CAPÍTULO 33

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(Cuando tratas de dar lo mejor pero no lo logras

Cuando obtienes lo quieres, pero no lo que necesitas

Cuando te sientes cansada, pero no puedes dormir

Atascada en el reverso

Cuando las lágrimas vienen fluyendo bajo tu cara

Cuando pierdes algo que no puedes reemplazar

Cuando amas a alguien pero es un desperdicio

¿Podría ser peor?).(1)

Ya no soy la rebelde que siempre fui, ya no tengo las fuerzas de una adolescente llena de sueños y con ganas de comerse el mundo.

Me robaron todo eso, me robaron lo más importante que me pasó en la vida.

Con ella se llevaron todas las fuerzas, todos los sueños.

Tengo que reponerme, volver a ser quien fui para recuperarla.

- Ada, ¡no me gusta que sueltes mi mano cuando vamos a cruzar la calle! – dijo Roberto regañando a su hija mientras cruzaban un paso de peatones

- Ada...-murmuró Marizza  viendo el momento desde dentro del taxi aparcado en una esquina cerca del paso de peatones 

Fue en ese momento cuando recordó aquella charla con Pablo sobre si conocía a una tal Ada. No se iba a quedar con las dudas. ¿Quién era esa nena que se parecía tanto a Pablo?

Marizza bajó desesperada del coche y cruzó de prisa el paso de peatones mirando que no viniera ningún coche corriendo hasta el otro lado de la calle donde caminaban Roberto y Ada.

- ¡Robertoooo! – gritó Marizza con desesperación para que frenaran.

Simultáneamente Roberto y la niña se giraron. Marizza tuvo una fuerte sensación en el pecho cuando miro los ojos azules de Ada, un pinchazo muy fuerte que le hizo tocarse y respirar hondo. Ada también la miraba de forma especial.

Tenía la misma mirada que Pablo, tierna y dulce, y ella conocía ese mirar a la perfección.

Roberto cuando la vio se puso nervioso y empezó a balbucear

- Ma...Marizza –

Marizza no podía dejar de mirar a la niña, en ese momento se olvidó hasta de Roberto. Pero era a él al que le tenía que preguntar para averiguar esa sensación:

- ¿Quién es esta nena? – preguntó sin apartar su mirada de la pequeña

Ada sonrió y ella muy amigablemente se presentó tendiéndole la mano

- Ada Venus, mucho gusto

Marizza volvió a sentir con más intensidad esa sensación en el pecho cuando le dio la mano, sentía que se podía desvanecer en ese momento pero fue más fuerte de lo que su cuerpo sentía, su mente controló más de lo esperado.

- Es...tu...tu... -

Venus, ese fue el apellido que le dio a Ada junto a su nombre. Apellido que Marizza conoció hace poco, ya que nunca supo de ese apellido hasta que conoció a Alejandra y se enteró de que era hermana de Roberto.

- Mi hija – dijo Roberto con seguridad sonriéndole a la niña

Marizza pensó unos segundos, ¿Por qué Roberto no le había dicho que tuvo una hija?, ¿Por qué se puso tan nervioso cuando la vio?

- Nos tenemos que ir Marizza, tenemos prisa...nos hablamos ¿sí?

Roberto se quería despedir y así separar la mano de Marizza y de la niña que seguían agarradas desde el saludo

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