CAPITULO 66

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(Las palabras fueron avispas
y las calles como dunas
cuando aún te espero llegar...(1)
en un ataúd guardo tu tacto y
una corona
con tu pelo enmarañado
queriendo encontrar un
arco-iris infinito (2)
Mis manos que aún son de hueso
y tu vientre sabe a pan
la catedral es tu cuerpo...
eras verano y mil tormentas,

Yo el león que sonríe a las paredes
que he vuelto a pintar del
mismo color (3)

No se distinguir entre besos y
raíces
no sé distinguir lo complicado
de lo simple (4)
y ahora estás en mi lista de
promesas a olvidar (5)
todo arde si le aplicas la chispa
adecuada (6))

Si alguien te falló una vez la desconfianza como fantasma del pasado vuelve a aparecer. Y te preguntas ¿si me mintió una vez, porque no lo va a volver a hacer?

A veces el oído es un sentido demasiado débil, no deberíamos oír nada del exterior, pero escuchamos todo tipo de apuestas, aunque la que decida el resultado final seas tú.

- sos brava...-murmuró el con suavidad tocándole las mejillas

Ella brusca lo empujó y lo separó por completo.

- ¡Saliiiii!

- Por favor, Marizza, no mezcles las cosas– dijo el volviéndose a acercar aunque manteniendo las distancias- ¡no puedo hacer como que no pasa nada! ¡Es mi hijo y me tengo que hacer cargo!

- ya te lo dije, la cortamos acá, cada uno por su lado. Yo no quiero tener más nada con vos

Antes de que saliese, Pablo la volvió a frenar, ésta vez con un leve contacto en el hombro.

- si no me bancás en ésta y dudas de lo nuestro claro que no hay más nada que hacer

Pablo salió del camerino dolido por la reacción egoísta que acababa de ver en Marizza, mientras ella se quedó allí sola, pensando un poco más en sus impulsos, en sus oídos frágiles y en su empeño por desconfiar de él. (4)

No se distinguir entre besos y raíces, no sé distinguir lo complicado
de lo simple

A la mañana siguiente, la hija de Sonia tocaba una sintonía con la guitarra en la sala de profesores, aprovechando su hora libre y preparando las próximas clases. Estaba concentrada, inspirada, tocando una melodía triste y melancólica.

- basta, basta

La conversación con Alejandra le afectó más de lo que había imaginado, y siempre imaginaba más de lo que le contaban. Las diapositivas que se le pasaban por la cabeza mostraban a un Pablo feliz y enamorado de la Venus, algo que atormentaba más aun a la rebelde.

Mía entro buscándola.

- hola

- ¿Qué haces acá? –

La Colucci sonrió y se acercó a saludarla.

- bueno...no tengo nada que hacer

- tenés que descansar

- estoy embarazada no invalida

Marizza asentó con la cabeza, por suerte no todos los embarazos eran como lo fue el suyo. Mía tenía la suerte de tener una vida relajada, calmada y sin extremados problemas.

- En serio, me llamó Lujan esta mañana, ella estaba en la fundación con los chicos y me dijo que anoche no quisiste hablar

- hay poco que hablar, ¿no?

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