XXXIV

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Adiós, mamá.

Corrías liderando el grupo junto a Emma. Veías las primeras luces del amanecer entre los árboles. Lo hicimos... ¡Logramos escapar! ¡Lo logramos, lo logramos! Siguieron corriendo, cada vez más despacio, cada vez el bosque cambiaba más. Mirabas el terreno confundida. Estos árboles... Son distintos a los que había cerca del hogar. Son enormes. ¿Por qué? ¿Los demonios modificaron el entorno? ¿Todo lo que sabíamos del exterior era mentira? Giraste la cabeza para ver al resto del grupo. Estaban cansados y su velocidad se había reducido.

—Emma...— Susurraste, mirando a la mencionada. Ella asintió.

—¡Nos vamos a detener para comer!— El grupo hizo un pequeño festejo antes de sentarse en la ramificación de un árbol. Emma se alejó del grupo, avisando antes que iba a vigilar. Todavía no parece que nos estén siguiendo, pero en cualquier momento nos van a alcanzar. Espero que hayan caído en la trampa de esas huellas falsas que dejamos... Pero se van a dar cuenta rápido. Nuestros enemigos no son solo los que nos persiguen de la central... Sino también los animes salvajes... No sabemos de dónde van a atacar primero.

—¡Eey!— Ray apoyó la botella de agua en la cabeza de Emma, causando cierto impacto. La chica se llevó las manos a la cabeza.

—¿“Eey”?

—No te preocupes.— La ignoró el azabache. —Por lo menos no hay depredadores acá. No noté huellas ni marcas de garras que dieran esa impresión, saber rastrear sigue siendo muy útil, como en las escondidas.— Estiró su brazo para que ella tomara la botella. —Andá a descansar, yo vigilo.

—Gracias...— Balbuceó la contraria, llevando la botella a sus labios. Se generó un silencio entre ambos, sin ser incómodo.

—Perdón...— Habló el de ojos negros. —Si hubiera coperado desde el principio, no habrías tenido que lastimarte la oreja ni las manos.

—No te preocupes, yo estoy feliz mientras sigas con vida, sonriendo.

—También fui a disculparme con ________...— La de cabellos naranja tuvo un escalofrío.

—¿Y eso cómo salió?

—Le pedí perdón por haber hecho que se cortara el pelo... Y por mentirle.— Ray se apoyó en un árbol cercano. —Me miró furiosa, pero no dijo nada. Los demás chicos se dieron vuelta, como si no quisieran mirar la escena. Me estaba por ir, pero ella me tomó del brazo...

—¿Y qué pasó?

—Me pegó una cachetada mucho más fuerte de tú lo habías hecho. Dijo que “se había quedado con las ganas de hacerlo ella misma”. Se dió la vuelta para volver a su lugar, pero susurró un “feliz cumpleaños”.

—¿Te dolió el golpe?

—Supongo... Que me lo merecía. Dijo que no era ni el momento ni el lugar para hablar sobre lo que había pasado. Después de eso, los demás niños me empezaron a desear un feliz cumpleaños y a felicitar. Y pensar que yo iba a dejar que se murieran en la granja... Pero ellos hicieron tanto por mí...— Se dió la vuelta para encarar a Emma. —Voy a vivir... Voy a vivir y voy a proteger a nuestra familia.  Al igual que vos y ________, los voy a proteger y cuidar a todos. Voy a cumplir la promesa que le hice a ________... Esta vez, sí. No importa lo que pase, no los voy a dejar solos. Así que no te ocupes de todo sola. Trabajemos todos unidos. Todos juntos vamos a construir... Un mundo en el que podamos vivir.— Emma sonrió, conmovida.

La letrista {Rayxtú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora