CAPÍTULO 43

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(Sé que es tarde que la vida es un tren, (1)
Que por estúpida he vuelto a perder,
Que aquí en mi soledad, me enfrentare a la verdad,
La que odio más y me gusta saber. (2)

Dime, dime, dime si estoy loca,
Si no te di lo que hoy te da otra,
Si te hice daño solo ha sido culpa mía, (3)
Te quiero y me muero dime, si estoy loca,
Si es mi castigo verme aquí sola,
Entre la inmensidad de las olas,
Te siento tan lejos el frío es eterno bajo mi piel, (4)
Tan amargo y cruel.

Te imagino enamorado y feliz,
Pero el amor hoy se ría de ti
Por una sola flor, abandonaste un jardín
Repleto de amapolas para ti...)

Confianza. No le puedo pedir tanto, no puedo pedirle algo que no me gané. Fallé en eso que tanto defendí, la verdad.

El tren pasó, y ahora está feliz con otra. Ahora me lo merezco. No debería sentir lo que siento. Son celos, si, y puede que me vuelva loca si lo veo con otra.

Por la tarde, Pablo estaba en su despacho sin poder parar de pensar lo que Roberto le había comentado sobre el estado de Marizza.

Por un lado, conocía a Marizza como persona y sabía que no le haría ningún daño intencionado a Ada.

Pero por otro, no podía hacer oídos sordos a lo que había escuchado de la boca de su cuñado sobre el estado de salud de la rebelde.

El amor que le tenía a Ada era demasiado grande como para arriesgarse a dejarla en manos de alguien, que aunque ese alguien fuera ella, no estaba en esos momentos del todo seguro.

Su cabeza daba vueltas sin parar, así que sentado sobre su sillón descolgó el teléfono y marcó el número de Marizza.

- ¿Marizza? – dijo cuando ella descolgó – soy Pablo

- Ah hola Pablo...decime ¿hablaste con Roberto? –

- Si, acabo de hablar y me gustaría verte

- Ok ¿querés que vaya para la revista?

- ¡No! – exclamó rotundo –

Marizza desde el otro lado se asustó un poco pero sabía que lo hacía por cuidar a su mujer y que no sintiera celos.

Era una situación amarga, en el fondo, ella hubiera querido escuchar otro tipo de respuesta.

"Basta Marizza. Si hablas con él es por tu hija, solo por ella" pensaba la rebelde intentando ganar a sus sentimientos. (1. Sé que es tarde y que la vida es un tren)

No quería sentir más dolor y se hubiera ido a España de no ser porque encontró a su hija. En esos momentos, él era su única vía de acceso a Ada.

- Nos vemos en la playa – dijo el

Ella hizo una mueca y aceptó

- Está bien. ¿en una hora?

- Ok – confirmó el

Roberto también se escapó un ratito del bar y fue a entretener a su hermana a la revista.

Una vez en la dirección ésta lo escuchaba pero tenía mucho trabajo y su presencia le estorbaba bastante.

- ¡Dale Rober! tengo mucho laburo, deja de boludear y contame que hablaste con Pablo

Alejandra tecleaba con rapidez en su ordenador portátil mientras Roberto se hacia el interesante entretenido con el porta papeles del escritorio

- Me contó cosas interesantes...

- ¿Qué cosas? – preguntó ella mientras seguía tecleando

- Que fue al colegio...y que se encontró con Marizza claro

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