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Lauren
Los Ángeles

-Señorita, debe mantener el móvil apagado por el momento ¿Podría ser tan amable de guardarlo mientras el avión despega?
Había hecho miles de llamadas toda la tarde, dando vueltas en el dormitorio, me sentía en una maldita pesadilla. Alguien había arrancado algo de mi.
Mis ojos seguramente permanecían enrojecidos, hinchados por tanto llanto. Había roto un par de cosas en el hotel. Bebido.
Asentí. No quería apagar el maldito móvil. Después de conseguir el primer vuelo a Los Ángeles yo necesitaba esperar.
Mierda. Con lo que odiaba hacerlo. Mi paciencia estaba perdida. Ahora mismo no sabía como me sostenía en pie para cargar mis maletas.
Con un dolor terriblemente enterrado en mi pecho, podría imaginar como Camila se sentía. Se había negado a hablarme. Estaba inconsolable y yo estaba lejos.

-¿Esta usted bien? Un señor sentando a mi lado habló bajo. -Puedo entender que tan intimidante es viajar a mucha distancia del suelo, pero no es tan malo si imaginaba que esta volando, algo sumamente increíble ¿No lo cree?
Dejé de apretar el reposabrazos, mi mano dolía y estaba casi blanca por sostener tan fuerte. Estaba enojada, herida y con el alma en mis pies.

-Gracias. Logré contestar. Aún así. Eso no arreglaba nada.
Miré que durante el viaje, toda la gente dormía. Yo me mantuve despierta todas esas horas. Saliendo al baño. Mirando el reloj, mirando mi móvil. Buscando una puta respuesta.
Limpiando enfadada las lagrimas que seguían surgiendo de mis ojos.
Contaba cuatro copas de vino. Cuatro. No sabía que tan dañino podría resultar para mi organismo. Se suponía que jamás lo volvería a hacer. Pero el alcohol lograba que me mantuviera en el avión sin salir del asiento hacía la cabina para exigir al piloto que fuera mas rápido.

Ati. Cerré los ojos un poco mareada. Pensé en lo corto de su edad, no merecía nada de lo que pasaba. Solo un maldito enfermo sería capaz de alejar a una criatura inocente de su madre. Era mi culpa. Sabía que estar con ellos también era una forma de exponerlos, tenía enemigos, mi puesto me otorgaba poder pero también un riesgo. Era mi culpa. Solté un sollozó.
Aún con los ojos cerrados, recordé la primera vez que lo había visto, a ese pequeño, tan lindo y valiente. Había luchado al igual que Camila, había crecido con ella, me recordaba, el me transmitía la misma calma que yo a el. Estábamos destinados a estar juntos lo sabía. ¿Porque mierda alguien se atrevía a alejarlo?
Entre malos sueños había logrado dormir dos horas, estaba cansada, con dolor de cabeza y sumida totalmente en la tristeza. No podría animarme nada.
Solo quería llegar y buscarlo por todas partes.
Chris esperaba por mi en el aeropuerto. Con la mirada baja y junto a un chofer. Él había intentado acercarse, darme un abrazo. Pero yo me había alejado.
Estaba tan furiosa conmigo misma.

-¿Lauren?

-No necesito tu compasión Chris, necesito saber donde mierda esta, necesito encargarme de las personas que lo alejaron ¿Entiendes?
Dije entre dientes y ocultando por completo mi lado vulnerable.
Golpeando arriba del auto al abrir.
-¿Has bebido?
Subí sin ayuda de nadie y le indiqué al conductor que llegara a casa de mi madre de inmediato. Que no respetara señalamientos, si no quería quedarse sin trabajo.
-Contesta Lauren.
Apreté mis manos juntas y lo miré.

-¿Eso importa ahora?

-Debes mantener la calma, tu cabeza debe estar completamente sobria ahora.
Golpee fuertemente el asiento delantero del coche, desconcentrando por completo al chofer. Que freno de golpe, pero finalmente acelerando de nuevo.

-Mierda ¿Eso importa? ¿Que ha pasado? No me pidas que mantenga la calma, que no beba, ahora me siento la persona más estúpida del planeta por exponerlos, por dejarlo solos cuando sabía que alguien podría dañarlos, necesito encontrarlo.

Bebió de una botella de agua y esperando a que yo me calmara. Apoyó una mano en mi hombro.
-Lauren, esto, créeme no es fácil para nadie pero lo peor que puedes hacer es caer en la desesperación, beber y culparte, debes prometerme que tendrás paciencia, Camila esta destrozada, alguien debe mantenerla en calma, tu eres la única, Karen lo ha intentado pero...
Sentí como todo el peso de mis emociones me invadían. Mierda. Comprendía totalmente lo que el me decía. Lo sabía, necesitaba estar para Camila. Quería pensar con claridad pero el miedo y la desesperación solo me ayudaban a actuar como una idiota. No podía. Sólo quería que todo se tratará de una estupida broma.
Chris Me arrastró a sus brazos y me sostuvo mientras el llanto me debilitaba.

-Es mi hijo, hablamos de Ati, de mi pequeño, es mi vida ahora y alguien lo alejó de nosotras ¿Como puedo mantener la calma?
Exigí una respuesta en medio de mi llanto. Era mi hijo. Por supuesto. Ese pequeño e inteligente niño tenia una parte de mi.
-No quiero que le pase nada, lo necesito en mis brazos ahora.
Sentir ese pequeño calorcito que desprendía al abrazarlo. Su olor a bebé, su risa llenando el departamento, la imagen de Camila y el jugando sobre el sofá.
-No se que voy a decirle.

-No digas nada, solo abrázala y promete que lo encontrarás, por que así va a ser, todo nuestro equipo trabaja ahora en rastreo y sobre cualquier pista, en la lista de sospechosos que les has dictado Lauren, deben estar en la ciudad, mantenemos todo realmente vigilado, quieren algo a cambio estoy seguro.

-¿Es como me has contado?
Pregunté con voz débil, en su llamada me había explicado brevemente.

-Camila y el solo estaban en el departamento, ella no recuerda mucho, hicieron una entrada silenciosa, un golpe en su espalda con algo que parecía un arma, algo pesado, que nublo su vista y solo recuerda que alguien tomó al pequeño de la alfombra donde jugaba.
Mi corazón dolía con fuerza, como si algo dentro quisiera que explotara. Respiré con dificultad de tan solo imaginarlo.

-¿Que hay de las cámaras?

-Es difícil Lauren, el edificio no cuenta con la mejor seguridad, una cámara en recepción con terrible definición, dos mas en los elevadores pero quién allá entrado no los uso, más bien apostamos a que lo hizo por la entrada habitual y salió por la escalera de emergencia, el chico de la entrada no recuerda que alguien saliera con un niño, y la cámara no lo registro tampoco.
Necesitaba revisar todo eso. Apostaba a que algo podría reconocer.
Cansada por el viaje y el llanto, logré acurrucarme al costado de Chris para solo cerrar los ojos.

Mientras te tuveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora