LXI

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¡Todos van a venir!

—Bueno.— Leuvis cerró con lentitud su reloj de mano. —Ya casi pasaron los diez minutos. Y no aparecieron ninguno de sus amigos, Emma, _______.

—Pero tampoco aparecieron... Ninguno de tus compañeros.— Hablaste. El demonio rio.

—Qué perspicaz. Sí, pero eso era obvio. Ya no están en este mundo. Sus presencias desaparecieron... Y sonaron los silbatos, dos veces hasta ahora. El primero fue por Luce, ¿Y el segundo por Bayon? También desaparecieron las presencias de Nous y Nouma, ya debe de estar por sonar el silbato por tercera vez.— Y efectivamente se oyó el silbato segundos después. —¿Ves? ¿"Compañeros"? Nunca los ví así, para nada, pero ahora que lo pienso, va a ser levemente triste. En especial por Bayon... Nos conocíamos hace mucho y coincidíamos en muchas cosas. Cazábamos bastante juntos antes de la "Promesa", cuando las cacerías iban en serio. La verdad... Me daba pena por él. Pero me imagino que se divirtió al final... Satisfizo su anhelo más deseado. Disfrutar de una caza "de verdad".— Guardó silencio y de la nada estaba detrás tuyo y Emma. —¡Realmente es admirable! ¡Bravo!— Te diste la vuelta, apretando los puños. —Lograron derrotar a un tigre aunque son simples conejos. Maravilloso, no podía esperar menos de los humanos. ¡Obnubila por completo mi leve tristeza! Me pregunto cuántos de ustedes quedan. Ahora solamente puedo ver a dos, me pregunto cuántos van a llegar. ¿O murieron todos y quedan ustedes dos solas? Ya pasaron casi los diez minutos.— Volvió a sacar su reloj de mano. —Quedan tres segundos. Tres, dos, uno.— Apretaste los labios. Solo vino Nigel, y está en la posición de Oliver. Aunque sonaron los silbatos, no sé cómo están los chicos, así que tengo que suponer que ests es la peor situación posible. Para proteger y salvar a todos los del coto voy a tener que tengo que ganar a como dé lugar, tenemos que ganar a como dé lugar. Giraste la cabeza para ver a Emma, y su mirada nublada te confundió.

—¿Qué pasa, Emma?— Le preguntó Leuvis.

—¿Matar es la única forma?— Preguntó ella. —¿No hay otra forma que no sea pelear?

—¿Qué estás diciendo, Emma?— Dudaste.

—No puedo permitir que maten por diversión, pero yo también cazo. No sé qué es lo correcto. Pero no quiero que maten a nadie más, por eso es que yo quiero acabar con este coto de caza. Pero... No es que quiera matarte.

—Qué problemático.— Murmuró el ser. —¿Lo de ayer no fue suficiente?— La de cabellos naranjas frunció el ceño.

—Te odio y nunca te lo voy a perdonar. Pero son asuntos separados. No quiero derramar sangre inútilmente después de la muerte de Bayon, el dueño del coto de caza. Si se puede acabar todo sin luchar, me gustaría terminar sin que mis compañeros mueran. Sin tener que matarte.

—Ja...— Suspiró Leuvis. —Me preguntaba qué ibas a decir, pensé que habías perdido la voluntad de pelear. Pero menos mal.

—No puedo equivocarme.— Continuó ella. —Esta es mi última oportunidad, así que quería preguntarte. ¿Hay alguna forma de que quedes satisfecho sin tener que pelear?

—¡Ninguna!— Hizo una pequeña pausa. —Es una pregunta tonta, Emma. ¿Por qué pensás que estuve esperando? Quiero cazarlas y matarlas. Y si ustedes y sus compañeros logran cazarme y matarme, cumplirían mi más grande anhelo. Tus ideales son hermosos, pero el mundo no es solamente eso. Hay distintos valores y formas de evaluar la belleza, nosotros también somos distintos... No pienses que podemos llegar a un acuerdo. Nosotros solamente tenemos la lucha.— Emma volvió a poner el arma apuntando al ser. —Sí... Eso es suficiente. Ya casi pasaron los diez minutos. Quedan tres segundos. Tres, dos, uno. Empecemos.— De pronto, sacaste un interruptor y lo sostuviste alto, apretando su botón. Varias ametralladoras salieron desde las ventanas de las casas del coto y empezaste a correr fuera de su alcance con Emma. Lo miraron desde el escondite acordado, sosteniendo el aliento.

—Mierda...— Susurraste.

—¿Me dió alguna?— Preguntó el comegente, con falsa inocencia. Todas las balas estaban entre sus dedos, cayendo con lentitud al suelo. —¿Primero una retirada? ¿Qué van a hacer, Emma, ________?— Solo estamos nosotras y Nigel... Esto es distinto a lo que planeamos. Pero Nigel tiene esa arma. Es obvio lo que vamos a hacer. ¡Vamos a destruir su máscara como planeamos! —¿Quién va a ser más rápido? ¿Ustedes con su plan o yo desbaratándolo para cazarlos primero?— Te miraste con Emma y asentiste con la cabeza, corriendo hacia otro lugar y entrando a una casa, dejando la puerta abierta. Leuvis te siguió a paso lento. Pero una vez frente a la casa pasó de largo, dirigiéndose a dónde se encontraba Pepe. Aguantaste la respiración. El chico salió de su escondite y disparó a los pies del demonio, rompiendo una tubería de agua y que lanzó un chorro y mojó todo cerca. —No podés apuntar bien con un solo brazo, ¿No?— Se rio Leuvis. Pepe empezó a correr y lo siguió, listo para atacar, cuando el chico se giró sonriendo.

—Tal como dijeron Emma y __________.— De pronto, la chica de ojos verdes apareció con un cable cortado y lo lanzó en medio del charco de agua. No tardaste en salir a respaldarla también y lanzaste la otra parte del cable a espaldas del ser. Leuvis quedó paralizado al ser electrocutado. Vamos a usar la aldea. Leuvis va a anticipar lo que vamos a hacer. Así fue como mató a los humanos que queríamos proteger tanto yo, como el señor, como Lucas. Toda mi vida... Tuve que anticipar los movimientos para sobrevivir, para no ser despachada y poder cumplir mi objetivo. No perdí entonces, y tampoco voy a perder ahora. No voy a dejar que nadie muera. Sabíamos que Leuvis iba a anticipar nuestro objetivo, nuestro plan. Y como lo anticipó, decidió desmantelarlo. No lo iba a atraer, no había forma de que pudiera atacarlo yo sola. Por eso mismo, hicimos esto. Nigel rápidamente se asomó por la ventana y, con el arma en mano, apretó el gatillo y disparó hacia el rostro de Leuvis. Pero a último segundo, El demonio de sombrero logró cubrirse del impacto con una de sus manos. Corriste al lado de Emma, que sostenía el arma pero sin apuntar. Cuando levantaste tu pistola viste la garra del demonio acercarse peligrosamente a tu rostro y tu mente se quedó en blanco. Luego, un fuerte estruendo y el ser de sombrero negro se hizo hacia atrás sin hacerte daño. Una... Bala. ¿Una bala? ¿De dónde? Te diste la vuelta y viste en el tejado de una casa a dos personas. El humo no te permitió distinguirlos bien al principio, pero luego lo notaste. El señor sostenía un arma humeante y Ray se posicionaba a su lado. Mirándote con una pequeña sonrisa que devolviste. El señor carraspeó.

Tanto tiempo sin verte, Leuvis.

La letrista {Rayxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora