esto con calma ¿No era que nos veríamos para platicarlo?
Asentí como tonta y volví al asiento para volver al camino y entrar al estacionamiento del edificio. Ocupe mi lugar habitual y sin pensármelo bajé para ayudarla a ella.
Había tomado a Atom de inmediato y caminaba a mi lado hacía la puerta del elevador.
Nadie dijo nada. El pequeño estaba dormido sobre su hombro.
Cuando entramos colgué el bolso en la entrada.

-Martha estoy en casa. Hablé en voz alta.
La mujer salió de la cocina perfectamente arreglada y con una sonrisa amable.
-Te presentó a Camila y al pequeño Atom, ella es Martha quién cuida del departamento mientras no estoy.
Camila saludó amable. Martha había asegurado que la comida estaba lista y nos invitó a pasar al comedor.
Yo negué sin que Camila se diera cuenta. En realidad el plan era que ella se fuera con el resto de la tarde libre. Yo misma serviría la comida para nosotras y al fin poder hablar.

-¿Quieres que recueste a este pequeño?

-Creo que será buena idea, esta muy cómodo dormido. Dijo ella y siguió mis pasos hasta el dormitorio. Por supuesto que se daba cuenta de cómo había cambiado el lugar. Cuando finalmente acomodamos al pequeño sobre la cama, rodeado de almohadas para evitar que cayera, ella soltó un suspiró bajó.

-¿Quieres comer? Asintió pensativa.

-Pero antes debo traer el radio monitor de mi bolso para poder comer, de otra forma no me verás en la mesa tranquila. Dijo divertida. Me ofrecí a llevarlo yo.
Así que mientras tomaba su bolso para sacar el pequeño aparato. Mi entusiasmó se apago un poco.
Su móvil.
Había llegado un nuevo mensaje y frente a eso pude mirar la fotografía que guardaba en su fondo de pantalla.
Su esposo. Por dios. No había tomado el tiempo para pensar sobre ello. Suspiré al darme cuenta de lo parecido que era Atom a su padre.
Camila sonreía como nunca en la fotografía abrazándolo.
Su voz me hizo saltar en el sitio y dejar su bolso.
Cargue el monitor en mi mano.

-Aquí esta.
La encontré en el pasillo y sonrió.
De inmediato mi mente jugo sucio y me di cuenta de que ella no sonreía como en la fotografía.

NO TODO PODRÍA SER MIEL SOBRE HOJUELAS. 😔

Mientras te tuveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora