CAPÍTULO 68

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(Nos derribó, de golpe el dolor
Y el cielo quedó desierto
No hay más que hablar
No pidas perdón
Por lo que ayer fue cierto

Mi corazón da un paso en falso y vuelve a ti
Sigue latiendo contra mi
No sé cómo enfrentar el tiempo
Ni la noche, ni el silencio)

Pasar página después de un mal día es la única solución para seguir. Escribir de nuevo y seguir el camino, aunque todo se complique más. A veces es mejor seguir y dejar que sea el destino el que se encargue de seguir escribiendo. De todas formas hay cosas que no se pueden cambiar

Esa mañana fue Pablo quien llevó a la niña al colegio. Eugenia se dedicó a ordenar la casa de Roberto. Era grande, para esa casa necesitaría una mañana entera.

Mientras Pablo se ocupaba de la niña, Alejandra hacia un alto en el camino para hablar con su hermano en el bar, y así iban surgiendo un par de ideas.

- El encargado y yo estamos a punto de negociar la venta del local. Esto será mío – dijo el limpiando la barra con una sonrisa – pronto te podré ir contando más novedades. Vos, ¿Cómo lo llevas con mi cuñadito?

- Y bien...pero estoy preocupada, mirá si no consigo quedarme embarazada

- Ya te dije Ale, no te preocupes. Lo importante es que ahora esta con vos a full

Alejandra removió su café y dio un ligero sorbito.

- Si, mientras siga conmigo puedo seguir intentándolo

- ¡Ahí esta!

- Otra cosita...¿Qué pasa con Eugenia?, me la sacaste por completo

Roberto se echó a reír a carcajadas.

- Le agarró mucho cariño a la nena, eso es todo

- ¡Sí!, pero yo tengo mis necesidades, y no voy a contratar a otra porque yo la quiero a ella

- y no sé... ¿Por qué no se vienen a vivir a mi casa?, dejá el departamento ese. Ustedes necesitan una casa amplia con jardín, como la mía, más ahora que se amplía la familia ¿no?

Las risas de los hermanos Venus se escuchaban en todo el local. No cabía duda de que todo les estaba saliendo a pies puntillas como lo habían previsto.

Pablo llegó a la redacción más preocupado de lo normal.

- Buen día Pablo – saludó Pilar al verlo pasar por su mesa en dirección a su despacho

- Ah, hola, perdón que iba colgado

- ¿pasa algo? – preguntó Pilar con gesto de preocupación

- Sí, no se...es Ada

- ¿Qué le pasa?

- Hoy la lleve al colegio y no me dijo ni media palabra. Ella habla bastante y no sé qué le puede estar pasando. Me preocupa que sea por el embarazo de Alejandra...

- ¿Vos decís?

- Si, si no es por eso no entiendo porque puede ser

- Bueno no te preocupes, a lo mejor no tenía ganas de ir al cole, eso es todo, sabés como son los nenes...

Las palabras de Pilar no tranquilizaron a Pablo, él conocía perfectamente a Ada. Así sin más y con gesto de preocupación se metió a su despacho a trabajar.

A la mañana siguiente Pablo y Alejandra se tomaron el sábado libre para realizar la mudanza hacia la casa del mayor del clan Venus. Eugenia y el resto del servicio no daban abasto ese día, tenían que ordenar y colocar todo.

Marizza por el contrario pasó un sábado relajado con su familia en el jardín de los Colucci. Mía y Manuel llegaron con facturas y café y además con noticias.

- ¡Hola familia! – saludó el mexicano

- Mmm...que rico olor a café – expresó Lujan agarrando la taza de café a Manuel

- ¿Cómo estas, vos? – preguntó Marizza a su hermana cediéndole una silla a su lado – ¿seguís con nauseas?

- Si...hoy es terrible...no doy más, voy a explotar

- Bueno...no estás tan mal. Igual, los meses vas a ver que pasan rápido – argumentó Marizza sin poder evitar recordar su embarazo con semblante de tristeza

Lujan y Manuel sirvieron el café a todos menos a Mía. Segundos después llegaron Sonia e Hilda y se acomodaron con el resto antes Hilda le sirvió una manzanilla a Mía

- Mía, tomate esto, te va a hacer bien

- ¡Ay! ¡Gracias Hilda!

- Chicas...les tenemos que decir algo

- ¡Ay dios! ¡Qué miedo el mexicano cuando dice eso! – exclamó lujan mientras el resto reía

- No, no es nada de casamientos, ni embarazos...en realidad, es algo que es de todos. Llamó Ramona, mañana vuelve Guido.

A Marizza se le atragantó la media luna

- Sí, hay que juntarnos todos, o los que quieran ayudar a Guido. Yo avisé a Tomás y Pilar.

- Si, y yo a Vico, Rocco y Feli – siguió Mía

- A Laura la llamé y le conté, pero no sé si con el bebé podrá venir o lo hará más adelante – apuntilló Lujan

Hilda y Sonia desayunaban en un segundo plano, pero intervinieron en ese tema.

- Chicos, ahora tenéis que estar más unidos que nunca. Guido los necesita

- Sonia tiene toda la razón – concluyó Hilda sonriéndole a su familia

Por la tarde, ya instalados en su nueva casa Ada estaba jugando en el jardín sin decir ni una palabra. Roberto y Pablo la miraban preocupados por la ventana desde dentro de la casa.

- Sigue sin decir nada –

- Eugenia me dijo que con ella tampoco habló. Rober, tendrías que llevarla a un médico

- Si...esperaré hoy a ver qué pasa...

El móvil de Pablo comenzó a sonar, Roberto inclinó un poco la cabeza asomándose al móvil de Pablo interesándose por si esa llamada era de Marizza. Pero no

- ¡Tomy! –

Roberto se fue para el jardín con Ada y dejó a Pablo en su conversación, tranquilo de que no era Marizza pero sin saber el motivo de esa llamada.

- ¿A qué hora viene?

Ya estaban todos avisados de la vuelta de Guido, iba a ser algo duro. Se despidieron de él con una imagen y lo volverán a ver completamente distinto al que era antes. Ya no sería igual y debían estar preparados.

Así fue. A la mañana siguiente Guido y su familia se trasladaron a una nueva casa. Cosme, el papá, se dedicó a buscar trabajo durante todo el día.

Y una vez atardeció la mayoría aguardaba en la puerta donde todos se habían reunido para visitarlo.

Los Colucci al completo, Pilar y Tomás, Vico, Rocco y Feli. Al parecer, nadie más acudiría pero todavía tenían la esperanza de que llegase Pablo.

- ¡Si no viene subimos! – exclamó Marizza cansada de esperar

- Esperemos un poco más, va a llegar – dijo Tomás con confianza

CONTINUARÁ...

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