Capítulo 2

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Lauren Pov

Miré de reojo por el retrovisor. Emily balanceaba sus piernitas mientras que miraba fuera las pintas de San Fransisco. El orfanato quedaba a las afueras de la ciudad, sin duda era una zona no tan atractiva estéticamente. A diferencia de nuestro departamento se encontraba bastante cerca del centro, sin duda era una zona más pintoresca para vivir.

Estaba imnotizada viendo los grandes edificios que se establecían en todas las manzanas. Sonreí. Creo que esta feliz, o al menos eso entiendo por su sonrisa tímida.

Al llegar bajamos las cosas de la niña y subimos por el ascensor. Sin duda me apenaba saber que con solo tres años poseía una muñeca y cuatro mudas de ropa para ella sola. El penthouse era simplemente enorme para dos personas, las habitaciones sobraban sin duda. Con Camila habíamos decorado una habitación para ella y en otro cuarto una sala de juegos.

La tímidez aun no se iba de su carita. Sus ojos azules aun no se atrevían a mirarnos por más de un par de segundos seguidos. Intabamos sacarle charla, pero esto era casi imposible. Emily respondía, pero claramente no trataba de mantener la conversación.

Estacioné el auto en la puerta del edificio, como siempre, me desabroché el cinturón y me bajé. Camila bajó a la niña y comenzamos a caminar hasta dentro del edificio. Se la veía algo temerosa o nerviosa, creo que debe ser por querer convencernos.

Las puertas se cerraron y la pequeña se abrazó a las piernas de Camila buscando esconderse. Mi esposa se agachó abrazandola.

-Tranquila pequeña-Susurró en su oído-Te acostumbrarás-Llegamos al último piso y la niña se separó de ella.

Abrí la puerta y ni bien entramos se escuchó como Robin corría a la puerta por nosotras. El perro, ya adulto, comenzó ha lamer toda la carita de la niña ni bien la había visto. Emily comenzó a reír por ello mientras acariciaba su lomo de forma calma. Robin suele llevarse muy bien con los niños.

Luego de ello él se calmó y se acomodó en su cama. Su sonrisa apareció de repente, se la veía mucho más relajada y feliz.

-Oye, Emie-Ella me miró curiosa-¿Te gusta ese apodo?-Ella sonrió.

-Sí-Dijo tranquila.

-¿Quieres ver tu habitación?-Ella asintió. Caminé hasta la puerta de la que ahora sería suya. Ella me siguió tranquila. Abrí la puerta dejándola ver su nueva habitación. Emily se sorprendió mucho al ver que tenía una habitación para ella sola. Con un armario para sólo su ropa. Con una sola cama que ahora era de su completa propiedad. Es demasiada información para la pequeña cabeza de una niña de tres años.

-¿Te gusta, amor?-Preguntó Camila. Aun seguía algo shockeada.

-Me encanta el rosa-Dijo bajito. Caminé hasta mi habitación, tomé el peluche sobre mi comoda y volví al pasillo. La pequeña abrazaba a Camila con fuerza-Gracias.

-¿Y te gustan los unicornios, Emie?-Ella volteó rápidamente a verme y corrió a mí. Me abrazó. Sentí mi corazón se estrujó al sentir sus pequeños bracitos rodearme como podía y sus manitas aferrarse a mi camisa firmemente. Su calido aliento golpeaba contra mi hombro. Para ella era más fácil ya que me había sentado en el piso. Le correspondí el abrazo gustosa. Podía notar como ella no quería separarse de mí. Eso demostraba cuanto amor le hacia falta.

-Gracias-Susurró.

-No hay de qué, princesa-Ella se separó y dejé un beso en su frente. Camila sonreía viendo la interacción. Sin duda le generaba ternura la escena entre nosotras. De alguna manera creo que ya me había ganado algo de su camino.

-En la tarde podemos ir a comprar ropa y juguetes si quieres. No lo habíamos tenido en cuenta antes de que llegaras-Sus ojitos brillaban como si le hubieran dicho que recibiría todo lo que ella quisiera.

-Sí, por favor-Juntó sus manitas en forma de suplica-Por favor, por favor, por favor-Repetía-Prometo portarme bien.

-No hace falta que prometas nada, Emie-Acaricié su cabello-Sólo era una pregunta. Hay muchos niños a los que no les gusta probarse ropa.

-Ahora vamos a comer-Me levanté del piso y ayudé a Camila a hacerlo. Comencé a caminar, pero un tirón de mi ropa llamó mi atención. Me dí la vuelta mientras que la pequeña me miraba con tímidez.

-¿Qué sucede?

-¿Cómo debo llamarte?

-Como tu quieras, Emie-Me miró algo insegura y le sonreí. La alcé sobre mi cadera-Puedes decirme Lauren, Lolo, como tú quieras-Ella asintió.

-Lolo me gusta-Sonrió.

-A mí me gusta que me digas así-Sus mejillas enrrojecieron y tapó su cara con sus manitas-¿Te da verguenza pequeña?-Rió y luego me abrazó por el cuello.

Luego de comer nos dirigimos al centro de la cuidad en busca de ropa para Emily. No le había tomado tanto tiempo tomar la suficiente confianza como para mantener una conversación. Sabía hablar muy bien para nuestra sorpresa, podía tener solo tres años recién cumplidos, pero se le notaba que gracias al haber estado rodeada de niños en el orfanato, había aprendido a hablar bastante rápido.

No tenía nada que ver con nosotras en lo absoluto. Sobre todo puedo hablar por lo físico. Su cabello era rubio ceniza lacio. Sus ojos eran de un azul claro. Su piel si era algo más parecida a la mía, bastante blanca y con muchas pequitas por sus mejillas.

-¡Lolo!-Vino corriendo hasta mí.

-¿Sí amor?

-¿Me puedes comprar esto?-Me mostró un vestido violeta al mejor estilo princesa.

-Claro, muestraselo a Camila. Ya verás que le gusta-La pequeña salió corriendo en busca de la morena por toda la tienda. Ella estaba al final del pasillo mirando entre la ropa de invierno, en San Fransisco siempre hace frío.

Recuérdame [CAMREN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora