XXVI

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Norman, mañana a la tarde vas a escapar vos solo.

El mencionado pareció sorprendido por solo un segundo antes de que su expresión se ablandara en una pequeña sonrisa.

—Perdón, no puedo-

—Callate.— Fue interrumpido por la orden simultánea de los otros tres, haciendo que ponga una expresión nerviosa.

—Por lo escuchanos.— Pidió Ray, mientras buscaba un banquito para poder sentarse y le quitaba el vaso de agua de las manos al ojiceleste para dárselo a Emma. —En realidad vamos a hacer como que escapás mañana a la tarde.

—¿Eh?— Balbuceó el albino.

—Tenemos que desactivar tu rastreador y hacer de cuenta que escapaste... Pero vos te vas a quedar acá escondido hasta que _______ y Emma se curen por completo.

—¡Y entonces, el día que ejecutemos el plan escapás con nosotros!— Continuó la de orbes verdes.

—Hasta ese entonces en la práctica no vas a existir así que vas a poder explorar todo lo que quieras.— Continuaste. —Tampoco va a haber problema para que después nos reencontremos.

—Pero por más que sea verdad, si yo escapo la seguridad va a ser más extricta.— Justificó Norman.

—No hay problema.— Contradijo el azabache. —Teniendo en cuenta las reglas de crianza de este hogar, dudo que se puedan hacer grandes cambios en la seguridad.

—¿Reglas de crianza?— Inquirió el de ojos cielo.

—Uno; una crianza saludable y pacífica y dos; una fuerte protección del secreto.— Enumeró el de orbes negros. —El primer punto se relaciona a qué es mejor para le desarrollo del cerebro. Para un desarrollo apropiado del cerebro... Es escencial no solo el estudio, sino también nutrirlo con ejercicio y amor. El requisito mínimo que cumplen los productos de Grace Field House es “niños saludable con una crianza repleta de amor y paz”. Lo mismo con el segundo punto; los demonios no pueden ser vistos. Porque si los ven, los chicos van a querer escapar, pero principalmente porque criarlos con miedo no generan los cerebros que les gustan. Por eso mismo es que usan adultos humanos como criadores. Es como un juego de la casita.

—Es decir...— Empezaste a hablar. —Que no van a poder implementar medidas más fuertes para mantenernos acá, ni van a ejecutar planes contra un escape que puedan perturbar la paz del hogar. Ni siquiera podrían cambiar la altura del muro porque aunque esté lejos, los chicos podrían verlo. Por ende, como mucho respecto a la seguridad, lo único que pueden hacer es aumentar el número de cuidadoras. Podemos acuparnos de algo así... No, vamos a ocuparnos de algo así. ¡Lo vamos a hacer!

—Pero, ¿Y si levantan el muro hasta una altura a la que no se puedan usar sogas?— Preguntó Norman. —¿Qué vamos a hacer si no podemos superarlo?

—Entonces vos podés hacer una escalera o algo mientras estás escondido.— Contestaste, mirándolo fijamente.

—¿Y si cambian el rastreador por uno más moderno?— Continuó cuestionando el albino.

—¡Si nos ponen uno nuevo, vamos a saber dónde está y lo vamos a poder sacar!— Respondió Ray, irritado. —¡Eso no nos va a detener porque sabemos la existencia de los rastreadores, sabés esas cosas, no preguntes todo!— Tomó aire por un segundo, en busca de calmarse. —Da igual, lo que importa es que no vas a morir. Es obvio que hay otras opciones mejores a dejar que te despachen. Te vamos a conseguir comida... ¡Te vamos a mantener escondido...! ¡Podemos ocuparnos aunque aumente la seguridad! ¡Todavía lo tengo! Todavía tengo el as bajo la manga para derrotar a mamá. —Se levantó de su asiento para encarar a Norman antes de continuar. —¡Así que viví! ¡Simulá escapar, con este plan...!

La letrista {Rayxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora