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Camila
Los Ángeles

Entre al hospital con el temor de encontrarme con alguien.
Había pasado toda la noche pensando en dos personas a la vez ¿Esto podía empeorar? Sin querer topé el hombro con una enfermera.

-Lo lamento. Me disculpe y seguí caminando hasta la sala de espera donde se suponía Karen aún estaba.
Y así fue. Me recibió con una sonrisa leve.

-¿Como estás? Preguntamos las dos al mismo tiempo. Yo negué apenada y ella tocó mi mejilla.

-No pude dormir bien y todo el tiempo mi mente esta en Dylan. Mentí.
Con ternura sostuvo mis dos manos tratando de calmarme.

-Hay que confiar en dios cariño, el sabe que aún necesitamos a Dylan con nosotras y más que ahora tienes a ese bebé en camino, solo debemos ser pacientes.
Trató de sonar segura de todo aquello. Pero su voz temblaba. Era su hijo de quién hablaba.

-Karen. Me quejé soltando un sollozo. -¿Que pasará si el no despierta para ver a nuestro hijo nacer? ¿Que voy a hacer yo sola? No podré hacerlo sin el.
Me abrazó para reconfortarme. Yo tampoco tenía respuesta para mi misma y ella tampoco. Sabíamos que era una posibilidad. También tuve que pensar un poco más en los asuntos del rancho, en el negocio de ventas y todo lo que implicaba no tener a Dylan en casa. No sabía que más debía hacer para mantenernos seguras.
Exhausta por pensar, me senté y esperamos a que alguien nos avisara sobre la visita a cuidados intensivos donde el aún estaba.
Una hora después Karen decidió darme la oportunidad de pasar para mirarlo. Yo no me sentía segura de poder resistirlo pero lo hice. Caminé decidida por ese pasillo. Coloqué la bata que me dieron por indicación y entre al área. Era un cubículo amplió y tras de mí entró una enfermera para darme instrucciones.

-La dejaré a solas por 10 minutos, es lo que se permite en unas horas al paciente se le moverá a otra área donde un familiar podrá acompañarlo por el día. Asentí sin poder soltar una respuesta. Me dolía mucho ver a Dylan conectado a todos esos aparatos. Una venda extendida por su cabeza y una escayola en su brazo.
No entendía muy bien todo lo que había pasado. El se había criado en el rancho, rodeado de caballos y de...
Cubrí mi boca para no sollozar me parecía injusto para el que le pasara todo esto. Sostuve su mano levemente. Estaba fría y eso me hizo estremecer. Extrañaba su tacto en mis manos, solían reconfortarme de manera única. Ahora yo debía hacer lo mismo con el.

Lauren

Estaba hecho. Natan mi investigador privado se iba a encargar de descubrir que hacía Camila en ese hospital. Temía saber la verdad y sobre todo saber que había sido de su vida esos dos últimos años.
Me sentía la peor persona por hacer todo aquello.
Pero para mi mente y mi corazón no había otra opción. Necesitaba saberlo para aliviarme o para terminar de romper mi corazón.
Me sentía culpable de violar la privacidad de Camila. Tenía demasiado tiempo sin mover mis influencias para hacer todo a mi favor, como solía hacerlo todo el tiempo.
Cruce la misma distancia hacia la habitación donde mi madre era tratada aún con analgésicos. Iba a salir de alta tal vez mañana.
Suspiré y entré. Chris charlaba animado con ella, como deseaba comportarme como el.

-Buenos días. Salude. Los dos me miraron atentos.

-¿Como estas hija?
Mordí mi labio con duda y finalmente asentí.

-¿Tu?

-Bien Lauren, podré salir mañana temprano, ya quiero estar en la casa.

-¿Que te han dicho sobre el tratamiento?
Chris interrumpió a mi madre.

-El definitivo Lauren, quitar su pecho en una cirugía, que me encargaré sea lo más rápido posible. Asentí de acuerdo. Mi madre rodó los ojos e intento adoptar una posición que la hiciera parecer menos decaída.

-¿Que te ha dicho Samantha?
Fue mi turno de rodar los ojos.

-Nada madre, ya sabemos que solo quiere atraer atención de los medios de comunicación.
Solté enfadada. Esa mujer era una odiosa y no iba a darle la oportunidad de acercarse a mi madre, de ninguna manera.
Traté de mantenerme concentrada en la charla de los tres pero era imposible.
Esperaba ansiosa lo que fuera sobre Camila ¿Era posible que todavía estuviera aquí en hospital?
Me asusté cuando mi móvil sonó en el bolso de mi chaqueta. Era el.

-¿Que averiguaste? Pregunté y salí para contestar lejos de mi familia, luego harían más preguntas.

-Ella es esposa de Dylan Sanders, fue ingresado el mismo día que tu madre, sufrió un accidente en el Rancho Sanders, queda a una hora de la ciudad, su estado delicado, no pude averiguar más pero debe estar en cuidados intensivos, Camila esta embarazada tiene 6 meses y...hay algo más, con el banco, tienen un préstamo grande al parecer.

-¿Con nosotros?
El me dijo que si por la línea.
-Creo que es suficiente Natan, te agradezco. Me daría luego el tiempo de saber un poco más sobre eso.

-No es nada Lauren, espero que tu madre este mejor.
Me despedí de el y no dude nada en salir a recepción para saber donde estaba el área de cuidados intensivos.
Ella estaba casada, por dios.
Debía estar en una situación terrible ahora. Solo quería verla una vez más.

La enfermera me dio las instrucciones para llegar a esa parte del hospital. Llegué a la sala de espera con un dolor agudo en el pecho, esperando toparme con esos ojos café. Pero no fue así. En la esquina del lugar solo se encontraba una mujer mayor, con piel pálida y cabello blanco. Parecía cansada.
Me detuve de golpe.
Sería demasiado acercarme y preguntar algo que en absoluto me interesaba, solo quería verla de nuevo, asegurarme que estaba bien y que yo debía alejarme por completo de ella.
Ella iba a estar de nuevo ahí, tarde o temprano. Suspiré.
Mierda fue muy tarde por que mi cuerpo caminó hasta donde estaba la mujer.

-Buenos días. Salude y me senté del otro lado de ella.
Respondió débil. Miré al frente esperando unos minutos, luego me iba.
-¿Esta usted bien?
Me miró con una sonrisa débil.

-Muchas gracias señorita, lo estoy. Respondió.

-¿Puedo traer algo para usted? Ella negó pero finalmente tuvo curiosidad.

-¿Le conozco?
Yo negué.

-Yo...a, mi madre está hospitalizada pero...me enteré que Camila Cabello tenía un familiar aquí.
Ella sonrió de nuevo.
-Le conozco. Dije cuando frunció su ceño.

-Es su esposo, Dylan es mi hijo.
Yo me tensé. Mierda, yo no debería estar aquí.

-Lo lamento mucho. Respondí y Me puse de pie.

-Ella no tarda en estar aquí, permanece en cuidados intensivos, es la hora de visita ¿Quiere esperar?
Yo negué en automático.

-No, volveré más tarde, espero que su hijo mejore. Dije sincera.

-Y yo que su madre lo haga. Anunció dándome la oportunidad de salir de ahí antes de cometer un error mucho mayor. Camila no iba a querer hablar conmigo.
En mi mente crecía una necesidad de asegurarme de que ella estaba bien, en su estado, no debía estar pasándolo bien. Si yo tenía el valor suficiente más tarde, volvería.

Mientras te tuveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora