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Camila
Los Ángeles

Al final de la tarde Lauren terminó confesando que se había ido al departamento con nosotros por una semana. Todos ya lo sabían pero gracias al cielo se lo guardaron, que yo lo confesé un momento antes.
Fueron tan atentos conmigo y Atom que de la nada quedamos con ellos para volver en la semana y cenar. Lauren también aceptó.
Se despidieron con un beso en la mejilla y partimos casi a punto del anochecer al departamento.
Había sido todo increíble y ella lo notó. Yo sonreía de forma involuntaria.

-Lo ves, no fue tan malo ahí.
Yo sonreí y negué.

-Han sido muy amables.

-Creo que ahora los quieren más a ustedes que a mí, yo normalmente voy y pongo mala cara toda la comida.
Reímos por un rato pero luego ella cambio el ambiente dentro del auto. Atom se quedó dormido en su asiento.
Ella aprovecho para colocar su mano sobre mi muslo y comenzar un juego lento.
Yo suspiré.
-¿Quieres darte un baño?
Abrí los ojos para mirarla. Mis mejillas deberían estar enrojecidas. Asentí.
Ella aceleró al auto y estuvimos pronto subiendo al departamento. Entró casi a prisa haciéndome reír. Dejó Atom en la cuna, lo más cómodo posible y buscó en todas partes su oso. Ella quería asegurarse de que durmiera el tiempo suficiente.
Camino por todo el departamento, cuando me divertí lo suficiente, fui yo quien le entrego el oso en las manos.
Cinco segundos después me atrapó contra la puerta del dormitorio.
Levantó mi blusa para sacarla y besó mis hombros.
Nos encaminé hacia el baño.
Me quedé de pie junto a la pared mientras ella encendía la ducha.

Sus labios volvieron y jugaron con los míos en un quejido ahogado.
Sus dedos tocaron con suavidad la piel de mi abdomen y comenzó a bajar.
Dios mío. Era el paraíso mirarla abajó y mientras mordía mi piel, mirar esos ojos verdes en tono oscuro. Desabrocho mi jean en un segundo y los bajó junto con mis bragas. A saltos logre salir de ellos y dejarlos a un lado. Solté un grito cuando de la nada había pegado sus labios a mi entrada. Sin preámbulos. Nada. Solo comenzó un juego que hacía mis piernas debilitarse. Comencé a mirar estrellas unos minutos después. Llegué a mi primer orgasmo mientras ella seguía lamiendo y succionando en las partes adecuadas. Sujete su cabello con fuerza.
Ni en un millón de años me hubiera imaginado a Lauren arrodillada frente a mi para complacerme, cerré los ojos.

-Lauren. Dije en un gemido y ella acelero los movimientos con su lengua, incluso levanto una de mis piernas para apoyarla en su hombro.
-Dios, no te detengas.
Gemí mordiendo la mitad de mi labio. No podía soltar un grito tan alto. Intenté buscar algo para sujetarme cuando sentía cómo una chispa subía por mi cuerpo, apunto de llegar al segundo orgasmo. Sujete su cabeza contra a mi y cerré los ojos. Mis piernas débiles y respiración acelerada me iban a dejar caer al suelo pero ella estaba ahora frente a mi y sujetando mi cuerpo.

-Dios Camila, eres tan hermosa, tanto que quisiera pasar toda la vida contigo así. Besó mis labios desesperada y a tropiezos logró acercarnos a la ducha. Ella quitó su ropa y arrancó la última prenda que yo llevaba puesta.
El agua estaba caliente, el baño se había llenado de vapor haciendo el ambiente todavía mejor.
Sus labios se apoderaron de mis labios por un rato, sintiendo nuestra piel húmeda frotarse bajó el agua. Dios. Esto era tan placentero.
Bajó hasta dedicarse a mimar mis pechos. Besaba y mordía donde quiso, era extraño por que no recordaba haber tenido un orgasmo con el simple toque sobre mis pezones. Grité al sentirme llegar otra vez. Ella sonrió.

-¿Que quieres que haga para ti? Preguntó con voz seductora y besando la piel de mi cuello. Yo me recompuse a medias.

-Déjame hacer algo para ti.
Entre risas la hice recargarse en la pared de la ducha y bajé mi mano en medio de sus piernas. Era extraño por que cuando lo hacíamos todo el tiempo ella se dedicaba a hacerme gritar, aseguraba que le llenaba más de placer mirarme y tocarme a mi. Atrapó mis labios con furia y yo aproveché para entrar en ella. Con su mano había comenzado a guiar la mía y movimientos rápidos.
Hecho su cabeza atrás cuando alcanzó la cima y luego no dudo nada en sujetarme con fuerza.

-Dime que tienes un juguete para ti. Preguntó excitada. Yo negué.
Tenía demasiado tiempo sin pensar en sexo antes de que ella llegará. Ni siquiera entendía como había sobrevivido sin siquiera tocarme.
A Lauren le gustaba usar de vez en cuando, un dildo para penetrarme.

-Esta bien, será mejor así. Sonreímos en medio del beso y sentí sus dedos entrar en mi. El agua seguía cayendo tibia sobre nosotras. Movió sus dedos dentro de mi, con movimientos suaves y firmes. Yo apoyé mi cabeza en su hombro y cerré los ojos disfrutando de esa sensación. Dios. Definitivamente no podía compararlo con nadie. Levanté la mirada para fijarme en ella.
No. No había podido sentirme de esa forma tan increíble con nadie. Solo con ella. Solo ella sabía como completarme. Me animé a darle un beso. Y ella gruñó.
Había comenzado a moverse con rapidez obligándome a desconcentrarme.
Estaba demasiado húmeda y todo mi cuerpo se sentía entumecido.
Besó mis pechos y yo grité al llegar al orgasmo. Me sujeté a su cuello.

-Lauren. Gemí de forma exhausta.
Mordió mi labio inferior. Estaba rendida. Quería dormir con ella en la cama ahora, que me abrazará y acurrucará en sus brazos.

-No sabes cuanto anhelaba tenerte de nuevo de esta forma Camila, pasaba noches enteras soñando despierta, tomando el aroma leve que aún tenían las sábanas de ti. Suspiró y pegó su frente con la mía. Yo sonreí torpe.
-Recordando todas las noches que había tenido contigo, dios, fui una tonta al dejarte ir, pero claro, mientras te tuve, lo tenia todo, y yo no me di cuenta, eras todo para mi pero en medio de los problemas que rodeaban mi vida en ese entonces, jamás creí cierto que solo una mujer sostenía ese pequeño equilibrio en mi vida, cuando te fuiste, todo se fue a la mierda, llegué a rogar al cielo por tenerte una noche más.
Estaba siendo tan sincera con sus palabras. Suspiré pesado al imaginarla.
Yo también pensaba en ella pero como una tonta me había refugiado en otra persona para sacarla de mi cabeza y mi cuerpo.
Estar con el no era lo mismo. No había sido lo mismo.
Para su sorpresa, yo salí de sus brazos y de la ducha envolviendo mi cuerpo con una toalla.

Mientras te tuveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora