CAPÍTULO 25

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(Puede que esta al final solo sea una más
de nuestras relaciones suicidas
no hemos llegado a escarmentar
y volvemos a topar con el mismo callejón sin salida). (1.)

Cada uno hará su vida, sin saber nada el uno del otro, puede que salga bien que nunca más nos volvamos a ver, o que todo de la vuelta de nuevo y nos volvamos a cruzar, otra vez chocando, frente a frente, en un callejón sin salida.

Ada era una niña de seis años, hija de Roberto. Cada vez que Roberto venia de visita a Argentina traía a la niña para que no se olvidara de sus tíos. Habían pasado un año desde la última vez. Con Pablo tenía una magnífica relación, de tío y sobrina y aunque no era sobrina directa se llevaba mejor con él que con Alejandra, su tía de sangre.

Alejandra no era muy niñera y los niños no eran su punto fuerte, por eso cuando se casó con Pablo ambos estuvieron de acuerdo en no tener hijos y dedicarse a los negocios y a la pareja exclusivamente.

Roberto sonrió cuando Pablo le preguntó por Ada y segundos más tarde, detrás de él, asomo una cabecita por el marco de la puerta. Pablo sonrió de oreja a oreja al verla. La niña, corrió y se tiró en brazos de su tío

- Pablooooo – exclamó la chiquilla mientras Pablo la alzaba

Roberto miraba la escena con algo de ternura en su mirada. La niña era lo más importante que él tenía, era su vida entera.

Ada en hebreo significa belleza por eso su padre le puso ese nombre cuando la vio por primera vez. Era el ser más hermoso que vio en su vida. Ahora con seis años de edad, la niña poseía una belleza desmesurada, era toda una princesita salida de un cuento. Físicamente menudita, de cabello rubio claro, melena lisa con puntas onduladas por el hombro, ojos azules agua mar, rasgos muy marcados y sonrisa blanca perfecta. Era una criatura llena de vida, muy avanzada en sus pensamientos y muy inteligente, en ese aspecto parecía mayor a las niñas de su edad, tenía contestaciones y opiniones impropias a una chica de seis años.

Además, era la única niña en la familia, estaba mimada y ella se salía demasiadas veces con la suya, sobre todo cuando visitaba Argentina y la casa de sus tíos. Pablo, le daba todos los gustos. Ella era su debilidad, desde que la conoció bien chiquitita la quiso con locura. Era una persona que ocupaba un lugar importantísimo en la vida de Pablo.

Alejandra estaba muy unida a su hermano. Aunque eran muy distintos, ella era toda una mujer de negocios muy estructurada y el todo lo contrario, se dedicó a vivir la vida en España, y de acá para allá despegándose del negocio familiar.

Además de la visita, Roberto dio una alegría a Pablo y Alejandra cuando les comunicó que se estaba planteando la idea de trasladarse a su país de nacimiento definitivamente. Ada estaba encantada de empezar una nueva vida en Argentina, país que sentía como propio, aunque la niña era española de nacimiento su padre siempre le habló con acento argentino y ella tenía una mezcla de los dos países.

- me tendré que hacer un tour para familiarizarme con el país – dijo Ada observando los adornos de la casa mientras se paseaba haciéndose la interesante

Los tres se miraron y se echaron a reír, sabían perfectamente de la forma de hablar de la niña, pero en el tiempo que estuvieron sin verse, Ada estaba más vivaracha y dicharachera que nunca.

- "familiarizarme" – recalcó Pablo con una sonrisa

Y acercándose a su cuñado le susurro:

- ¿De dónde saca esta nena esas palabras?

- Te juro que ni idea – dijo Roberto sonriendo

Días antes de la boda, Mía estaba más histérica de lo normal, Manuel intentó complacerla y asegurarle a cada segundo que todo iba a salir bien, aunque él tampoco podía ocultar su nerviosismo. Se interesó más por su vestuario y su imagen, quería estar perfecto para Mía en ese día tan importante.

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