CAPÍTULO 57

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En mentiras creemos (1)

nos limitamos a pensar que somos buenos

nunca nos preguntamos

solo hablamos, reímos y a veces lloramos

Cuando nos conocemos

empezamos a pensar lo que esta pasando (2)

y miramos mas lejos

y miramos donde nunca habíamos mirado.(3)

Me quedaré con muchas ganas de verte

vacío y sin aliento estaré

a punto de encontrarte (4)

Alejandra tenía dos opciones, decir la verdad o negar todo. Pero la segunda le daba demasiado miedo. Tenía temor de que no dudara y creyese a Marizza ya que eso lo apartaría más de él.

- Si, si es verdad. Cené con Marizza porque quería conocerla, no tiene nada de malo

- Me lo podías haber dicho y si no recuerdo mal me dijiste que no la conocías – dijo el rubio llevando su taza de café al fregadero

- ¿Pero como es el tema? – preguntó ella molesta – yo me fui unos días, vos te la tranzaste y ahora resulta que porque yo te mentí me pedís explicaciones

Pablo volvió a bajar la guardia y a ella le encantaba ser la víctima. Otra vez la culpa. Pero ésta vez no iba a permitir que la culpa lo hiciera débil. A lo mejor se equivocaba pero no se podía quedar con esa duda desgarrándole el corazón. Tenía que escucharlo.

Alejandra se sentó dispuesta a desayunar, y mientras se untaba mantequilla en la tostada, Pablo volvió a la mesa y se sentó en frente de ella.

- Ale, me gustaría hablar con vos seriamente...

- ¡No!- exclamó ella temiéndose lo peor – ¡se me olvidó!

- Que

- Amor, tenés que ir urgente a la revista- dijo ella con total normalidad esquivando la conversación anterior- Pilar te está esperando, a la tarde tienen que ir a hacerle la nota al presidiario, al escritor del libro "un mar de amor", tienen que cuadrar los últimos datos del informe

- Pero...a mí me gustaría hablar antes con vos, escuchame...

- Después, mi amor, tenemos todo el tiempo del mundo para nosotros, el trabajo es lo primero, andá

Él agacho la cabeza y obedeció. Ella fue lista, estaban en casa pero actuó como jefa cuando la parte de esposa le había flaqueado. Una de cal y otra de arena, sabía lo que tenía que hacer. El papel de jefa siempre era su as en la manga, su comodín.

Pablo alcanzó la carpeta que había sobre la mesa y las llaves del coche y se fue hasta la puerta. Ale se levantó y se dirigió hasta él antes de que se marchara

- ¡Pará!

Pablo se giró y ella lo besó, sellando sus labios y su identidad en ese beso, dejándole su firma como documento de su propiedad.

Pablo no la rechazó, no se atrevió, fingió una sonrisa y salió por la puerta. Tras esto, Alejandra fue corriendo hasta el mueble de la televisión y agarró el móvil, dio a una tecla y se lo puso sobre la oreja apresurada.

- Rober... ¡no sabes que pasó!

- Buen día hermanita

Pablo llegó a la revista y fue a la redacción dirigiéndose a la mesa de Pilar.

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