Epílogo

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Pasado

El celular de Camila comenzó a sonar, se preguntaba quién podría llamarla a las tres de la tarde. No conocía a nadie que le hablara a esa hora un sábado.

Su pantalla mostraba que se trataba de un número desconocido, dudo un poco en atender, pero finalmente lo hizo. Algo insegura, llevó su teléfono a su oído para poder escuchar de quién se trataba.

-Hola-Una voz ronca se hizo presente del otro lado de la linea.

-Hola, ¿Quién eres?

-Soy Lauren, ¿Habló con Camila Cabello?

-Sí, soy yo, ¿Quién eres?

-Lauren Jauregui, nos conocimos en el cumpleaños de Ally, la semana pasada-Chasqueó su lengua al otro lado de la linea.

-Te recuerdo, eres la castaña de ojitos verdes encantadores-Sonrió algo ilusionada por haber sido llamada por ella.

-¿Estás ocupada? Me gustaría repetir lo de la semana pasada-La morena se detuvo un momento, no estaba segura de aceptar su propuesta o deshacerse de ella. ¿Quién dejaría pasar una oportunidad así con una chica tan hermosa como Lauren? Y aun más importante aun, con una lengua maravillosa.

-No, ¿Tú estás libre?-La ojiverde sonrió victoriosa. Camila la había dejado con ganas de más, mucho más de lo que la morena podía llegar a imaginar.

-Por supuesto, Camila, ¿Te parece venir a mi departamento? ¿O prefieres algún otro lugar?

-No, no. Está bien así.

-Grandioso, te pasaré la dirección por mensaje.

-Okay, en cuanto esté lista iré.

-Bien, hasta entonces, Culobello-Lauren cortó.

Camila suspiró y lanzó su cabeza hacia atrás, chocando con su sillón. No sabía realmente el por qué, pero quería sorprender a Lauren. Algo dentro de ella le decía que sería una muy buena idea arreglarse un poco. Su armario no tenía mucha lencería, ¿Quién la necesita cuando estás soltero? Una persona por noche está bien para algunos, para Camila una por mes.

Se levantó y caminó hasta su clóset, abrió las puertas y luego los cajones de ropa interior. Nada le parecía suficiente para complacer a la ojiverde. Ni el conjunto blanco, ni el negro, ni ninguno. Dió un puñetazo por la frustración y una bombilla se encendió en su cabeza. Se estiró un poco y tomó una caja cerrada, Dinah le había regalado lencería por su cumpleaños. Todo con la excusa de que realmente la necesitaba, para ella Camila necesitaba muchas cosas.

Abrió la cajita rezando internamente para que esa tan pequeña tanga pudiera caber en su culo sin romperse de lo fina que era. Era encaje de color bordo, un color que nada tenía de especial, solo que en su piel se veía maravilloso. Se la probó y al estar conforme se colocó el sostén también. Aun no comprendía cómo su amiga había atinado con ambos talles. Se miró al espejo una vez más convenciendose a sí misma de que se veía sexi con sus rulos naturales.

Descolgó de una percha un vestido bastante provocador de color negro y se lo puso, además de tacones del mismo color. Buscó su celular y algo de dinero, por las dudas, y se marchó.

Por alguna razón el departamento de Lauren siempre permanecía ordenado, así que no debía preocuparse mucho por arreglarlo para su compañera. Solía llevar muchas chicas a su casa, pero con ella era diferente. Sentía que con Camila no sería solo sexo y nada más. Como si algo más pasase entre ambas.

Acomodó su camisa, ese sábado había tenido una videoconferencia y debía estar arreglada. Soltó el moño en su cabeza y quito los dos primeros botones de su camisa blanca, sentía su pecho algo más relajado.

Recuérdame [CAMREN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora