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Lauren
Los Ángeles

Una semana después ahí estaba. Mi madre platicaba con Keana sobre algo interesante de moda y yo miraba a Chris jugar con sus pequeños.
Una tristeza enorme me invadía.
Había hablado con Camila la noche anterior. Ella y Ati pasaban unas buenas vacaciones con su padres, en una casa totalmente segura y con paseos en la playa por la tarde.
Yo los extrañaba por supuesto pero no quería soltar un té extraño tan rápido. Ella debía pensar, yo debía hacer lo mismo.
Mi vida de soltera y soledad se había instalado otra vez. Cómo antes de reencontrarme con Camila.
Por supuesto ni una sola gota de alcohol había estado en mi después de las peores horas de mi vida. Me di cuenta de que fácilmente podría controlar eso.
También una parte estaba en alivio dentro de mi. Samantha no estaba encerrada en la carcel precisamente. Si no que todos los estudios habían demostrado que pasaba por una depresión severa. Su delito no estaba olvidado,si no que primero recibiría seis meses de terapia antes de estar en la carcel por algunos años. Su padre había renunciado a las acciones que tenia en la empresa y por Chris el tipo había asegurado que se irían de país.
Todo parecía volver a la normalidad.
Volví para tomar un poco café helado de la mesa y noté las atentas miradas de mi madre y mi cuñada.

-¿Ahora que? Pregunté enfadada.

-Lauren ¿Que hay de tu cumpleaños? ¿Podemos organizar algo agradable para ti?
Rodé los ojos. No se daban cuenta que el mínimo de mis problemas era mi estupido cumpleaños. No me encontraba con muchos ánimos a decir verdad.
Faltaban dos días. Además no podría festejar nada en la casa. Me había mudado totalmente un día anterior, mi departamento estaba en venta.
Ese lugar no se iba a sentir cómodo sin su presencia, se suponía que debíamos estar planeando mudarnos los tres.
No sin ellos. Pero ahora...mierda.
Recordé también la poca posibilidad de que Camila volviera después de una semana, ella lo había dicho pero no bastaba, por que había renunciado a su trabajo y además desocupó el viejo departamento. Karen ahora guardaba sus muebles en el rancho.
Si ellos volvían iba a ser junto a Karen.

-Pueden organizar lo que quieren, igual no voy a estar ahí.

-No seas tan mala, alégrate un poco.

-No puedo. Dije tratando de cortar el tema.
Keana presionó un poco.

-Lauren, si tanto extrañas a Camila y al pequeño, entonces ve por ellos.
Yo volví a negar. -¿Y ahora que?

-La vez pasada la presione, desaparecí para que ella me buscará pero no fue correcto, no quiero meter presión sobre nada, sólo quiero que tome su decisión, yo voy a aceptarla y listo, solo quiero ver a Ati feliz.
Me encogí de hombros tratando de mostrar indiferencia.
Mierda. Me molestaba pensar demasiadas las cosas.
Ella me había culpado, me había demostrado que seguía dudando, le concedí el derecho de dudar y culparme, por dios. Hasta un tonto sabía que la mierda del pasado se quedaba ahí. Yo la había convencido de ser mi amante y ella no se había negado. La había presionado pero pudo haber desaparecido antes si yo no le hubiera agradado. En cambio habíamos estado juntas en la cama por dos años, no era la única culpable, solo que ahora que pasaba lo de Ati podría verlo con más claridad y esperaba a que ella también se diera cuenta. Ya no iba a culparme de nada. Éramos más jóvenes, inmaduras y de mi parte muy ambiciosa. Fin de la historia. El destino nos unió, paso lo de su esposo y nos amamos de nuevo ¿Era imposible simplemente dejarnos llevar y ya? Si ella me amaba tanto entonces volvería conmigo. Listo. No iba a presionar. Aunque los extrañará. Debía también tratar de ser feliz por mi misma, mi familia estaba conmigo.

-Entendido Lauren, te haremos una fiesta.
Yo sonreí divertida.
Me uní a los juegos de Chris con los niños después de un rato. Ninguno de ellos mencionaron nada. Ya era bastante raro mirarme participar en algo durante las comidas familiares.

Dos días más tarde había recibido una comida tranquila en la casa de mi madre. Yo había pasado por la empresa para dejar unos papeles importantes y finalmente volvía a la casa. Al enorme garage donde solo estacionaba mi auto. Todo en completo silencio como esperaba.
Saqué mis cosas del coche y abrí la puerta para entrar hacía pasillo que daba hasta la cocina y la sala. Prendí un par de luces y descansé mis pies en la alfombra. Todo olía fresco, Martha se había quejado un poco, puesto que la casa era más grande que el departamento. Preparaba igual la comida para mi y se encarga de mantener limpió todo. Tampoco había dejado de preguntar por el pequeño que cuidaba.
Entré hasta la estancia donde colgué mi maletín para no olvidarlo mañana y mi chaqueta ligera. Estuve en la cocina por un vaso de agua fría. Finalmente caminé al dormitorio. Entré al baño algo cansada. Al salir me confundió algo.
Había una cuna en medio del dormitorio, estaba bastante segura de haber dejado eso en la habitación de a lado. No aquí. Aunque caminé con duda. No pensaba encontrarme a alguien ahí. Me reí levemente y me vestí después de la corta ducha. Salí de nuevo para buscar la cena y una luz llamó mi atención. Era sobre el siguiente pasillo. Aún me acostumbraba al lugar así que caminé para apagarla pero una mano pequeña sobre mi pierna me hizo dar un puto salto. Miré abajo aterrada.

-¿Lolo?
Mierda. Estaba alucinando o algo así.
El pasillo se iluminó y yo me di la vuelta. Camila sonreía recargada al final. Volteé abajo. Ati también lo hacía con sus pequeños dietecitos.

-¿Sorprendida? Preguntó Camila con un tono coqueto.

Mientras te tuveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora