CAPÍTULO 83

435 38 14
                                    

Que milagro tiene que pasar para que me ames,
que estrella del cielo a decaer para poderte convencer, (1)
que no sienta mi alma sola.
Quiero escarparme de este eterno anochecer.

Dice mucha gente que los hombres nunca lloran, (2)
pero yo he tenido que volver a mi niñez una vez más. (3)
me sigo preguntando, porque te sigo amando y dejaste sangrando mis heridas. (4)
No puedo colmarte ni de joyas ni dinero,
pero puedo darte un corazón que es verdadero
mis alas en el viento necesitan de tus besos (5)
acompáñame en el viaje que volar solo no puedo...

Y sabes que eres la princesa de mis sueños encantados (6)
cuantas guerras he librado por tenerte aquí a mi lado (7)
no me canso de buscarte, no me importara arriesgarte
si al final de esta aventura yo lograra conquistarte (8)
y he pintado a mi princesa en un cuadro imaginario (9)
le cantaba en el oído susurrando muy despacio
tanto tiempo he naufragado y yo sé que no fue en vano
no he dejado de intentarlo, porque creo en los milagros.

Dejamos de jugar, de hacer travesuras, de soñar.
Olvidamos nuestra infancia, nuestra franqueza, nuestras
locuras, ¿porque nos hicimos mayores o por perder las
ilusiones que nos impulsaban en nuestra niñez?
Crece, madura y no perdamos nunca la fe y la frescura
del niño que llevamos dentro

Francis Aragón

El parto de Mía había comenzado, todos esperaban a que saliera Manuel con noticias de la sala de partos.

A Sonia le brillaban los ojos de la emoción y también de la preocupación. Marizza revivió recuerdos pero sonrió a su superación, no era todo como quería, pero hoy por hoy estaba con su hija y eso era lo más importante para ella y un gran logro.

Hilda miraba a todos a la vez, tenía una familia maravillosa que crecía poco a poco, ya estaban a punto de hacerla bisabuela por segunda vez.

Manuel salió del paritorio, con cara de incertidumbre, Sonia y Franco fueron corriendo hacia él y las chicas se levantaron de sus asientos

- ¿Qué pasó? – preguntó Franco

Manuel lo miró haciéndose de rogar mientras seguía con esa cara de incertidumbre.

- ¡Por dios contestá de una vez! ¿Cómo esta Miíta?

- Está bien, y el bebé también

Si, Mía tuvo un varón y ambos se encontraban perfectamente.

Pablo fue a recoger a Ada al colegio, estaba esperando frente a la puerta viendo como todos los niños salían menos ella. Después de un largo rato, la pequeña salió con gesto serio y brazos cruzados, llevaba una faldita de cuadros y camiseta rosa al igual que la mochila, la profesora salió detrás de ella y arqueó las cejas al ver a Pablo, el rubio que conocía el carácter de su sobrina ya sabía que algo había ido mal.

- ¿Qué tal princesa?

- Pues no muy bien – respondió la profesora mirando a la niña la cual seguía con gesto serio y cabeza gacha

- ¿Qué pasó?

- Veras...Ada lleva unos días bastante extraña, ya nos dijeron que tuviéramos paciencia con el tema de la mudez, pero sería recomendable que volviera al psicólogo, no solo por el tema del habla. Ada está teniendo actitudes que no podemos consentir de ninguna manera y hoy ha sido la gota que rebosó el vaso

No era la primera vez que le llamaban la atención en el colegio, no a nivel de conceptos que era esplendida, pero la actitud no le acompañaba en absoluto, sus notas de comportamiento eran muy bajas. Por eso Pablo se esperaba alguna amonestación o llamada de atención por alguna de sus actitudes.

MEMORIA TRAICIONERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora