CAPÍTULO 62

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Quiero ser la grandeza de tu vida

La tristeza compartida

Quiero ser lo que soy yo

Quiero ser un montón de horas a día

Tu pequeña fantasía tu mirada y tu motor (1)

Quiero ser la princesa prometida

La canción que cantarías

La noche que salga el sol

Y poder meterme en tu cabecita

A ver lo que necesitas

Y saber dártelo yo (2)

Dime si eres feliz al despertar

Que solo mirarme te hace andar

Estar así no quieres mas

Que me necesitas cerca

Y que no sientes la vida

Si no estás junto a mí (3)

Las imágenes más hermosas son las que permanecen en los recuerdos de cada uno. Con el tiempo, y aunque lo queramos evitar, los recuerdos pierden nitidez, esa claridad, esa exactitud de los detalles van desapareciendo.

Él recordaba, pero no con detalles, la inocencia de su sonrisa

Ella recordaba, pero no con detalles, la chispa de sus ojos

La memoria nos traiciona a todos, pero volver a vivirlo es volver a guardarlo en lo más profundo de tu memoria.

Marizza, que había despertado antes que Pablo, estaba en la cocina preparando el desayuno. Lujan ya se había ido al trabajo y Marizza llamó a Michi para avisar que llegaría más tarde. Después, agarró la bandeja del desayuno, procurando de que no faltara nada, y volvió al cuarto.

El olor a café fue despertando poco a poco a Pablo, que al verla colocando la bandeja en la mesita de noche sonrió con tranquilidad

- Buen día – dijo ella sentándose al borde de la cama.

- Qué lindo es verte al despertar – dijo suave

Pablo se incorporó y Marizza le colocó la almohada en la espalda para que se apoyara, luego lo besó, tal vez y tras la lucidez del día volvía a verse sin ese derecho, (él todavía seguía siendo de otra) ¿pero, como resistirse? Y siéndose sincera en ese segundo Alejandra no le importaba nada.

Para Pablo fue una alegría la espontaneidad de ese beso y se fue derritiendo con los encantos y cuidados de su amada rebelde, incluso recordando los antiguos despertares desayunando juntos en la cama o peleándose con las almohadas.

Tras la intensidad del beso, Marizza le puso la bandeja sobre el regazo.

- ¿Cómo te sentís? – preguntó mientras agarraba una tostada y la untaba de mermelada

- Mucho mejor

Ella seguía a lo suyo mientras él la miraba con devoción, con ojos brillantes, suaves, dulces.

- Pase la noche abrazado a vos...no te solté ni un segundo

Marizza alzó la mirada y le ofreció zumo de su vaso, ella misma se lo acercó sin perder detalle de sus ojos mientras bebía.

- Ya sé, tuve que pelearla para salir a prepararte el desayuno

Rieron. Él se quedó segundos prendido en su sonrisa.

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