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Lauren
Los Ángeles

Espere un rato más afuera de la habitación en el hospital y cuando se hizo más tarde. Karen y Camila se despidieron. Ella iba a irse a casa mientras Camila pasaría la noche aquí. Yo no iba a dejarla.

-Cualquier cosa por favor llámame ¿Si?
Camila asintió y correspondió su abrazo. Karen me dio una mirada amable, aún insegura.
-¿Puedo pedirte algo?
Me preguntó.

-Por supuesto. Dije en voz baja.

-Cuídales y asegúrate de que Camila duerma un rato, que coma.
Yo sonreí levemente. Extendió su mano a la mía y yo la apreté.
Sin esperar a que ella desapareciera por el pasillo, entre tras de Camila a la habitación.
Mi pecho se calmó cuando vi al pequeño Atom dormido. Lucía tan tierno e indefenso en esa cama. Odiaba tener que verlo así.
Tomé su pequeña mano con la mía. Camila sonrió del otro lado de la cama.

-¿Lo ves?
Asentí. Se había reído un poco de mí al insistir tanto en poder verlo.

-Si, Atom esta bien.

-Despertará pronto. Asentí. Si. También quería ver sus pequeños ojos juguetones abiertos.
Recordé el pequeño regalo que mi hermano me había traído hasta el hospital hace un momento. Con una sonrisa burlona en la cara, la llamada y explicación sobre algo urgente que debía recoger en el departamento no había sido muy divertida. Me había sentido completamente apenada, pero tuve que pedírselo al no querer salir de ahí.
Había llamado a mamá en ese tiempo. Asegurándole que yo estaba bien.

-Eso esperemos ¿Quieres descansar un rato?
Negó.

-Quiero estar aquí cuando despierte, no quiero que se asusté.
Retiré con cuidado mi chaqueta y saqué el pequeño oso panda que había conseguido para el en Londres. No parecía de algo especial. Simplemente cuando lo había mirado en el aeropuerto al llegar me recordó a el. Imaginaba que el calor que guardaba siendo un bebé era como el de un pequeño oso. Negué incómoda y seguramente sonrojada.
Caminé de regreso frente a Camila.

-Le he comprado esto. Dije y le mostré el oso apenas del tamaño de mi mano, esponjoso y con ojos tiernos. Camila sonrió de forma única y me miró diferente.
Sentí su tacto tibio en mi mano cuando lo tomó para verlo.

-Es muy lindo Lauren, gracias por ser tan amable con el.

-Mejor callaré el por que se lo compre.
Compartimos una sonrisa y devolvió el juguete a mis manos.

-Tu debes dárselo.
Bien. Si. Yo quería mostrárselo y mirar esa sonrisa boba de bebé que tenía. Tal vez se sonrojaría.
Permanecimos de pie ahí esperando a que el despertará. Miraba su pecho subir y bajar recordándome a la ocasión en que lo vi por primera vez. En una situación similar. Rogaba por que no volviera a pasarle nunca más. Era muy pequeño para sufrir alguna enfermedad. Prefería mil veces a que me pasara a mi.
Un médico entro al dormitorio de repente apartando mis ideas tontas.

-¿Aún no despierta el pequeño Atom?
Camila negó.

-Bien, es la última revisión que voy a hacer yo, por la mañana vendrá otro pediatra para observarlo y decidir si se queda más tiempo o podra irse a casa. Sonrió a nosotros.
-Bien mamás, en cuanto despierte pueden tomarlo en brazos pero asegurarme de que el oxígeno esté pasando por su nariz de forma correcta ¿Si? Habrá dos visitas por la noche de una enfermera para asegurarse de eso ¿Alguna pregunta?
Camila no preguntó nada. Yo me sentí inquieta por la forma en que nos había llamado mamás a las dos. Sonreí de regreso.

-¿El podrá comer? Salió mi pregunta de repente.
Camila se sonrojó de inmediato.

-O si claro, basta con avisar que el despertó y traerán una dieta especial de acuerdo a lo que ustedes mencionaron que come el pequeño.
El doctor se despidió deseando lo mejor para el niño y salió.

-Gracias por preguntar eso, estaba tan distraída que me olvide.

-No pasa nada, te dije que iba a quedarme para ayudarte y no he cambiado de opinión.
Sonreí levemente. Acerqué un banco alto para ella y esperará ahí sentada. Yo me recargué cerca de la ventana para observar la ciudad.

-¿Como te fue en Londres?
Preguntó.

-Bastante bien, aunque como siempre con reuniones aburridas y comidas innecesarias.
Dije sincera.

-Antes te gustaban. Dijo ella acariciando a Atom.

-Antes era una idiota. Mis palabras salían por si solas. Camila soltó una risa. Ella sabía de lo que hablaba.
El ruido bastó para que el pequeño comenzará a moverse. Iba a soltar un llanto e intento sentarse. Pero Camila lo acarició en el cabello.

-Hola mi amor.
Atom sonrió. Yo también lo hice.
-¿Cómo esta mi bebé?
Después de que dijo eso mi mirada fue a hacía Camila.
El pequeño se sentó con su ayuda y extendió los brazos.
-O si, vamos a darle algo de cenar a mi pequeño Ati.

-¿Ati? Pregunté. El pequeño iba a recargar su cabeza en el cuello de su madre pero al escucharme se giró despacio. Había intentado retirar las puntillas nasales. Camila le sostuvo las manos.

-Mira es Lauren. Le susurró al oído. De forma perezosa se giró y me regaló una sonrisa tierna. Luego volvió a su hombro.
-Así lo llamó de cariño, en realidad solo yo.
Sonreí.

-Voy a avisar que ya esta despierto.
Llamé el pequeño botón verde de la pared y un minuto después apareció una enfermera. Saludando sonriente. Miró al pequeño por un rato y salió asegurando que alguien traería algo de comida.
Las siguientes horas no me perdí ni un minuto de ese intercambio de amor absoluto. Camila alimentaba al pequeño y él sonreía y balbuceaba sin parar. Como si nada. Solo un poco inquieto por tomar lo que había en su nariz.
Cuando finalmente Atom se cansó se quedó sentado en la cama mirando de un sitio a otro. Me senté cerca de ellos y le mostré el oso.
Extendió los brazos a él para jugar.

-Le agradas en serio. Atom había extendido sus bracitos para que yo lo levantara.
Una vez lo tuve acaricié su pequeña cabecita.

-Eres un pequeño muy fuerte Atom, no vuelvas a asustar así a tu mamá Camila, nunca.
Ella se sonrojó un poco y después de vernos interactuar entre juegos. Se alzó de puntillas para besar mi mejilla.

-Gracias por quedarte, de verdad.

Mientras te tuveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora