CAPÍTULO 26

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(Nena ya no hay cuentos de hadas

Nena no te pierdas nada). (1)

(Me dices la verdad, o será
Que no me aguantas más, o quizás
Que tengo que encontrar
alguien a quien amar). (2)

Quiero volver a cuando éramos niños, a las peleas del colegio. Él quería que "la nena" fuera más calmada, que no se metiera en tantos líos y ella quería que "el nene" se jugara y dejara de lado su comodidad. Él se moría si "la nena" le sonreía a otro y ella si era "el nene" el que miraba a otra.

Antes de que Eugenia abriera la puerta Marizza ya presintió algo. Era algo que le venía hereditario, la intuición. Antes de que pasaran las cosas ella ya lo prevenía.

Cuando le abrió la puerta, muchas cosas se le pasaron por la cabeza al ver frente a ella a  una empleada, lo tenía claro, eran de familia con una clase social más bien alta, raro porque Roberto no lo parecía, más bien aparentaba todo lo contrario.

Simpática y educada preguntó:

- Hola, ¿Roberto está?

- Esa voz...- murmuró Pablo desde el otro lado de la puerta

Roberto avanzó y Eugenia le abrió paso a Marizza para que pasara, mientras Roberto la saludaba Pablo detrás de él ya se había percatado de la presencia de la rebelde y no lo podía creer. Sus ojos azules  a punto de salirse de sus órbitas lo decían todo, no entendía nada de lo que estaba ocurriendo.

Cuando Roberto se retiró un poco, Marizza pudo ver lo que había detrás y también fijo sus ojos en el rubio. Se quedó de piedra. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué Pablo estaba ahí?

Alejandra, ya arreglada para la ocasión, salió al comedor y vio impactada la escena

- Marizza –

Pablo se giró completamente al escuchar como el nombre de Marizza salían de los labios de su mujer.

- ¿Cómo sabes que es Marizza?, ¿no me dijiste que no la recordabas?

Marizza no sabía qué hacer ni que decir, prefirió no abrir la boca y mirar a Roberto

- ¿Ya se conocían? – preguntó el hermano de Alejandra

Marizza miró a Pablo unos segundos y giró la cabeza rápidamente, ella no iba a contestar. Estaba tan impactada que no sabía ni que decir y ante eso prefirió el silencio.

- Rober... ¿esta chica es la mina de la que me estuviste hablando? – preguntó Pablo acercándose a Roberto y por consiguiente también a Marizza

- Sí, es ella, pero ¿Cómo que se conocen? – insistió Roberto

Pablo y Marizza se volvieron a mantener la mirada, la tensión era increíble, pero Marizza parecía de lo más tranquila, era un templo de hielo, frío y duro como una roca, o como he dicho eso era lo que parecía. El silencio lo aprovechó para pensar cómo iba a llevar a cabo esa situación.

Alejandra percatada de las miradas que Pablo y Marizza se propiciaban contestó a la pregunta de su hermano.

- Marizza, es una conocida de Pablo –

Marizza sonrió al escucharla por el cinismo, pues ambas sabían lo que Marizza y Pablo tuvieron en el pasado.

La rebelde ya había decidido por donde llevar semejante situación en la que se estaba encontrando, y la diversión era un buen camino.

A demás del encuentro Marizza esa noche intuyó algo más y es que presentía que Pablo nunca supo del encuentro que mantuvo con su mujer

- Bueno...vamos sentándonos por acá – dijo Roberto pasando hacia al fondo - que bueno que se conozcan así nos saltamos las presentaciones–

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